martes, 27 de septiembre de 2011

ENTRADA 22

Madre mía, menuda mierda que acabamos de vivir.

Lo primero que hemos hecho antes de nada es colocar el coche en la puerta que da al garaje, lo hemos atravesado dejándolo de tal manera que la puerta solo se puede abrir unos 30 centímetros antes de dar con el lateral dejando la puerta del conductor a mano para crear un pasillito entre el coche y la casa para montarnos rápidamente.

Al bajar al garaje, ataviados como he contado en la anterior entrada y con las perras en brazos, he salido por delante de Merche, que vigilaba la parte derecha, donde están los trasteros. Salí pegado a la pared para irme detrás de las motos y poder tener una visión del jardín trasero para confirmar que no había nadie, bien, de momento estamos solos. Merche salió detrás dejando la puerta apoyada sobre el pin para no tenerla cerrada del todo y se situó entre las motos para tener un escondrijo y cobertura vigilando los trasteros y la entrada de coches. Nuestro garaje es uno de esos típicos de la sierra, esta justo debajo del edificio con las vigas de sujeción al aire dejando una serie de largos huecos y una entrada para los coches. Somos de los pocos edificios de la urbanización que no lo han cerrado para hacerlo más privado, así que, aunque un poco aparatoso, alguien puede tratar de sorprendernos tirándose por uno de esos huecos después de recorrer unos 10 metros de césped.

Cuando Merche estuvo colocada yo pase por detrás de los dos coches que hay aparcados, el polo del vecino y nuestro Clio, para tener una visión recta de la entrada de coches. Todo tranquilo de momento. Avance y me coloque pegado al muro, a mi izquierda quedaba la entrada al garaje vecino, con su puerta bajada y al parecer cerrada, en frente tenia la cuesta de bajada y la visión del jardín y la calle principal. Todo tranquilo de momento. Me deslice hacia la puerta y comprobé que estaba cerrada, bien, por aquí no saldrá nadie sin hacer ruido para abrirla. Me acerque al recodo que hace el jardín vecino y asome la cabeza para mirar al final de la calle. Todo tranquilo de momento. Cruce agachado la cuesta para asomarme a ver el otro extremo. Todo tranquilo de momento.

- No hay nadie en la calle - le dije a Merche por el walkie del decathlon que compramos hace años, por fin les dábamos un uso más que el de hablar desde una habitación a otra para probarlos.

Entonces Merche se deslizo silenciosamente y abrió el coche con la llave desde la puerta del conductor, de este modo no hace el ruido del cierre centralizado.

- Me meto en el coche - me dijo, mientras la veía hacerlo a mis espaldas. Ató a las perras en la parte de atrás.

Llegó el momento más peligroso, encender el coche, sí, después de mucho sopesarlo decidimos que lo mejor era encenderlo para hacer las maniobras, si nos pillaban empujando y agotados seria más complicado defenderse y en caso de problemas podríamos salir con el coche a toda velocidad para tratar de despistarlos, de ahí que bajáramos con las perras y una mochila de supervivencia o por lo menos lo que pensábamos que podríamos necesitar sin llegar a ser muy pesado. El coche arranco a la primera, afortunadamente el Clio no hace demasiado ruido, me asome a los dos lados de la calle para comprobar el efecto del arranque. Todo tranquilo de momento. Merche comenzó a maniobrar y en diez minutos coloco el coche en la posición que habíamos quedado, apago el coche y saco a las perras y la mochila de la parte trasera.

- Ya esta, ven rápido - Me dijo por el walkie.

Un rugido sonó al final de la calle.

- Joder, creo que nos han oído, entra en casa rápido - le respondí a Merche por el walkie mientras corría cuesta abajo lo mas silenciosamente posible y lo más rápido que podía.

Cuando llegue al coche vi cuatro piernas en la calle principal.

- Te digo que he oído algo por aquí - dijo una voz rabiosa y llena de ansiedad.

- Estas flipando cabronazo, por qué coño hemos venido - respondió otra voz más violentamente - tenemos presas dos calles más abajo.

¿Presas? hablan como si fueran cazadores.

- Joder, te digo que por aquí hay alguien - chillo la primera voz.

Noté como uno de ellos saltaba en la rampa de bajada a nuestro garaje, mierda, no puedo entrar en casa y cerrar la puerta, golpea contra el suelo y hace mucho ruido.

- ¡¡Que te de!! - dijo la segunda voz - me voy a por los cachos de carne que hemos localizado, te vas a quedar sin tu parte, gilipollas. - Se oyó como corría y chillaba de alegría al mismo tiempo.

- Mierda, mierda - maldijo el primero a la altura del garaje vecino - espera maldito hijo de puta, quiero mi parte o te matare a ti. - y salió corriendo detrás del primero.

Madre mía, me siento como en una película de terror, estaba acurrucándome detrás del coche tratando de no hacer ruido y preparando el martillo. Cuando deje de oírles gritar a lo lejos me levante aliviado pero con un subidon de adrenalina tremendo, Merche apareció en el garaje y me abrazo fuertemente.

- ¿Estás bien? – Me pregunto muy preocupada.

- Sí, sí – dije casi tartamudeando de la impresión – ha estado cerca, que agobio.
Espero que nos vaya mejor arriba.

Me sonrió y respiro hondo.

- Si no quieres lo podemos dejar para otro día – comenzó a decir - si en dos semanas no ha pasado nada no creo que vaya a pasar esta noche.

- Prefiero aprovechar el momento de subidon – le dije – no te preocupes, es mejor hacerlo ahora que estamos alerta.

Volvió a sonreírme y asintió.

- Vamos a por ellos – me dijo con aire valiente y seguro.

Siguiente misión, comprobar el piso de los vecinos. Subimos lentamente las escaleras después de dejar a las perritas en casa, algo asustadas pero tranquilas por lo menos, no empezaron a ladrar. Eran las 19.00 y comenzaba a oscurecer, mierda, menos mal que llevábamos las linternas, queríamos poder hacerlo con algo más de luz natural. Oímos un ligero golpe venir de la casa.

- O se ha caído algo o hay alguien allí arriba – dijo Merche algo asustada tratando de contener los nervios. - ¿Cuántos eran?

- Pues si no recuerdo mal unos cinco, el padre, la madre y tres niños. – le dije recordando a los vecinos.

- Joder – es lo único que llego a salir de la boquita de Merche.

Continuamos subiendo y el silencio era sepulcral, no se oía nada de nada, la idea de que se había caído algo empezaba a reforzarse en nuestras mentes pero seguíamos alerta y con la adrenalina por las nubes.

Llegamos al último descansillo de escaleras entre pisos, me asome y vi que la puerta estaba entornada, paramos un momento a tratar de trazar un plan de acción.

- ¿Qué opinas? – le pregunte a Merche.

- Uf – suspiro nerviosa – no sé, entramos y miramos – empezamos a reírnos los dos ante la idea. – lo que decidas está bien.

- Pues vamos a probar lo más simple, entramos y aseguramos el descansillo y la cocina, pasamos al salón y después las habitaciones como se nos vaya ocurriendo. – le dije improvisando un plan. – yo entro a la cocina y tú te quedas en la puerta apuntando hacia el salón, después paso al salón hacia la derecha y tu apuntas hacia el distribuidor. Las habitaciones lo pensamos cuando lleguemos a ese punto, quizá no lleguemos ni a entrar.

- Me parece bien – me dijo sonriendo. – A por ellos.

Llegamos a la altura de la puerta entornada, escudriñe el interior y un fuerte olor me golpeo la nariz, casi vomito.

- ¿A qué demonios huele? – pregunto Merche mientras se tapaba la nariz.

- No tengo ni idea – dije echándome un paso atrás.

- Parece carne podrida – apunto Merche mientras nos recomponíamos y nos poníamos unos pañuelos en la cara.

Empuje la puerta y me deslice hacia la cocina mientras Merche aseguraba la puerta y apuntaba hacia el salón. La cocina estaba tenuemente iluminada por la poca luz que aun quedaba en el exterior, el olor era muy fuerte. Encendí la luz.

- ¡¡¡Joder!!! – chille siendo consciente de que supuso el aviso de nuestra gloriosa entrada en la casa.

- ¿Qué pasa? – pregunto Merche mosqueada por el ruido que hice, mientras entraba en la cocina - ¡¡¡Joder!!! – solo le salió lo mismo que a mí.

La escena era horrible, los tres niños estaban desperdigados por el suelo de la cocina y cuando digo desperdigados me refiero a que estaban repartidos por toda la cocina, habían sido brutalmente mutilados y arrojados al suelo con violencia. Tratamos de recomponernos de la escena y un golpe sordo nos saco del trance y nos puso otra vez en guardia. Vi que Merche derramaba unas lágrimas y la puse la mano en el hombro para tratar de tranquilizarla.

- Joder – me volvió a decir por lo bajo – esto es demasiado.

- Lo sé, vamos a terminar cuanto antes – le dije tratando de mantener la compostura.

Pase al salón y estaba totalmente despejado, los muebles habían sido movidos como si hubiera habido una persecución, cruzados en puntos por donde estaba el paso de una zona a otra, algunos destrozados, otros simplemente arrastrados. Otro golpe nos llamo la atención, estaba claro que había alguien en la habitación principal.

- ¿Miramos las dos habitaciones pequeñas y enfilamos la principal de frente? – le pregunte a Merche que se limito a asentir.

