viernes, 2 de septiembre de 2011

ENTRADA 2

En mi segundo día, a pesar de la flexibilidad del horario y de que la reunión era a las doce y media de la mañana, pensé que lo “decente” sería llegar pronto, así que a las nueve estaba sentado en mi mesa, preparando mi equipo para tener acceso a todas las bases de datos con la ayuda de Jesús, que me iba diciendo la configuración de red de cada servidor.

-Hay dos servidores más, no te puedo dar la configuración ya que no hemos terminado de instalarlos – me comentó Jesús mientras señalaba dos enormes cajas que estaban en la puerta del CPD. – Según parece son algo bastante importante y el motivo de que estés aquí – Sonrió y me invitó a acompañarle a desayunar.

En la cafetería fue contándome quién era cada uno de los personajes que nos cruzábamos o a los que iba saludando en la lejanía con la mano. Diez estudiantes de química, juntos en una mesa, planeaban el fin de semana, cinco doctores en bioquímica hacían cola en frente de las maquinas de café mientras discutían airadamente sobre las directrices de lo que debía ser un futuro e importante proyecto, dos vigilantes de seguridad hablaban con cuatro policías nacionales… ¿policías en una empresa privada? Me resultó muy curioso y se debió notar bastante porque Jesús me dijo que mejor no preguntara y me mantuviera a raya de esa pandilla.

A las diez y media volvimos a la sala de informática, Óscar y Sergio estaban allí dejando sus bártulos y, saludándonos, se dirigieron a la escalera de la que veníamos, con intención de hacer el mismo proceso que nosotros hace unos minutos.

- Borja, está todo listo para la reunión, ven aquí y vamos a preparar un par de cosas antes de juntarnos con los pedantes – me gritó Juan desde su despacho.

- ¿”Pedantes”? – repetí en bajo.

- Sí, así es como se refiere Juan a ellos, no les tiene mucha simpatía a esos científicos, y menos a los jefazos – me informó Jesús. – ánimo.
Cogí un cuaderno y me dirigí al despacho.

- Bueno, llegó el momento, te van a contar el verdadero motivo de tu contratación y puede que no te guste, pero ya recuerdas la entrevista, “tenemos un nuevo e importantísimo proyecto en el que se necesita a un buen administrador de bases de datos, la retribución es muy atractiva y el trabajo será muy complicado.” – Me dijo mientras abría una puerta que me pareció bastante pesada, con varios cierres que giraron cuando metió una larga combinación de números en un pequeño panel a la derecha.

Bajamos unas escaleras que nos llevaron directos al laboratorio, todos los que allí estaban se giraron para vernos, o mejor dicho, para verme, y estudiarme de arriba abajo. En tres de los cubículos se encontraban dos hombres y una mujer, todos con pijama hospitalario y una intravenosa en su brazo derecho, observados detenidamente por sendas personas enfundadas en batas blancas mientras apuntaban apresuradamente en sus cuadernos las reacciones de los sujetos.

De repente se oyó un grito, nos giramos sorprendidos, dos guardias pasaron a nuestro lado corriendo con la mano en lo que parecían disparadores eléctricos.

- ¡¡¡Aaaaaah, me ataca, está tratando de comerme!!! ¡¡¡Tiene dientes enormes!!!! – gritó una chica de unos treinta años mientras saltaba por encima de una mampara, tirándola, arrancándose la vía dejando salir un ligero hilillo de sangre y destrozando el material que había al otro lado.

Cuando los guardias llegaron hasta ella, trataron de calmarla, la levantaron del suelo, un charquito de sangre se vio en el sitio donde había caído, se había clavado una bandeja de bisturís, tres en concreto, pero parecía que ni se hubiera dado cuenta.

- ¡¡Dios mío!!! – gritó cuando uno de los guardias la levantó, y con una fuerza asombrosa para lo pequeña que era, le lanzó un derechazo que dejó al guardia KO contra una cajonera.

- ¡¡¡Dispárela con la pistola de electrodos, rápido!!! – gritó uno de los científicos.

El segundo guardia, sin dudarlo, disparó la pistola y dos ganchos se introdujeron en el cuerpo de la muchacha que empezó a convulsionar como loca hasta que se desmayó.
Mi cara era un cuadro.

- No te preocupes, a veces pasa, pero nosotros no solemos enterarnos – me dijo Juan poniéndome la mano en el hombro – lo normal es que la reunión se cancele.
Y así fue, cuando llegamos a la sala de reuniones, una secretaria salió con la cara blanquecina y nos dijo que se retrasaba a mañana.

-El doctor Montero ha ido a supervisar el ingreso del sujeto MB098- nos comunicó.

Decidimos irnos todos a casa. Cuando llegué aún estaba flipado por lo que acababa de ver. Me gustan los retos y los trabajos complicados, por eso acepté éste, pero lo que vi ese día superaba con creces la palabra “complicado” y de mi cabeza no se apartaba la imagen de una chica de unos cincuenta y cinco kilos dándole un derechazo a un tío de más de uno ochenta y cinco de altura y noventa kilos de peso, por lo menos, dejándolo KO en un segundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario