miércoles, 7 de septiembre de 2011

ENTRADA 8

Volvimos al trabajo al día siguiente, todos llegamos a las nueve de la mañana, el lugar estaba tranquilo. La puerta estaba vigilada por varios policías nacionales y un par de tanquetas. La verdad es que dio un poco de miedo entrar en el laboratorio.

Cuando entramos en el hall principal la cosa no era mejor: ocho policías armados hasta los dientes y unos diez científicos pasando unos aparatos extraños por cada una de las personas que queríamos acceder al interior mientras varios guardias de seguridad nos vigilaban desde diversos puntos del enorme hall de entrada. Cuando lográbamos entrar, en vez de ir por el pasillo habitual, nos dirigían por unas escaleras que bajaban al sótano, siempre con decenas de ojos vigilantes alrededor.

En el sótano pudimos comprobar que había unos cuantos monitores donde se veían varios nombres y ciudades de todo el mundo. Parece que lo nuestro había sido poco, como mucho pude contar quince nombres españoles, cinco de ellos en Madrid, siete en Barcelona y tres en A Coruña. Recordé lo que me dijo Juan ayer “el número de desaparecidos, la última vez que hubo una alerta de este tipo, no fue mal del todo”. Reparé en que en Reino Unido tuvieron algo parecido y las “desapariciones” fueron cuarenta y siete, lo mismo en Nueva York y en Los Ángeles con ciento setenta y tres personas “desaparecidas”. Miré a Juan totalmente alucinado por el tema, lo único que recibí fue la misma mirada.

-Jamás había pasado algo simultáneamente en todo el mundo – me comentó por lo bajo.

Según avanzábamos subimos unas escaleras que terminaban en un enorme auditorio con un impresionante escenario coronado por una gran pantalla de cine. Sobre el escenario se podían ver casi un centenar de científicos sentados o de pie aquí y allá. Nos fueron pasando y pidiendo que nos sentáramos.

-Por favor, vayan tomando asiento – nos dijo el doctor que estaba haciendo la presentación el día de mi “importante reunión” – tenemos que comentarles una serie de puntos importantes sobre lo sucedido ayer y las directrices de actuación para los niveles cuatro en adelante.

Tardamos como cuarenta y cinco minutos en estar todos sentados y en silencio. Pude ver que en cada puerta se apostaban dos guardias de seguridad y los policías nacionales paseaban por el patio de butacas.

-Como saben, ayer les pedimos que no asistieran al trabajo por motivos de seguridad. – Comenzó a hablar el doctor. – El motivo fue que una serie de sujetos del proyecto Sansón escaparon de sus habitaciones y trataron de salir a la calle. – Un murmullo generalizado, sobre todo entre los estudiantes y algunos científicos de nivel cuatro, tomó el eco del auditorio. – Por favor, silencio, – gritó el doctor – nos hemos puesto en contacto con los demás laboratorios del resto del mundo y al parecer el intento ha sido generalizado. – El murmullo se tornó casi en chillidos de preocupación y miedo. – Eso sólo puede significar que han tratado de sabotear el proyecto, por eso tenemos tantos policías y vigilantes hoy aquí.

La verdad que lo siguiente fue algo raro, los científicos y estudiantes se pusieron muy nerviosos, algunos trataron de salir corriendo del auditorio pero los guardias lo impidieron.

-Ahora por favor, quiero que los niveles uno a cuatro se queden en el auditorio y los niveles cinco a ocho vayan con la policía – dando por finalizado el pequeño reporte.

Nos levantamos todos los que pertenecíamos a esos niveles y pasamos a nuestros sitios de trabajo habitual, en cada mesa nos esperaba un trajeado personaje con un cuaderno donde ya estaba apuntado datos.

-Necesito que responda a una serie de preguntas. – Me dijo – En su caso serán pocas ya que tenemos pruebas de que estuvo colaborando con su trabajo en los informes de contención y no hubo ningún dato incorrecto.

Me quedé flipando. Al ser el nuevo lo normal sería que fuera uno de los sospechosos más claros pero, por el mero hecho de hacer mi trabajo, me salvé de una situación que seguro habría sido desagradable.

-¿Cuántas llamadas recibió ayer? – comenzó.

-Pues si no recuerdo mal unas trece llamadas – respondí de memoria – creo que hice como una veintena de informes.

-Correcto, fueron quince llamadas y veinticuatro informes así que cuadra. – afirmó mientras marcaba la primera de las hojas. – ¿Cuántos códigos de seguridad le facilitaron?

-Si no recuerdo mal, creo que sólo se pusieron en contacto conmigo cuatro personas, así que recibí cuatro códigos diferentes.

-¿Podría identificarlos? – me dijo enseñándome una lista con más de cincuenta códigos

-Pues para asegúralo tendría que verlo en la base de datos, pero creo que son estos cuatro. – marqué con un subrayador en la hoja.

-¿Podría comprobarlo por favor? – me solicitó.

-Por supuesto, pero necesitaría un código de acceso válido para una petición de este tipo – dije, siendo prudente. El personaje sonrió y dio por terminada la “entrevista”.

-Muchísimas gracias por su colaboración – finalizó y me extendió la mano – puede estar tranquilo.

-¿Puedo preguntarle algo? – le paré antes de que se levantará.

-Sí, claro.

-¿Qué demonios pasa con la gente con la que hacen las pruebas? – pregunté muy preocupado.

-Sólo le puedo decir que se hacen pruebas para crear unos compuestos que hagan más fuertes a los soldados en combate, lo malo es que está siendo un camino largo y peligroso. Muchos de los voluntarios sufren episodios de violencia extrema, resistencia a las armas y fuerza sobre humana… algo que se persigue pero es incontrolable – se quedo pensando un momento – y ya le he dicho más de lo que debiera - dando por finalizada la conversación, miró a su alrededor preocupado y se marchó.

Cuando todos terminamos, nos dijeron que volviéramos a casa y descansáramos, mañana volvería la rutina. La verdad es que estoy mosqueado con el tema, esto se va pareciendo a una película de terror. Espero no ver zombies ni infectados… qué chorrada.

1 comentario:

  1. Sublime!!
    pero...como que esperas no ver zombies ni infectados...queremos zombies e infectados!!

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