jueves, 29 de septiembre de 2011

ENTRADA 26

Menudo día pasamos ayer, nosotros que queríamos tratar de pasar desapercibidos y vigilar los movimientos en la calle para poder bajar al Mercadona.

La noche fue muy tranquila, nos turnamos para vigilar. Mientras uno dormía, o lo intentaba, otro vigilaba unas tres horas, para que no fuera muy pesado. La idea era estar en la cocina media hora, bajar al garaje otra media hora, salir al jardín trasero y, con cuidado, situarse de tal manera que pudiéramos ver las dos calles que hay, la del contenedor de hace unas noches y la paralela que da a los jardines de otro grupo de edificios de la urbanización, estar media hora vigilando y, sobre todo, atentos a los sonidos para después volver a casa para finalizar la vigilancia en la terraza delantera. Con esto cubríamos la zona trasera, ambas zonas a la vez, la zona trasera más ampliamente y la zona delantera, en ese orden, con la ventaja de que, entre medias, tenemos acceso a las zonas opuestas a la vez.

En mi turno pocas cosas que reseñar, algunos golpes que vienen de casas colindantes pero, al estar fuera de nuestro jardín, no me preocuparon demasiado, de momento. El día que salgamos no vamos a pasar por esa calle así que veremos cómo evoluciona el tema de los golpes, por si nos pudiera llegar a afectar en un futuro. Cuando he estado en el garaje me ha parecido oír el motor de una moto sierra arrancar y cortar, pero estaba lejos así que no he podido confirmarlo. Se lo comenté a Merche para que lo tuviera en cuenta en su turno. Al salir al jardín la noche estaba bastante tranquila, los golpes de las casas colindantes ya no se oían y el ambiente estaba relajado. Me he situado detrás de unos matorrales, me he tapado con una manta oscura y me he puesto a mirar las calles y a afinar bien el oído. He escuchado algunos ladridos de perros, algún golpe lejano y poco más. Cuando me he levantado para volver me ha parecido ver una sombra cruzar la calle, era bajita y parecía estar a cuatro patas. Se lo diré a Merche para que esté alerta pero al estar la verja, aún electrificada, tendrá una defensa por delante. Desde la terraza he oído algunos ruidos más, muy lejanos, que me han parecido disparos. Lo que me ha preocupado es que hemos tenido un corte de luz, ha durado toda mi vigilancia y, en la oscuridad, me ha parecido volver a ver la misma sombra que vi detrás.

Cuando ha llegado el cambio de turno, mientras Merche se despejaba un poco, yo he echado un vistazo a todo lo que nos dejó Juan. Aún tenemos algunos libros por leer. De uno de ellos, cuando he pasado las hojas rápidamente, ha caído al suelo una nota escrita a mano. "Cuando puedas, echa un vistazo a esta página, tienes el usuario y la contraseña más abajo, te ayudara a enfrentarte con los infectados y comprender lo que les pasa."

-¿Qué es eso? - me preguntó Merche saliendo del baño.

-Parece una nota de Juan, con una página con información sobre los infectados. - Respondí dejándola encima de la mesa al lado del ordenador - luego la miramos, hay que vigilar para que el plan del Mercadona vaya bien.

En el turno de Merche he tratado de dormir, pero no he podido. A Merche le ha pasado lo mismo, me ha dicho que ha dado algunas cabezadas pero que estaba intranquila, sobro todo la hora que he pasado fuera.

Cuando ella estaba en la cocina no ha pasado absolutamente nada, salvo que la luz seguía cortada. Yo me he echado en el sofá del salón y he podido dormir unos veinte minutos. Cuando le tocaba bajar al garaje, la luz ha vuelto de repente, como tratando de dar una sensación de seguridad por tener que salir a la calle. Como yo no podía dormir la he dicho que la acompañaba, por lo menos bajar con ella y ver que se metía en el coche a vigilar, con las ventanas medio bajadas. Se me ha adelantado mientras yo dejaba a las perritas en casa, aseguraba las ventanas y cogía la escopeta. Yuko se me ha escapado y ha bajado como loca detrás de Merche.

-!!!Yuko¡¡¡ - se oyó, claramente, a Merche chillar y, cuando lo hace de esa manera, es que algo pasa.

Yuko es una gamberra y cuando sale, sobre todo al garaje, le gusta salir corriendo por la cuesta a coger una piedra, pero en esta situación es más preocupante. Bajé corriendo, pero con una pequeña sonrisa por ver que la pequeña sigue igual, a pesar de todo.

-Mierda, mierda ¡¡¡Borja!!! - oí chillar a Merche y, acto seguido, un ladrido, muy lejos de ser de Yuko. Era más profundo y enfermizo, como si le costara ladrar al perro que lo lanzó.

Aceleré el paso y, al salir al garaje, vi a Merche en una esquina, abrazada a Yuko, que estaba aterrada y trataba de revolverse para salir corriendo, en frente suyo lo que parecía un Pastor Alemán, digo parecía porque tenía el cuerpo rarísimo, muy deformado y desarrollado, con agujeros por todo el cuerpo que, en lugar de dejar ver carne, tenían forma cavernosa y porosa, como si fuera una cueva volcánica llena de polvo y mierda.

-¡¡¡¡Eh!!! - reaccioné instintivamente para tratar de atraer su atención sobre mi y se olvidara de ellas. - ¡¡¡Ven aquí!!! - Le lancé una pequeña piedra que había en el suelo.

El perro reaccionó como esperaba, pero ahora yo tenía que reaccionar, apunté con la escopeta, apreté el gatillo, y nada.

-Mierda - maldije mientras comprobaba el arma, el seguro estaba puesto.

Atiné a soltarlo y, cuando fui a colocarme la escopeta para disparar, me encontré frente a frente con las fauces del animal, que había dado un salto increíble y se abalanzaba contra mí. Instintivamente puse la escopeta entre sus tremendos colmillos y mi cabeza. Mordió con tanta fuerza y su peso era tal, que caí de espaldas, con tan mala fortuna que fue sobre el hombro herido. Un tremendo calambre, producido por el dolor, recorrió mi espalda y mi cabeza. Estoy seguro de que estuve forcejeando por unos segundos de manera inconsciente, porque no recuerdo acabar en la postura que estábamos, el perro tenía entre sus fauces lo que parecían restos de la escopeta, que por momentos iba perdiendo cada vez más trozos con cada sacudida. Yo tenía una mano en el cuello del animal, tratando de alejar los dientes de mi cara, y la otra sujetaba la escopeta, como podía, dentro de la boca.

Mientras yo forcejeaba con el animal Merche se levantó y metió a Yuko en las escaleras de casa cerrando la puerta, cogió una de las cadenas de las motos y golpeó al animal en los cuartos traseros, este tuvo un momento de sorpresa que aproveché para lanzarlo hacia un lado. Traté de incorporarme, pero el dolor era tan fuerte que no puede mantener el equilibrio, caí al suelo de nuevo y noté como el perro me lanzaba un bocado, acertando en la bota, comenzó a tirar como un poseso, le metí una patada en la cabeza que hizo que me soltara, pero, cuando se recuperó, se lanzó sobre mí. Levanté las rodillas para parar la embestida y quedé atrapado de nuevo bajo el animal, con las piernas encogidas y las manos luchando con su cabeza para evitar un mordisco.

-¡¡¿¿Qué hago, qué hago??!! - Se preguntaba Merche mirando a todos lados

-¡¡¡Coge la escopeta y clávasela!!! - fue lo único que se me ocurría, la había mordido tanto que estaba retorcida de manera que acababa en una punta redonda.

Merche cogió la escopeta y trato de clavársela al animal, que permanecía abrazado a mí, revolviéndose como un loco tratando de mordernos.

-Es imposible, tiene la piel muy dura - Me gritó Merche.

-Espera - respondí.

Moví las piernas, como pude me abracé al animal con ellas, agarré con cada mano una fila de dientes y comencé a tirar tratando de abrirle la boca, manteniéndola abierta. Noté como mis manos comenzaban a sangrar por culpa de sus afiladísimos dientes. Conseguí abrirle la boca como unos veinte centímetros, mientras le trataba de inmovilizar con las piernas.

-Ahora, clávasela en la boca lo más fuerte que puedas - Le grité a Merche con un último aliento, ya estaba empezando a agotarme seriamente.

Merche cogió un poco de carrerilla y cargó contra la boca del animal, le clavó la escopeta, casi hasta la culata. Comenzó a caerme sangre a borbotones sobre la cabeza, el perro se revolvió y cayó a un lado, unas cuantas convulsiones más y se quedó totalmente quieto.

Me incorporé como pude y noté que el estomago me dolía. Me miré y vi que tenía la camiseta destrozada, debajo asomaban unos hilillos de sangre.

-Joder, como siga así, me voy a quedar sin ropa - lo primero que me vino a la cabeza fue esa tontería.

Merche comenzó a reír y me contagió. Nos reímos un buen rato al lado del cuerpo del animal mientras veíamos cómo Yuko rascaba la puerta como loca.

-Serás capulla - le dije a la perrita mientras me miraba con cara de tristeza, por las ganas que tenia de estar con nosotros.

Abrimos la puerta y se lanzó sobre mí, saltó hacia Merche. Nos empezó a dar vueltas como loca, contentísima por estar con nosotros.

-Me da que vamos a gastar la última grapadora estéril - le dije a Merche mientras hacia un movimiento leve con el hombro.

Ella comprobó la herida y, efectivamente, de diez grapas solo quedaban tres, la herida sangraba bastante. En el estomago tenía tres pequeños agujeros, hechos por las garras del animal, afortunadamente no eran muy profundos. En las manos tenía otra serie de agujerillos con pompas de sangre.

-Esperemos que esa vacuna funcione porque sino... - le dije a Merche.

-Seguro que sí, no te preocupes. - me tranquilizó - Seriamos uno de esos infectados hace tiempo si no funcionara.

Me ayudó a levantarme y subimos las escaleras, me recosté en el sillón. Me limpió la herida y la grapó de nuevo. Estaba tan agotado que me quedé dormido después de tomarme unos analgésicos y antibióticos. Tras cuatro horas me volví a despertar, ya era de noche.

-No te preocupes, no ha pasado nada, no ha habido ningún ruido - me informó Merche - parece que estamos solos y no se ha enterado nadie.

Respiré tranquilo, Merche estuvo vigilando mientras yo dormía y la situación era muy favorable. Decidimos no vigilar por la noche y descansar un rato, por la mañana miraríamos la página que nos decía Juan.

A las nueve de la mañana nos levantamos los dos, me di una ducha, sufriendo un poco los escozores de las heridas, y las volvimos a limpiar. Ambas habían dejado de sangrar.

-Cuando vayamos a la farmacia tenemos que buscar coagulantes o geles de esos que paran las hemorragias - le dije a Merche.

-Busca en internet cómo se llaman y así vamos más directos - me respondió.

Tras un rato de descanso, arranqué el ordenador y no funcionó, nos fijamos en los pocos aparatos eléctricos que manteníamos enchufados, la luz estaba cortada de nuevo. Estuvimos así aproximadamente dos horas. Hoy sí que hemos desaparecido del mundo, no hemos vigilado, no hemos hecho ruido, no nos hemos asomado y, por supuesto, no hemos salido.

Cuando volvimos a tener corriente, entré en la web que me pasó Juan. Efectivamente pedía un usuario y una contraseña para entrar. Introduje las que me facilitó en la hoja que acompañaba a los libros.

Era otra recopilación de documentos e información sobre pruebas de virus, resultados, desarrollo y sujetos afectados. También había unos documentos con directivas de seguridad y puntos donde acudir en caso de contagio masivo, se aseguraba que en ellos se podría vivir aproximadamente cuatro años. Eran centros en plena montaña, defendidos militarmente y con suficiente espacio para unas doscientas personas cada uno. Teníamos uno en la pedriza. Comenzamos a plantearnos la idea de tratar de ir a uno de ellos.

Esta noche trasladaré alguno de los documentos al blog. Ahora voy a descansar un poco más.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

ENTRADA 25

Por fin he podido dormir un poco, me he pasado la noche en la cocina, vigilando el jardín. Reconozco que alguna cabezada he dado pero ha sido imposible descansar. Merche ha tratado de dormir, me ha dicho que algo ha descansado pero no demasiado, así que estamos los dos agotados.

La noche ha pasado sin incidentes, por lo menos que nos hayan afectado. He visto a una persona que se acercaba a la valla, no ha llegado a tocarla pero a tratado de mirar hacia el interior, parecía bastante inquieta y, rápidamente, se ha marchado. También se han vuelto a oír los aullidos y gritos de la noche anterior, esta vez me ha parecido que estaban en la calle de chalets que hay en frente nuestro, las fincas son grandes así que estaban como a trescientos o cuatrocientos metros de nosotros. Se han ido apagando en dirección al camino de El Escorial.

Por la mañana me ha parecido oír un par de coches que arrancaban y salían rapidísimo de la calle por donde tiramos el contenedor, creo que uno de ellos se ha estrellado llegando al final de la calle que lleva a la estación de Renfe, no sé, ahora mismo no me planteo investigar nada de lo que pase a nuestro alrededor, quiero desaparecer del mapa y que parezca que aquí no hay nadie.

Nos toca hacer recuento de comida, de las cien latas que compramos, nos quedan unas setenta, después de acabar con la comida que teníamos; pasta, carne congelada y alguna cosilla mas. Hemos ido usando dos por día para cada uno más una para las perras, porque nos hemos quedado sin pienso para ellas, la verdad es que ahora vemos la importancia del racionamiento de comida. Vamos a tener que apañarnos con dos latas al día para los cuatro. De agua aún nos quedan diecisiete garrafas, ya que el agua corriente aun funciona y hemos estado usando unas pastillas potabilizadoras que tenemos, aunque nos estamos quedando sin ellas.

De medicinas de momento vamos bien, ambos tenemos como para seis meses, de genéricos tenemos una caja de ibuprofeno, dos de paracetamol y el botiquín de los viajes en moto esta completo con vendas, yodo, suero, tiritas y varias cosas que compré ayudado por un compañero médico, que me aconsejo lo que debería tener, y menos mal, porque mi herida del hombro sería bastante fea de no ser por todo lo que tenemos. Al final he conseguido que Merche me cierre el corte con la grapadora estéril. Las tiras de brecha se soltaban a menudo. Parece que está cerrando perfectamente, espero que no se abra de nuevo porque sólo nos queda una grapadora, lo siguiente seria utilizar los kits de sutura de un solo uso y, ni Merche ni yo sabemos usarlos.

De la casa de los vecinos pudimos coger algo de comida, que hay que sumar a lo que tenemos, y una caja de antibióticos genéricos que me están ayudando a curarme.

De todos modos, después de terminar el repaso al material, hemos pensado que convendría hacer una visita al Mercadona para coger lo que podamos, o quede, y, si podemos, pasar por la farmacia o el ambulatorio para pillar más antibióticos. La verdad es que nos preocupa mucho esta decisión de salir de casa, sobre todo, porque ayer los aullidos y gritos venían de esa zona, esta vez vamos a planearlo detenidamente.

Además, ya que bajamos, vamos a pasar por casa de la hermana de Merche, a ver qué tal están y valorar la posibilidad de juntarnos los cuatro en una casa.

Hemos pensado en llevarlo a cabo en cinco días, dar tiempo para que parezca que no hay nadie y poder ver cómo evoluciona mi hombro, además de estar descansados al cien por cien, nos vamos a jugar la vida de verdad. Vamos a bajar con el otro coche, el C4, lo encenderemos lo menos posible, al ser cuestas abajo lo dejaremos caer apagado, hemos pensado aparcarlo en el garaje del Mercadona, si está abierto. Es subterráneo y podrá darnos una buena ventaja en caso de estar despejado. Desde él tendremos dos vías de escape por distintas calles. Después del supermercado iremos por la puerta de atrás a la farmacia, y, en caso de ser necesario, al ambulatorio. Lo vamos a hacer al amanecer. Esperemos que los infectados duerman y lo hagan bien lejos de la zona. Nos vamos a dedicar estos cinco días a estudiar el ambiente que hay, escuchando, marcando los gritos y ruidos. Saldremos a la calle por las noches
para comprobar la situación.

Esperemos que vaya todo bien, voy a intentar dormir un poco, han pasado seis horas desde el último incidente y parece todo tranquilo.

ENTRADA 24

Nos hemos levantado tarde, no es que hayamos dormido demasiado pero estar tirados en la cama también ayuda a que el cuerpo descanse. Le damos vueltas a cómo deshacernos de los cuerpos, la idea de quemarlos en un contenedor gana fuerza pero no queremos hacerlo cerca de casa así que la idea es tirar los cuerpos por la ventana al jardín de atrás, meternos en un contenedor que hayamos traído, parte peligrosa, y llevarlo un par de calles abajo para prenderle el fuego y dejarlo consumirse con la esperanza de que no se propague a ninguna casa.

Estamos preocupados con los dos elementos que vimos ayer, puede que sean más y no queremos llamar la atención de un grupo peligroso pero el olor se está haciendo muy pesado y eso que tenemos un piso entre medias.

En fin, el plan es salir cuando empiece a oscurecer, coger un contenedor de la calle de atrás, están como a cincuenta metros de la salida del jardín, traerlo haciendo el menor ruido posible, ponerlo bajo la ventana y tirar los cuerpos desde el piso, con suerte habrá bolsas de basura que amortiguaran el sonido. Esta vez vamos a ir armados los dos, Merche con la pistola y yo con la escopeta, además llevaremos un cuchillo de cocina cada uno, dejaremos a las perras en casa preparadas junto a un par de mochilas, si hay que correr cogeremos todo y saldremos pitando. Vamos a probar una pequeña trampa que hemos pensado.

Son las 17.30 casi, estamos empezando a estar nerviosos por lo que nos espera pero no queremos adelantar los planes, la calle está bastante tranquila, he estado observando lo más posible por si hubiera alguien vigilando o en las casas cercanas.

Hemos puesto la televisión, no hay noticias, solo una serie de textos con zonas seguras, recomendaciones y directrices de defensa personal y primeros auxilios, parece que el problema se ha extendido bien por el mundo.

Las 20.00, es la hora, el sol ya ha desaparecido y el cielo está iluminado de forma tenue, en breve será de noche y si todo va bien las farolas se encenderán en un par de horas. Salimos de casa, las perras se están portando muy bien y no ladran cuando nos vamos. Bajamos las escaleras, hemos decidido salir por uno de los huecos del garaje en lugar de abrir la puerta. Todo despejado, nada de ruido. Nos hemos vestido completamente de negro, gorro y guantes incluidos, y nos hemos pintado la cara con tinte negro que tengo de jugar al airsoft, no llevamos linterna para no tener la tentación de encenderla.

Cruzamos al otro lado del jardín y nos pegamos a la pared de los edificios que tenemos enfrente del nuestro, vamos avanzando pegados y poco a poco por las rendijas de los desagües tratando de no hacer ruido. Paramos en la esquina del jardín que da a la verja, miro al fondo, el piso primero de ese edificio es donde vi el otro día las sombras humanas moverse en la cocina. Nos quedamos unos cinco minutos mirando, no pasa absolutamente nada. Decidimos que es momento de seguir, cuando llegamos a la puerta de la verja nos paramos y preparamos la trampa, hace poco tuvimos que comprar una batería de coche para poner en el Saab de mi padre pero no tuvimos tiempo de llevársela, con unas pinzas de coche la conectamos a la alambrada, el chispazo ha sido considerable, imaginamos que si alguien la toca se llevara un buen latigazo.

Salimos del jardín abriendo la puerta con un palo dejándolo atravesado sujetándola abierta para cuando volvamos con el contenedor simplemente retirarlo y que se cierra la puerta sola. Avanzamos por los jardines agazapándonos en los matorrales y arboles, no pasa nada de nada, no se oye nada de nada. Estamos a cinco metros del contenedor detrás de unos setos, la situación es complicada, el contenedor se encuentra en un cruce de cuatro calles, esta todo oscuro y no se ve nada de nada, pero tenemos la sensación de no estar solos, espero que sea solo eso.

Merche se queda vigilando y me acerco al contenedor, comienzo a empujarlo, se oyen dentro unas pocas bolsas pero no pesa y se mueve fácilmente y sin hacer el ruido de vibración de cuando están vacios. Vamos bien, sigo avanzando y Merche va reculando, cada dos o tres metros que avanzo yo, protegiéndome. Hemos llegado sin problemas a la puerta del jardín, primer obstáculo, hay que subirlo a la acera y tener cuidado de no tocar la verja.

- A la de tres – me dice Merche.

Yo he levantado el contenedor y ella ha empujado para dejar dos ruedas sobre la acera, cambiamos posición y ahora ella tira y yo empujo y levanto, bien, el contenedor esta dentro del jardín, damos una patadita al palo. Nos quedamos los dos helados y paralizados. Un grito se comienza a oír a lo lejos, parece que está en la zona del Mercadona. Dos gritos más se unen al primero, uno lo situamos, creemos, en la calle de la estación, dos calles más abajo, el tercero no logramos situarlo. Son como audillos, llenos de energía, se van moviendo pero no conseguimos saber hacia dónde. De repente se comienzan a oír golpes tremendos en la zona del Mercadona, parece que están tratando de romper la verja y los cristales, eso nos da un respiro, están entretenidos. Comenzamos a empujar los dos el contenedor hacia nuestro edificio, esta vez vamos con más prisa, queremos acabar cuanto antes.

- Vale, aquí está bien, subo a tirar los cuerpos y tu vigilas desde casa, te parece – le propongo a Merche.

- Si – me responde aliviada – prefiero estar dentro y abrazarme a Yuko un rato – abrazar a nuestra perrita pequeña la relaja.

Subo al tercero, entro en la cocina y comienzo a meter los trozos de los niños en bolsas de basura, es muy tétrico pero me han facilitado el trabajo. Después me dirijo a la habitación donde sucedió todo ayer y abro la ventana. Tiro las cuatro bolsas que he preparado en la cocina, dos entran en el contenedor sin hacer apenas ruido y dos se quedan a los pies. Envuelvo al padre en papel transparente de cocina y lo apoyo contra el quicio de la ventana, el hecho de que este vacío lo libera muchísimo de peso. Lo lanzo al contenedor, ha hecho algo más de ruido porque ha golpeado contra los laterales antes de partirse y quedar hecho una V en el interior. Ahora lo más difícil, la madre esta entera salvo la cabeza, además ese brazo hiperdesarrollado parece muy molesto y pesado. Me ha costado un buen rato dejarla caer por la ventana, desafortunadamente ha hecho que el contenedor se vuelque y queden todos tirados por el jardín.

- Joder – me dije a mi mismo mientras me volvía a la habitación buscando un poco de relajación y descanso.

Me quede mirando las paredes y pensé que mañana deberíamos tratar de subir la manguera del jardín delantero y darle un buen repaso, espero que llegue.

Baje a casa, avise a Merche y salimos de nuevo al jardín, en veinte minutos recogimos todos los cuerpos y los metimos en el contenedor. Ahora no se escuchaba nada, el silencio había vuelto y la oscuridad dominaba a nuestro alrededor.

- ¿Dónde los llevamos? – preguntó Merche.

- Uf, no sé, el haber escuchado esos gritos me ha dejado preocupado y no oír nada ahora me acojona más todavía. – respondí.

- Me pasa igual – me confirmo Merche – pero en algún momento tendremos que hacer algo con ellos, además, habiendo llegado hasta aquí serie una tontería no seguir.

- Tienes toda la razón – estaba claro que no podíamos rendirnos ahora – que te parece si los llevamos a la calle de al lado que es en cuesta, y los dejamos caer hasta donde lleguen, sin prender fuego ni nada.

- Me parece perfecto – respondió Merche comenzando a acercarse a la verja para abrirla con el palo.

Comencé a empujar el contenedor y llegamos hasta la esquina de la calle objetivo, empujamos el contenedor y comenzó a deslizarse calle abajo, nos quedamos un rato mirando como iba cogiendo velocidad y bajando la calle en línea recta.

- ¡¡¡Eh!! ¿Quién hay ahí? – grito una voz en la calle de abajo cuando paso el contenedor por ella.

Solo pudimos salir corriendo y volver a casa, no nos paramos a saber si era por nosotros, si nos habían visto, si era una persona normal o uno de los locos asesinos que vimos ayer. Nos encerramos en casa, dejamos la batería en la calle, nos preocuparemos de ella mañana y estando conectada nos dará algo de seguridad, ahora mismo queremos no dar ni una señal de vida, ni siquiera nos hemos preocupado de comprobar que no nos seguía nadie, mierda de miedo, no deja pensar con claridad.

Dejo de escribir, tengo que vigilar el jardín trasero por si aparece alguien.

martes, 27 de septiembre de 2011

ENTRADA 23

Despues de los acontecimientos ocurridos estos días he decidido cambiar el nombre del blog. No tiene sentido mantenerle el nombre original ya que el curro ha pasado a ser algo muy anecdótico.

PARTE II: Pandemon

Historia de una extinción.

¿Por qué ese nombre? Esa palabra forma parte de la raiz de Pandemia y su significado seria "Todo"(Pan) + "Pueblo"(Demos). Me ha parecido apropiada. He agregado una "entrada 0" recordando el titulo original.

He dormido bastante esta noche después del aventura, por llamarlo de alguna manera, de ayer, me he despertado con esto en la cabeza y he querido cambiarlo antes de que se me olvide u ocurra algo inesperado. Veremos que tal transcurre el dia de hoy.

ENTRADA 22

Madre mía, menuda mierda que acabamos de vivir.

Lo primero que hemos hecho antes de nada es colocar el coche en la puerta que da al garaje, lo hemos atravesado dejándolo de tal manera que la puerta solo se puede abrir unos 30 centímetros antes de dar con el lateral dejando la puerta del conductor a mano para crear un pasillito entre el coche y la casa para montarnos rápidamente.

Al bajar al garaje, ataviados como he contado en la anterior entrada y con las perras en brazos, he salido por delante de Merche, que vigilaba la parte derecha, donde están los trasteros. Salí pegado a la pared para irme detrás de las motos y poder tener una visión del jardín trasero para confirmar que no había nadie, bien, de momento estamos solos. Merche salió detrás dejando la puerta apoyada sobre el pin para no tenerla cerrada del todo y se situó entre las motos para tener un escondrijo y cobertura vigilando los trasteros y la entrada de coches. Nuestro garaje es uno de esos típicos de la sierra, esta justo debajo del edificio con las vigas de sujeción al aire dejando una serie de largos huecos y una entrada para los coches. Somos de los pocos edificios de la urbanización que no lo han cerrado para hacerlo más privado, así que, aunque un poco aparatoso, alguien puede tratar de sorprendernos tirándose por uno de esos huecos después de recorrer unos 10 metros de césped.

Cuando Merche estuvo colocada yo pase por detrás de los dos coches que hay aparcados, el polo del vecino y nuestro Clio, para tener una visión recta de la entrada de coches. Todo tranquilo de momento. Avance y me coloque pegado al muro, a mi izquierda quedaba la entrada al garaje vecino, con su puerta bajada y al parecer cerrada, en frente tenia la cuesta de bajada y la visión del jardín y la calle principal. Todo tranquilo de momento. Me deslice hacia la puerta y comprobé que estaba cerrada, bien, por aquí no saldrá nadie sin hacer ruido para abrirla. Me acerque al recodo que hace el jardín vecino y asome la cabeza para mirar al final de la calle. Todo tranquilo de momento. Cruce agachado la cuesta para asomarme a ver el otro extremo. Todo tranquilo de momento.

- No hay nadie en la calle - le dije a Merche por el walkie del decathlon que compramos hace años, por fin les dábamos un uso más que el de hablar desde una habitación a otra para probarlos.

Entonces Merche se deslizo silenciosamente y abrió el coche con la llave desde la puerta del conductor, de este modo no hace el ruido del cierre centralizado.

- Me meto en el coche - me dijo, mientras la veía hacerlo a mis espaldas. Ató a las perras en la parte de atrás.

Llegó el momento más peligroso, encender el coche, sí, después de mucho sopesarlo decidimos que lo mejor era encenderlo para hacer las maniobras, si nos pillaban empujando y agotados seria más complicado defenderse y en caso de problemas podríamos salir con el coche a toda velocidad para tratar de despistarlos, de ahí que bajáramos con las perras y una mochila de supervivencia o por lo menos lo que pensábamos que podríamos necesitar sin llegar a ser muy pesado. El coche arranco a la primera, afortunadamente el Clio no hace demasiado ruido, me asome a los dos lados de la calle para comprobar el efecto del arranque. Todo tranquilo de momento. Merche comenzó a maniobrar y en diez minutos coloco el coche en la posición que habíamos quedado, apago el coche y saco a las perras y la mochila de la parte trasera.

- Ya esta, ven rápido - Me dijo por el walkie.

Un rugido sonó al final de la calle.

- Joder, creo que nos han oído, entra en casa rápido - le respondí a Merche por el walkie mientras corría cuesta abajo lo mas silenciosamente posible y lo más rápido que podía.

Cuando llegue al coche vi cuatro piernas en la calle principal.

- Te digo que he oído algo por aquí - dijo una voz rabiosa y llena de ansiedad.

- Estas flipando cabronazo, por qué coño hemos venido - respondió otra voz más violentamente - tenemos presas dos calles más abajo.

¿Presas? hablan como si fueran cazadores.

- Joder, te digo que por aquí hay alguien - chillo la primera voz.

Noté como uno de ellos saltaba en la rampa de bajada a nuestro garaje, mierda, no puedo entrar en casa y cerrar la puerta, golpea contra el suelo y hace mucho ruido.

- ¡¡Que te de!! - dijo la segunda voz - me voy a por los cachos de carne que hemos localizado, te vas a quedar sin tu parte, gilipollas. - Se oyó como corría y chillaba de alegría al mismo tiempo.

- Mierda, mierda - maldijo el primero a la altura del garaje vecino - espera maldito hijo de puta, quiero mi parte o te matare a ti. - y salió corriendo detrás del primero.

Madre mía, me siento como en una película de terror, estaba acurrucándome detrás del coche tratando de no hacer ruido y preparando el martillo. Cuando deje de oírles gritar a lo lejos me levante aliviado pero con un subidon de adrenalina tremendo, Merche apareció en el garaje y me abrazo fuertemente.

- ¿Estás bien? – Me pregunto muy preocupada.

- Sí, sí – dije casi tartamudeando de la impresión – ha estado cerca, que agobio.
Espero que nos vaya mejor arriba.

Me sonrió y respiro hondo.

- Si no quieres lo podemos dejar para otro día – comenzó a decir - si en dos semanas no ha pasado nada no creo que vaya a pasar esta noche.

- Prefiero aprovechar el momento de subidon – le dije – no te preocupes, es mejor hacerlo ahora que estamos alerta.

Volvió a sonreírme y asintió.

- Vamos a por ellos – me dijo con aire valiente y seguro.

Siguiente misión, comprobar el piso de los vecinos. Subimos lentamente las escaleras después de dejar a las perritas en casa, algo asustadas pero tranquilas por lo menos, no empezaron a ladrar. Eran las 19.00 y comenzaba a oscurecer, mierda, menos mal que llevábamos las linternas, queríamos poder hacerlo con algo más de luz natural. Oímos un ligero golpe venir de la casa.

- O se ha caído algo o hay alguien allí arriba – dijo Merche algo asustada tratando de contener los nervios. - ¿Cuántos eran?

- Pues si no recuerdo mal unos cinco, el padre, la madre y tres niños. – le dije recordando a los vecinos.

- Joder – es lo único que llego a salir de la boquita de Merche.

Continuamos subiendo y el silencio era sepulcral, no se oía nada de nada, la idea de que se había caído algo empezaba a reforzarse en nuestras mentes pero seguíamos alerta y con la adrenalina por las nubes.

Llegamos al último descansillo de escaleras entre pisos, me asome y vi que la puerta estaba entornada, paramos un momento a tratar de trazar un plan de acción.

- ¿Qué opinas? – le pregunte a Merche.

- Uf – suspiro nerviosa – no sé, entramos y miramos – empezamos a reírnos los dos ante la idea. – lo que decidas está bien.

- Pues vamos a probar lo más simple, entramos y aseguramos el descansillo y la cocina, pasamos al salón y después las habitaciones como se nos vaya ocurriendo. – le dije improvisando un plan. – yo entro a la cocina y tú te quedas en la puerta apuntando hacia el salón, después paso al salón hacia la derecha y tu apuntas hacia el distribuidor. Las habitaciones lo pensamos cuando lleguemos a ese punto, quizá no lleguemos ni a entrar.

- Me parece bien – me dijo sonriendo. – A por ellos.

Llegamos a la altura de la puerta entornada, escudriñe el interior y un fuerte olor me golpeo la nariz, casi vomito.

- ¿A qué demonios huele? – pregunto Merche mientras se tapaba la nariz.

- No tengo ni idea – dije echándome un paso atrás.

- Parece carne podrida – apunto Merche mientras nos recomponíamos y nos poníamos unos pañuelos en la cara.

Empuje la puerta y me deslice hacia la cocina mientras Merche aseguraba la puerta y apuntaba hacia el salón. La cocina estaba tenuemente iluminada por la poca luz que aun quedaba en el exterior, el olor era muy fuerte. Encendí la luz.

- ¡¡¡Joder!!! – chille siendo consciente de que supuso el aviso de nuestra gloriosa entrada en la casa.

- ¿Qué pasa? – pregunto Merche mosqueada por el ruido que hice, mientras entraba en la cocina - ¡¡¡Joder!!! – solo le salió lo mismo que a mí.

La escena era horrible, los tres niños estaban desperdigados por el suelo de la cocina y cuando digo desperdigados me refiero a que estaban repartidos por toda la cocina, habían sido brutalmente mutilados y arrojados al suelo con violencia. Tratamos de recomponernos de la escena y un golpe sordo nos saco del trance y nos puso otra vez en guardia. Vi que Merche derramaba unas lágrimas y la puse la mano en el hombro para tratar de tranquilizarla.

- Joder – me volvió a decir por lo bajo – esto es demasiado.

- Lo sé, vamos a terminar cuanto antes – le dije tratando de mantener la compostura.

Pase al salón y estaba totalmente despejado, los muebles habían sido movidos como si hubiera habido una persecución, cruzados en puntos por donde estaba el paso de una zona a otra, algunos destrozados, otros simplemente arrastrados. Otro golpe nos llamo la atención, estaba claro que había alguien en la habitación principal.

- ¿Miramos las dos habitaciones pequeñas y enfilamos la principal de frente? – le pregunte a Merche que se limito a asentir.

Me dirigí hacia el distribuidor, me asome poco a poco apoyado en la puerta y comprobé que la puerta de la habitación principal estaba cerrada, así como la de la habitación pequeña. Le hice una señal a Merche haciéndola saber que iba a pasar y a mirar la habitación abierta y el baño, ella tomo mi posición, acurrucada, y apunto hacia la puerta de la habitación principal que quedaba a apenas cincuenta centímetros. Entre en el baño, vacio, entre en la habitación abierta, vacía, otro golpe de la habitación principal nos llamo la atención. Informe a Merche de que iba a abrir la puerta de la habitación pequeña después de apoyar la oreja tratando de adivinar algún sonido. Abrí la puerta.

- ¡¡Mierda!! – dije tratando de contener la voz. – Mejor que aquí no mires.

La escena era peor que la de la cocina, el padre estaba atado a la cama, las paredes estaban teñidas de rojo con cantidad de trocitos de lo que seguramente eran órganos internos. Tenía el tronco abierto hacia afuera, con todos los restos desparramados alrededor, el olor era tremendamente asqueroso y penetrante.

En ese momento sonó un golpe más fuerte y la puerta de la habitación principal se abrió.

- ¡¡Borja!! – Grito Merche.

La escena me paso a cámara lenta. Una masa se abalanzo sobre mí cargando con fuerza, intuí que era la madre. Tenía el brazo derecho tremendamente deformado y desarrollado y lo iba chocando contra las paredes y marcos de las puertas sin poder moverlo a penas. Una de las rodillas tenía un bulto enorme y le impedía moverse con soltura, cargaba con ansias pero incapaz de moverse con agilidad.

- ¡¡Mierda, mierda, mierda!! – grite mientras trataba de contenerla con el brazo del escudo dándome cuenta de que lo había dejado caer al ver al padre.

Trate de agarrar el brazo “sano” con mi mano derecha mientras lanzaba un golpe contra mí. Caímos los dos en el suelo de la habitación del cuerpo descuartizado. Note como me golpeaba el hombro contra la esquina de metal de la cama y como la camiseta se desgarraba mientras empecé a notar calor por todo el brazo.

- Joder – grite de dolor mientras contenía el peso de la mujer sobre mí tratando de golpearme con la cabeza y forcejeando violentamente con el brazo que tenia atrapado en mi mano.

- ¡¡Borja!! – grito Merche – ¡¡Golpéala con el martillo, lo tienes a tu izquierda. No quiero dispárala en esa postura!!

Me revolví y puse las rodillas contra su pecho, ella seguía tratando de golpearme con la cabeza, alargue el brazo izquierdo y note muchísimo dolor y calambres, palpe el suelo hasta que di con lo que supuse que era el martillo, lo cogí y descargué, con la fuerza que pude y el dolor me permitía, un golpe contra su cabeza. La mujer se tambaleo y se echo hacia atrás arrastrándose. Mire mi mano y vi lo que parecía una pierna de muñeco de acción de esos Action Man enormes que venden ahora, se lo había destrozado en la cara y se le había clavado en el ojo un brazo y la cabeza se le había atragantado, la situación parecía bastante cómica, el resto del muñeco estaba destrozado en el suelo cubierto por un pequeño reguero de sangre. La mujer trato de levantarse y su cabeza salto en pedazos. Vi a Merche con los ojos como platos, aprovecho el momento para apuntar a bocajarro contra la cabeza de la mujer y le reventó los sesos.

- ¿Estás bien? – me grito, yo no salía de mi asombro - ¿¿Estás bien?? – grito más fuertemente.

- Eh, sí, sí – respondí – me duele mucho el hombro y he debido caer en algo húmedo.

- Déjame ver – me dijo mientras se tranquilizaba. – joder, si te has hecho una herida tremenda en el hombro, lo que esta húmedo es tu sangre. – dijo alarmada y cabreada – ten más cuidado joder.

- Que quieres que le haga – dije asombrado por recibir una charla en esa situación. Los dos nos echamos a reír ante la escena.

Recogimos nuestras cosas, nos quedamos pensando qué hacer con los cuerpos, si nosotros íbamos a vivir allí no podían quedarse. Bajamos a casa y me Merche me curo con suero, yodo y me puso tiritas de brechas en el corte, no tenía tan mala pinta aunque dolía muchísimo.

- Mañana metemos los cuerpos en un contenedor y le prendemos fuego – dijo Merche.

- Me parece una gran idea, pero ahora necesito descansar – le dije agotado.

- Sí, cariño – me dijo con una sonrisa mientras me acariciaba el pelo y me quedaba dormido en su regazo.

Ha sido un día muy agitado, nos hemos enfrentado a nuestros primeros infectados y hemos tenido suerte, la verdad es que menos mal que los primeros se largaron, no creo que hubiera sido tan “fácil” acabar con ellos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

ENTRADA 21

La noche ha pasado sin más sobresaltos, eso sí, me ha costado muchísimo dormir.

Por la mañana he bajado a cerrar bien la puerta del jardín trasero, he cogido algo de cuerda de escalada y la he atado a la manilla para después pasarla hasta la barandilla que hay en frente dejándola bien tensa. La puerta es una mierda pero eso debería bastar para hacer algo más complicado abrirla. Me he quedado un ratillo mirando a través del cristal, fijándome en los pisos de enfrente, algunos tienen las ventanas rotas, otras están abiertas de par en par con las cortinas salidas y hondeando hechas girones. No parece que haya demasiada gente, he podido ver que en uno de los pisos del fondo se mueve gente pero no he querido mirar detenidamente para que no me vieran. He caído en que en nuestro bloque de seis vecinos, a parte de nosotros, tenemos a los del tercero B, hace tiempo que no se les oye y suelen ser de esos vecinos bastante ruidosos, cuando he vuelto a casa le he comentado a Merche la posibilidad de ver si están o no.

- Es un poco locura pero nos quedaremos más tranquilos si comprobamos que no están - respondió Merche poco convencida de salir pero con visible interés por confirmar que éramos los únicos de la casa. - No quiero tener ningún susto.

- De acuerdo entonces, esta tarde subimos. - dije confirmando la odisea que nos
esperaba. - No sé qué hacer con la puerta que da al garaje, no quiero dejarnos totalmente encerrados pero tampoco quiero dar posibilidades para entrar.

- Si fuera un garaje cerrado y no abierto, daría igual esa puerta pero pueden entrar como les de la gana. - Me informo Merche de algo que ya sabia y que me preocupaba igual que a ella. - Hagamos una cosa, ponemos el coche enfrente de modo que deje solo un espacio mínimo para abrirse e impida poder agruparse a mas de una o dos personas, dejándola en línea con la puerta del coche para poder meternos directamente por el hueco, la cerramos con un nudo simple, que tirando de la cuerda se suelte más o menos fácil y punto.

- Me parece una buena idea. - y nos pusimos manos a la obra para prepararnos para todo lo que queríamos hacer ese día.

Pusimos la televisión para informarnos de la situación, parece que empieza a estar descontrolada, siguen llamándolo "disturbios graves" pero ya no están focalizados en ciertas zonas sino que están propagándose por todos los barrios de las ciudades. Se ven cantidad de grupos de antidisturbios tratando de contener a los violentos pero cortan cuando la situación se vuelve desesperada para las fuerzas de seguridad. Siguen con las recomendaciones de no salir a la calle y evitar el contacto con los grupos violentos ya que no es posible mantener segura a toda la población.
Se está propagando rápidamente, demasiado rápido y mandar solo a policías con escudos y porras no lo va a detener.

Después de las noticias nacionales han hablado de la situación en todo el mundo. Los Israelís han decidido que es culpa de los palestinos y han lanzado una ofensiva en la franja de Gaza llevándose por delante a todo lo que han pillado, ya no hay activistas protestando, ya no se preocupa la OTAN del tema con lo que no han sido frenados por nadie. Irán está amenazando a la sociedad Occidental con sus misiles nucleares, para ellos la culpa es del gran infiel americano y están dispuestos a borrarlos de la faz de la tierra. Las dos Coreas han entrado en una nueva guerra abierta, el Norte ha invadido el Sur y la situación es desesperada para miles de refugiados que tratan de huir hacia las costas para navegar a China o Indonesia. Estados Unidos se está enfrentando al mayor éxodo del siglo proveniente de Sur América. El mundo es un caos, hablan de un inminente conflicto mundial pero no saben explicar los motivos.

Me he conectado al chat de los laboratorios después de ver todo esto, el tío que vivía en Sudamérica ha dejado un comentario final hace unos días "nos vamos a USA, esto es un infierno y todo se va al carajo, casi no queda ejército ni policía, ojala pudiera volver a Italia y ver a mi familia”. Se suceden los comentarios de matanzas, infiernos y peticiones de socorro. Hay un mensaje general en el correo electrónico "COMUNICADO PARA TODAS LAS DIVISIONES" se titula, nos invitan a acudir a una serie de puntos seguros y de evacuación si nos encontramos en una de las miles de ciudades en alerta roja, a mantenernos en nuestras casas y no salir a la calle si estamos en las de alerta verde y a los que están en lo que denominan "ciudades cero" simplemente les desean suerte.

Esta noche, después de hacer todo lo planeado, trataremos de contactar con nuestros familiares. Llevo 3 días sin hablar con mis padres y Merche dos sin saber nada de su Madre, tenemos más noticias de la hermana de Merche porque vive a unas pocas manzanas de nosotros.

Son las 15.00 y tenemos todo preparado para subir a casa de los vecinos, espero que todo vaya bien. Merche lleva la pistola con el silenciador que nos dejaron los Guardias Civiles y, por si acaso, una linterna, yo llevo un martillo grande que tenemos y un tablón de madera a modo de escudo, somos un autentico cuadro.

Allá vamos...

ENTRADA 20

Creemos que nos ha despertado un disparo, es difícil saberlo, estábamos durmiendo tranquilamente y es como si hubiésemos oído un fuerte estruendo, mi mente me dice que estaba soñando con fuegos artificiales, que cosa más rara.

Nos hemos asomado a la calle, desierta como estas últimas noches pero afortunadamente iluminada por las farolas, todavía.

Yuko ha ladrado un par de veces y la hemos tenido que coger y hacerla callar del susto que nos ha dado, en pocos minutos hemos oído algo en la calle. He mirado por las persianas y no he visto nada pero siento que hay alguien ahí fuera, no sé cómo he tenido el valor y he salido al portal a mirar si las puertas estaban cerradas, he asomado la cabeza con cuidado y me he tenido que esconder rápidamente, en la puerta había un tío con las ropas rasgadas y los ojos iluminados, como cuando diriges una linterna a un perro en la oscuridad, mirando pegado al cristal. Creo que no me ha visto porque no ha reaccionado y en cinco interminables minutos se ha marchado hacia la derecha de la calle, le he oído gritar y parece que ha salido corriendo ya que se le oía dar alaridos hasta que han desparecido a lo lejos. Tengo el corazón a mil por hora, he bajado rápidamente a ver las puertas del garaje y el jardín, como se abren hacia afuera, mañana las atare a la barandilla de la escalera con cuerda de escalada que compre hace tiempo para que sean algo más resistentes, la del portal la voy a reforzar con las macetas que hay, por lo menos para que se haga pesado empujarla.

No me lo puedo creer, estoy aceleradísimo y no paro de pensar en vías de escape, en como reforzar la casa y en cómo mantenernos seguros, Merche esta igual.

domingo, 25 de septiembre de 2011

ENTRADA 19

La cosa esta extraña, las calles están desiertas, los telediarios tratan de forma habitual las revueltas y brotes violentos que se han estado sucediendo en casi todo el mundo. Hemos oído un par de chillidos que venían de las casas de dos calles más arriba que se han apagado con un estruendoso golpe metálico, después nada.

Uno de los libros que tenemos cuenta un poco los resultados y efectos secundarios de algunas de las muestras que se han desarrollado en el laboratorio, creo que este nos lo ha colado Juan para que sepamos a que podemos enfrentarnos. Son de lo más variopinto, desde lo más usual y normal como vómitos, fiebres, diarreas, mareos llegando a algunos muy extremos y asquerosos como un desarrollo muscular hipertrofiado llegando a reventar los músculos desgarrando la piel, hemorragias internas que acaban saliendo por todos los orificios del cuerpo, pústulas, heridas hemorrágicas, tejido muerto y así un sinfín de efectos tremendamente inquietantes.

Lo que más llama la atención es lo que se busca con esto, evitar que un soldado sienta dolor, cansancio o arrepentimiento ante acciones de extrema violencia. Esto hace que un soldado pueda llegar a sentir un ansia de sangre desatada y necesite matar para relajar la sensación.

Hay una prueba de campo en la que se inyecto un compuesto en uno de los soldados de una unidad de ocho efectivos, al cabo de veinte minutos tres de ellos estaban contagiados por compartir la cantimplora, a los treinta minutos los cuatro sujetos contagiados atacaron a los otros cuatro efectivos ya que necesitaban acción y sangre, “sacado de las conversaciones entre ellos” pone a pie de página, y decidieron descuartizarlos mientras dormían. A las dos horas llegaron al objetivo y realizaron una autentica masacre, no especifica el numero ni tipo de bajas.
Volviendo al campamento, sintieron una furia insostenible que provoco que se mataran entre ellos dejando a un solo superviviente que en setenta y dos horas murió por hemorragias internas atado a una camilla en el helicóptero que le trasladaba al hospital militar.

Pone la piel de gallina pensar que el ser humano sea capaz de provocar todo esto.

Un nuevo golpe nos ha sacado a ambos de la lectura, esta vez ha sido en la calle de al lado, hemos abierto un poco las persianas para mirar y hemos visto pasar un grupo de tres personas corriendo seguidos de dos más que parecían tener sangre en la ropa y gritaban como posesos, los chillidos se han ido alejando y no sabemos que habrá pasado. Parece que la epidemia ha llegado a nuestra casa, tenemos las armas preparadas y las perras están bastante nerviosas.

Como he dicho, parece que en la televisión, a pesar de seguir con la programación normal de series y películas, los telediarios tratan el tema como “disturbios focalizados graves” con algo más de preocupación tratando de informar lo mas posible, recomendando no salir de casa a partir de las 18.00 horas y evitando lugares muy concurridos.

Internet funciona y estamos conectados con el laboratorio, las bases de datos están todas cerradas y solo tenemos acceso a una especie de chat entre los trabajadores. Algunos dicen que están desesperados, no aguantan encerrados en casa y los disturbios son cada vez más frecuentes cerca de sus hogares, otro dice que un familiar suyo que vive en Israel ha oído decir que se está preparando una muy gorda aprovechando la coyuntura que estan provocando estos disturbios cada vez más frecuentes, otro que está en Sudamérica, no ha puesto el país, cuenta que los militares están disparando contra los violentos, aquello parece una guerra civil.

Aquí seguimos, algunos ruidos más, gritos y nosotros vigilando por la ventana, de momento no atraemos la atención, veremos cómo pasa esta noche.

sábado, 24 de septiembre de 2011

ENTRADA 18

Lo de ayer fue algo impresionante. Aún no me quito de la cabeza el autobús estrellándose contra una masa de coches y personas provocando una auténtica masacre. Los grupos de enajenados atacando como locos a otras personas en muchas calles, matándolos y torturándolos sádicamente mientras disfrutaban extasiados de sus actos.

No sabemos nada de los Guardias Civiles que había en la puerta vigilando, ni siquiera tenemos otra pareja custodiándonos. Nos dejaron en casa y, en cuanto entramos por la puerta, el coche de la Guardia Civil desapareció por la calle a toda velocidad. A pesar de lo grave que parece la situación, las televisiones no le dan más importancia que la de protestas violentas focalizadas en barrios obreros, siguiendo con su programación normal. Además los telediarios se centran más en crisis económicas, revueltas en países orientales y las noticias que se suceden últimamente.

A las doce de la mañana me ha llamado Juan desde los laboratorios, había mucho ruido de fondo.

-¿Borja, qué tal estás? - me preguntó.

-Uf, acojonado, ayer me pasó algo impresionante – comencé a contarle.

-Lo sé, me lo han reportado esta mañana unos agentes de la Guardia Civil – me cortó, dejándome totalmente sorprendido. – Tienes que venir. No, tenéis que venir – se corrigió. – a los laboratorios.

-¿Pero no será peligroso? – le pregunté preocupado. – No sabemos cómo está la situación.

-No te preocupes, vais a venir en helicóptero. Debéis ir a la finca que tenéis al lado de la estación de tren, os esperara allí. Tenéis quince minutos.

-Pero… - me había colgado ya.

Avisé a Merche y le conté lo que me había dicho Juan. Después de discutir si sería prudente o no, preparamos a las perritas para salir. Cerramos la casa a cal y canto, como cuando nos vamos de vacaciones, cogí la pistola y nos metimos en el coche que tenemos en el garaje. Al salir a la calle el panorama era como irreal, la gente paseando normalmente, coches pasando de vez en cuando como siempre y mucha calma, como en un sábado normal. “Claro, si no han ido a Madrid no saben qué ha pasado, ¿pero cómo demonios no pueden enterarse?” El viaje hasta la estación fue de lo más normal; aparcamos en el parking adyacente y nos metimos en el helicóptero bajo la sorprendidísima mirada de los que allí estaban paseando o esperando al tren.

En treinta minutos llegamos al helipuerto del laboratorio, había bastante gente alrededor del edificio, incluso vi varias tanquetas del ejercito y bastantes grupos de militares. Al aterrizar nos escoltaron cuatro soldados hasta la puerta de entrada al edificio desde la azotea.

-Bajen al piso diez por estas mismas escaleras, allí les esperan un par de doctores y su compañero. – me dijo el sargento que tenía a mi lado. – No va a necesitar la pistola allí abajo. Por favor, démela, se la devolveré cuando suban.

Al salir de las escaleras en el piso diez, la planta era como un hormiguero, estaba llena de científicos, militares, policía y personas civiles.

-Borja – me chillaron desde la parte derecha de la sala. – por aquí.

Juan estaba situado en la puerta de una sala agitando la mano para que le viéramos. Nos dirigimos los cuatro hacia allí. En el trayecto hacia la sala me fui fijando en la gente que había allí; los civiles parecían familiares de los trabajadores de los laboratorios, había más perros e incluso gatos y todo el mundo estaba visiblemente asustado. Con cada grupo de familiares y trabajadores había un militar y un científico que parecía realizar unas pruebas mientras apuntaba rápidamente en su cuaderno.

-Por fin estáis aquí, y habéis traído a vuestras perras – dijo Juan sonriendo mientras acariciaba a Boni y a Yuko. – Bien, se me olvidó decirte que si tenias perro o gato lo trajeras – se incorporó y me tendió la mano – me alegro de que estéis bien, lo de ayer ha tenido que ser horrible.

-No lo sabes bien, ¿Qué demonios pasa? – Pregunté muy intrigado - ¿Tiene que ver con lo que se hace aquí?

-Lamentablemente, sí – respondió resignado – pero ahora tenemos cosas importantes que hacer.

Nos invitó a entrar en la sala desde la que nos había llamado. Dentro había un soldado, un científico y un joven auxiliar de laboratorio.

-Pasen por favor – nos invitó el científico, al que pude identificar como el doctor Montero, el jefe de la investigación – quítense las chaquetas, tenemos que hacerles unos análisis de sangre.

-Podría explicarnos antes a qué viene todo esto – ya me estaba poniendo nervioso.

-No se preocupe, en cuanto hagamos los análisis y las pruebas necesarias se lo contaré – sonrió mientras preparaba unas agujas – usted ha sido importante para la empresa y su trabajo ha sido muy bien valorado, debería sentirse aliviado de estar aquí.

-Sinceramente, sin tener ni idea de por qué, no puedo ni pensar en sentirme aliviado y menos seguro – le dije mientras me sentaba en frente suyo.

-Lógico, la mente humana es sensible al miedo y el desconocimiento, nos traumatiza y no nos deja pensar con claridad – me respondió mientras me ponía el vial para sacar sangre – dígale a su mujer que se prepare y que deje a los perros en aquella mesa, ahora entrará un veterinario.

Después de pincharnos nos hizo una serie de preguntas sobre nuestro estado de salud y sobre lo sucedido ayer, le preocupaba sobre todo si habíamos entrado en contacto con los sujetos. En ese momento entró el veterinario que pinchó a las perras para sacarlas un poco de sangre.