Me dirigí hacia el distribuidor, me asome poco a poco apoyado en la puerta y comprobé que la puerta de la habitación principal estaba cerrada, así como la de la habitación pequeña. Le hice una señal a Merche haciéndola saber que iba a pasar y a mirar la habitación abierta y el baño, ella tomo mi posición, acurrucada, y apunto hacia la puerta de la habitación principal que quedaba a apenas cincuenta centímetros. Entre en el baño, vacio, entre en la habitación abierta, vacía, otro golpe de la habitación principal nos llamo la atención. Informe a Merche de que iba a abrir la puerta de la habitación pequeña después de apoyar la oreja tratando de adivinar algún sonido. Abrí la puerta.

- ¡¡Mierda!! – dije tratando de contener la voz. – Mejor que aquí no mires.

La escena era peor que la de la cocina, el padre estaba atado a la cama, las paredes estaban teñidas de rojo con cantidad de trocitos de lo que seguramente eran órganos internos. Tenía el tronco abierto hacia afuera, con todos los restos desparramados alrededor, el olor era tremendamente asqueroso y penetrante.

En ese momento sonó un golpe más fuerte y la puerta de la habitación principal se abrió.

- ¡¡Borja!! – Grito Merche.

La escena me paso a cámara lenta. Una masa se abalanzo sobre mí cargando con fuerza, intuí que era la madre. Tenía el brazo derecho tremendamente deformado y desarrollado y lo iba chocando contra las paredes y marcos de las puertas sin poder moverlo a penas. Una de las rodillas tenía un bulto enorme y le impedía moverse con soltura, cargaba con ansias pero incapaz de moverse con agilidad.

- ¡¡Mierda, mierda, mierda!! – grite mientras trataba de contenerla con el brazo del escudo dándome cuenta de que lo había dejado caer al ver al padre.

Trate de agarrar el brazo “sano” con mi mano derecha mientras lanzaba un golpe contra mí. Caímos los dos en el suelo de la habitación del cuerpo descuartizado. Note como me golpeaba el hombro contra la esquina de metal de la cama y como la camiseta se desgarraba mientras empecé a notar calor por todo el brazo.

- Joder – grite de dolor mientras contenía el peso de la mujer sobre mí tratando de golpearme con la cabeza y forcejeando violentamente con el brazo que tenia atrapado en mi mano.

- ¡¡Borja!! – grito Merche – ¡¡Golpéala con el martillo, lo tienes a tu izquierda. No quiero dispárala en esa postura!!

Me revolví y puse las rodillas contra su pecho, ella seguía tratando de golpearme con la cabeza, alargue el brazo izquierdo y note muchísimo dolor y calambres, palpe el suelo hasta que di con lo que supuse que era el martillo, lo cogí y descargué, con la fuerza que pude y el dolor me permitía, un golpe contra su cabeza. La mujer se tambaleo y se echo hacia atrás arrastrándose. Mire mi mano y vi lo que parecía una pierna de muñeco de acción de esos Action Man enormes que venden ahora, se lo había destrozado en la cara y se le había clavado en el ojo un brazo y la cabeza se le había atragantado, la situación parecía bastante cómica, el resto del muñeco estaba destrozado en el suelo cubierto por un pequeño reguero de sangre. La mujer trato de levantarse y su cabeza salto en pedazos. Vi a Merche con los ojos como platos, aprovecho el momento para apuntar a bocajarro contra la cabeza de la mujer y le reventó los sesos.

- ¿Estás bien? – me grito, yo no salía de mi asombro - ¿¿Estás bien?? – grito más fuertemente.

- Eh, sí, sí – respondí – me duele mucho el hombro y he debido caer en algo húmedo.

- Déjame ver – me dijo mientras se tranquilizaba. – joder, si te has hecho una herida tremenda en el hombro, lo que esta húmedo es tu sangre. – dijo alarmada y cabreada – ten más cuidado joder.

- Que quieres que le haga – dije asombrado por recibir una charla en esa situación. Los dos nos echamos a reír ante la escena.

Recogimos nuestras cosas, nos quedamos pensando qué hacer con los cuerpos, si nosotros íbamos a vivir allí no podían quedarse. Bajamos a casa y me Merche me curo con suero, yodo y me puso tiritas de brechas en el corte, no tenía tan mala pinta aunque dolía muchísimo.

- Mañana metemos los cuerpos en un contenedor y le prendemos fuego – dijo Merche.

- Me parece una gran idea, pero ahora necesito descansar – le dije agotado.

- Sí, cariño – me dijo con una sonrisa mientras me acariciaba el pelo y me quedaba dormido en su regazo.

Ha sido un día muy agitado, nos hemos enfrentado a nuestros primeros infectados y hemos tenido suerte, la verdad es que menos mal que los primeros se largaron, no creo que hubiera sido tan “fácil” acabar con ellos.

3 comentarios:

  1. Esto hay que rodarlo en cine, tenemos que avisar a George A. Romero. Jajaja

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  2. Madre mia of the handsome love!
    Para la próxima avísame!

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  3. Sos un Maestro tio es como estar viendo una gran pelicula de infectados

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