viernes, 23 de septiembre de 2011

ENTRADA 17

Hoy es día veintitrés, es el cumpleaños de Merche, una fecha que siempre ha sido muy importante y hemos celebrado.

Las noticias se suceden con diversos focos de violencia en todo el mundo. Parece que en España de momento se está conteniendo bastante bien y los informativos no son muy alarmantes.

Después de desayunar he salido un momento a hablar con los guardias civiles.

-Buenos días - me saludaron los dos - ¿qué tal está? - me preguntó el mayor de ellos.

-Bien, bien, algo cansadillo de estar encerrado en casa pero bueno - respondí.

Ambos eran del cuartel de Galapagar. El mayor debía de tener unos cuarenta y cinco años; se le notaba muy rodado en el cuerpo; tenía la piel cuarteada por el sol en la cara y los brazos; su trato era muy cordial y educado a la vez que algo tosco. El joven no llegaría a los veintiún años, parecía recién salido de la academia. Recordé que en El Escorial tenemos un cuartel de cadetes. Tenía esos ojos de emoción que aparecen cuando te enfrentas a una situación que llevas esperando años encontrando, por fin, la razón por la que entras en la guardia civil.

-Quería preguntarles una cosilla - comencé. - ¿Cómo está la situación en Madrid?

-Pues parece que esta noche ha habido algunos disturbios en un par de barrios, sobre todo cerca de algunas sedes de los laboratorios para los que trabaja, pero la información que nos llega es que se están conteniendo bien. - me respondió el mayor.

-Les están dando bien a esos cabrones - saltó el joven emocionado - joder, ojalá estuviera allí.

-Cállese, Pérez, siempre le pierde esa bocaza que tiene. - le ordenó el mayor, visiblemente cabreado. No pude evitar sonreír ante la situación.

-Verán, hoy es el cumpleaños de mi novia y me gustaría bajar a Madrid a dar un paseo, ir a comer y estar un rato tranquilos - les comenté con un medio tono de suplica y de buenazo para que me hicieran caso.

-Uf, tendríamos que hablarlo con el comisario - respondió el guardia civil al mando - entiendo perfectamente que quieran salir un rato pero tenemos que velar por su seguridad ante todo.

-Lo entiendo, pero entiendan ustedes que estar encerrados no es agradable y menos en un día como hoy.

El guardia civil se dirigió al coche y realizó una llamada por radio. Tras unas cuantas idas y venidas de información con su interlocutor cortó la comunicación.

-Le permiten ir a Madrid, pero sólo si acepta que le acompañemos. - me informó - y dándonos un plan detallado de lo que quiere hacer y a dónde quiere ir.

-Eso es mejor que nada - le agradecí que no se hubiera negado de primeras y me fui a casa contento.

Planeamos un día en la capital. Queríamos ir a dar un paseo por el centro, la zona de Callao y Sol, para ir a algunas tiendas. Después teníamos la intención de ir al Hard Rock Cafe a comer, finalizando la tarde dando un paseo por la zona de Goya. Solíamos movernos por esa zona ya que, cuando yo vivía en Madrid, mi casa estaba en ese barrio. Cuando subiéramos queríamos ir a visitar a la familia de Merche para cenar con ellos y celebrar el cumpleaños.

No pusieron ninguna objeción al plan.

A las doce del medio día estábamos en Madrid. Cuando recorríamos la calle princesa con un Nissan de la guardia civil siguiéndonos, pude comprobar que en muchas esquinas se encontraban varios miembros de los cuerpos de seguridad del estado. Moncloa estaba tomada por los soldados del cuartel general del ejército del aire. En las salidas de metro, paradas de autobús y en todas las esquinas se encontraban por lo menos de dos a cuatro soldados perfectamente pertrechados para una acción militar. Bajando por Princesa, en la zona de Argüelles, se sucedían las patrullas de parejas de policía nacional o municipal. La zona centro era una de las más blindadas; tanquetas policiales y militares en los principales cruces vigilaban a los pocos transeúntes que se aventuraban por las calles. Me fijé que en una de las calles había un enorme grupo de personas, vecinos de la zona seguramente, tratando de acceder a la calle Gran Vía mientras eran parados por unos cuantos antidisturbios y militares. Pude leer en algunas pancartas "Como siempre sin razón ni explicación", "Nos tienen secuestrados en nuestras casas" y diversas protestas lógicas por no tener información de por qué no podían andar libremente por su ciudad.

La comida transcurrió tranquila. El Hard Rock estaba a medio rendimiento, cosa rarísima en este restaurante que suele tener una lista de espera de media hora por lo menos. El paseo por la calle Goya fue agradable y nos cruzamos con algo más de gente, todos caminando con rapidez, con caras de preocupación.

-En la hora central del día se permite más tráfico civil - me contó uno de los guardias civiles.

Cuando estábamos llegando al cruce con Alcalá un sonido nos paró en seco. Los guardias civiles se echaron encima nuestro para protegernos. Mientras andábamos, más lentos, al llegar a la esquina, vimos el desastre; una docena de coches se habían estampado entre ellos provocando un accidente múltiple tremendo, se oían chillidos, gritos pidiendo ayuda, gritos de dolor, llantos, pero también insultos y amenazas. Dos hombres que salieron torpemente de sendos coches se liaron a puñetazos con una violencia endiablada. Lo que sucedió después fue aterrador... un autobús de la EMT apareció a toda velocidad y embistió la enorme masa de coches accidentados. Nos quedamos todos perplejos, el conductor del enorme vehículo se bajó ensangrentado y con un brazo colocado en una posición totalmente antinatural, empezó a gritar y se lanzó sobre los pocos supervivientes que había del accidente pateándolos y golpeándolos con un trozo de hierro que había arrancado de una de las vallas destrozadas de la acera. Ese hombre estaba matando a gente delante de nosotros, pero lo más increíble es que los otros dos que se estaban golpeando dejaron de hacerlo y se unieron al conductor en su festín de violencia y asesinatos, atacando a todos los curiosos que se habían agolpado en la zona.

-Tenemos que irnos de aquí, ¡¡rápido!! - gritó el guardia civil mayor que nos acompañaba. - ¡¡¡Pérez, dónde coño va!!! - gritó mientras el joven se lanzaba a proteger a los viandantes.

-¡¡¡Hay que hacer algo!!! - dijo el joven Guardia Civil mientras corría sacando su pistola de la funda.

-Mierda.-Musitó.-No se muevan de aquí.-Salió corriendo detrás de su compañero.

Lo que pasó entonces rozaba lo dantesco. Pude contar que ya había diez personas repartiendo golpes a diestro y siniestro, lanzándose como animales salvajes contra hombres, mujeres y niños, golpeando y arrancando miembros como si fueran mantequilla. Al lugar habían llegado tres coches de policía que trataban de abrirse paso para llevar a los sujetos y contenerlos. Se escucharon los primeros disparos. La reacción de la gente a los disparos es igual en el ochenta por ciento de los casos, te coges la cabeza, te encorvas y buscas un parapeto donde tirarte al suelo y sentirte protegido. El quince por ciento, por dar una cifra, reaccionará tratando de defender la posición, definir la procedencia de los disparos y tratar de suprimirlos, lo que harían los soldados y policías... ¿qué pasa con el cinco por ciento restantes? Me lo he reservado para esta ocasión; aquellos hombres y mujeres no tuvieron reacción alguna a los disparos. Algunos habían sido alcanzados y sangraban copiosamente pero no paraban de atacar y matar a todo lo que se moviera. Unos cuantos se dirigieron hacia los policías que continuaban disparando. Pude ver que dos de los atacantes caían al suelo, aparentemente muertos, tras recibir una docena de disparos cada uno en todo su cuerpo, pero los que consiguieron llegar a los policías se lo pasaron de lo lindo. Comenzaron a golpearles, algunos les quitaron las porras y las armas usándolas sin piedad contra ellos, se regodeaban en sus actos, disfrutaban haciendo sufrir a los policías disparándoles y golpeándoles tratando de no matarlos para alargar su angustia y dolor.

-¡¡Vengan por aquí!! - nos sacaron de nuestro trance de un empujón.

Nos metieron en un Nissan de la Guardia Civil que había aparecido poco después que la policía por la calle contigua a donde nos encontrábamos. En ese momento vi que dos personas se giraron hacia nosotros, tenían la cara ensangrentada y los ojos inyectados de odio.

-¡¡¡Que no escapen!!! - gritó uno de ellos. Era el conductor del autobús, pude identificarle a pesar de haber cambiado el color de su camisa azul por un rojo brillante.

Cuatro personas se lanzaron en una frenética carrera por coger el Nissan que ya avanzaba a toda velocidad bajando por Conde Peñalver. No consiguieron alcanzarnos pero lo que vimos mientras huíamos no fue mucho mejor; la escena vivida se repetía en múltiples calles por las que íbamos pasando: coches estrellados, peleas, matanzas, disparos y un sin fin de secuencias que iban pasando delante de nuestros ojos a toda velocidad.

Al llegar a Moncloa antes de coger la A6 nos detuvimos. Un enorme control militar nos cerraba el paso. Estaba dividido en tres secciones y nosotros pasamos directamente a la última de ellas.

-Esperen aquí - dijo un Guardia Civil que no era ninguno de nuestros protectores. Salió del coche y se dirigió al punto de chequeo, entregó unos papeles, entró en la garita y salió acompañado por un teniente.

-Buenas tardes, perdonen el tramite pero es necesario. Tenemos orden de no dejar salir a nadie de Madrid sin la documentación y permisos adecuados. - nos dijo mientras nos saludaba.

Estuvimos cinco minutos allí parados. Detrás de nosotros, la primera sección era ya un hervidero de coches y personas gritando y tratando de pasar el control.

-Pasen, por favor - nos ordenaron.

-¿Dónde están los Guardias que nos protegían? - no pude evitar preguntarlo, pero sólo obtuve un silencio sepulcral por respuesta.

El Guardia Civil se montó en el coche y arrancó en dirección a nuestra casa. En ese momento comenzamos a escuchar los primeros disparos y gritos a nuestras espaldas.

3 comentarios:

  1. Madre mía madre mía!, que tensión!

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  2. Me está gustando en general pero es un poco inverosímil que una empresa que se presupone de tal magnitud, importancia y secretismo contrate tan alegremente a alguien y encima después trate tan bien y con tanto cuidado a alguien ajeno a los experimentos. Creo que si hubieras cuidado ese par de detalles mejoraría la historia, aún así, sigo leyendo, me gusta.

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  3. esta muy bueno, pero tmb me pregunto por k tanta amabilidad?

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