-Verán, lo que sucedió ayer se debió a la triste fuga de diez sujetos de nuestros laboratorios.- comenzó a contarnos la historia – ayer; día veintitrés, a las cuatro y cincuenta de la mañana hubo un corte de luz y el generador de emergencia no funcionó correctamente, eso produjo que las celdas de contención se quedasen abiertas y estos sujetos consiguieran salir. – Entregó los cuatro botes de sangre a un auxiliar que esperaba en una esquina – a las ocho de la mañana llegaron al centro de Madrid, supuestamente desorientados y realizaron el primer ataque – el auxiliar salió de la sala después de recibir una serie de ordenes del doctor. – Sobre las diez, las fuerzas de contención del laboratorio localizaron a cinco de esos sujetos cerca del puente de Ventas, dos de ellos estaban muertos, uno estaba agonizando y los dos restantes estaban cubiertos de sangre golpeándose a sí mismos con unos barrotes que encontraron en la calle.

-Pero cómo demonios puede pasar eso un viernes de septiembre y sin que nadie se entere o le parezca raro – pregunté sorprendido – Ventas está hasta arriba de gente en día laboral y diez personas vestidas con batas tienen que llamar la atención a la fuerza.

-Efectivamente, pero estos sujetos no estaban vestidos con las batas, habían asaltado una tienda y estaban vestidos normalmente. Sepa que son perfectamente conscientes, son personas, digamos, normales. – Prosiguió – Sigamos. Esos diez sujetos habían sido inyectados la noche anterior con una de las variantes del compuesto EB1.3.1, el último que se está desarrollando con base de Ebola, ¿sabe lo que es el Ebola? – Me preguntó - ¿Sí? Continúo entonces. Este compuesto es una mezcla de Ebola con una serie de elementos como esteroides anabolizantes, estricnina y varios compuestos que no vienen al caso. En fin, que estoy divagando. El efecto conseguido con este virus es una rápida propagación por el cuerpo y absorción por parte de las células que provocan una descarga hiperdesarrollando los músculos, la resistencia y la actividad neuronal.

-¿Pero el Ebola no provoca muchísima fiebre y problemas sanguíneos como hemorragias? – pregunté con lo poco que sabía del virus.

-Efectivamente, pero eso se palia con más elementos como coagulantes, antibióticos controlados y algunos más. – me respondió agradado por ver que le seguía a pesar de mi cara de asombro – lo que queremos del Ebola es su capacidad de contagio. Con un sólo soldado “contagiado” podemos tener un grupo de veinte a treinta soldados afectados por el virus en poco tiempo y por tanto el gasto es menor. Además, si se mezcla sangre de un herido con otro soldado podemos dejar operativo al primero hasta que llegue al hospital y no será una carga para el grupo. Básicamente se trata de conseguir un compuesto que sea barato de producir, tenga amplio espectro y sus efectos sean los deseados en situaciones de combate, es decir, menos cansancio, más fuerza y resistencia, menos actividad neuronal para evitar la duda, el arrepentimiento y todos los estados anímicos que puedan evitar que un soldado lleve a cabo su obligación en situaciones extremas de combate, así como inhibidor de dolor y cansancio.

-Entonces están tratando de dopar “legalmente” a los soldados para que no “sufran” en situaciones de combate. – afirmé.

-Efectivamente. Este proyecto esta abalado por el pentágono, la OTAN y Naciones Unidas. – Continuó – se trata de reducir el estrés de guerra de los soldados y que las operaciones lleven menos tiempo tratando de paliar las bajas humanas.

-¿Pero entonces? – Pregunté – ¿qué pasa con los sujetos, como ustedes los llaman, porque algunos tienen alucinaciones? ¿Es más, los de ayer, qué demonios les llevo a hacer esas atrocidades?

-Verá, el virus está en pruebas como usted sabe, y aún tenemos que paliar los efectos secundarios más agresivos – dijo algo desolado, parecía que este tema le frustraba bastante – alucinaciones, violencia extrema, ansia por la sangre, funcionamiento neuronal muy limitado, desarrollo hipertrofiado de la musculatura, reacciones alérgicas graves, hemorragias… y así un sinfín de reacciones adversas - se le veía perdido en sus pensamientos, su cara se volvió muy cansada y unas enormes ojeras asomaron por sus ojos – como no lo consigamos en unos meses, se acabó…

-Perdone pero me está perdiendo – le dije saturado de tanta información – ¿por qué demonios me cuenta todo esto? Ni siquiera me ha terminado de contar lo que paso ayer.

-Es cierto, pero ya sabe como acabó – me cortó sin más – además, están aquí para no tener que sufrir un contagio.

Me quedé totalmente alucinado, tenía enfrente a un hombre que estaba trabajando en un proyecto, que podríamos enmarcar dentro de la guerra biología, que empezó a contarme una historia, pasó por otra y ni siquiera terminó de contar alguna de ellas. En ese momento el auxiliar entró en la sala con una sonrisa y le entregó unos sobres al doctor.

-Bien, bien – dijo el doctor – me alegro de ver estos resultados. Por favor aguarden aquí al práctico, les van a vacunar contra todos los compuestos que estamos desarrollando. Es por su seguridad.

-¿Cómo que vacunarnos? – Pregunté totalmente descolocado – ¿hay una cura para esto?

-No, no hay cura, hay prevención. Una vez contagiado, si en veinticuatro horas no se actúa no hay vuelta atrás – me informó el doctor – pero estamos vacunando a todos los trabajadores sanos, a sus familiares y sus mascotas, perros y gatos nada más, para evitarles pasar por esto – miró su reloj y su móvil – ahora si me disculpan, mi familia acaba de llegar.

El doctor Montero abandonó la habitación por la misma puerta por la que habíamos entrado. Nuestras caras debían de ser un poema porque Juan soltó una carcajada.

-Es mejor que no sepáis todo lo que pasa – nos dijo mientras nos pinchaban las vacunas – las cosas que se hacen aquí no son buenas y saber más de la cuenta te lleva a estar encerrado – dijo mientras se señalaba – sin poder hacer nada más que esperar.

Le noté visiblemente triste y fatigado. En pocos minutos los cuatro estábamos vacunados, la verdad es que dolía bastante.

-¿Pero esto es algo general o es puntual? ¿Va a pasar más? – preguntó Merche

-No sabría qué decirte – respondió Juan – en todo el mundo hay laboratorios como este y en todos han tenido problemas, vosotros vivisteis uno en Londres hace poco.

-¿Y qué paso allí? - pregunte rápidamente.

-Pues Inglaterra está cerrada al mundo, no dejan salir ni entrar a nadie – nos lo contaba con toda tranquilidad, era muy inquietante.

-Pero en las noticias no dicen nada de nada – afirmó Merche – es imposible que esto pase desapercibido. Hace unos días sí que comentaron una serie de altercados.

-¿Has visto todo lo que hay fuera? – respondió Juan – El pentágono, la OTAN, Naciones Unidas, todos los grandes organismos están en el ajo, todos están controlando la información. Lo de hace unos días se ha vendido como altercados entre minorías, como lo que paso en Londres hace poco y para la sociedad es algo ya controlado. Cuando esto explote de verdad lo único que se puede hacer es tratar de sobrevivir.

Sus palabras eran muy perturbadoras. "Tratar de sobrevivir" suena a película, ¿a qué nos enfrentamos, zombis, personas, infectados? Los protagonistas de películas me vienen a la cabeza.

-Esto no es una película, está pasando de verdad, pero lo que más debería preocuparos es lo que ellos – dijo señalando a los científicos y militares – decidan hacer para contenerlo. Es más peligroso el ser humano “sano” que una persona asustada, violenta y abandonada. – La conversación término en un silencio – es mejor que os vayáis a casa y os leáis estos libros – nos dijo, tras un minuto pensativo, tendiéndonos una serie de libros sobre supervivencia, ataques biológicos y demás lectura militar – tomaros unos ibuprofenos en casa, es posible que las vacunas os den fiebre esta noche.

A las nueve de la noche el helicóptero nos dejó en el mismo sitio donde nos había recogido, no había nadie en la calle, raro para ser un sábado. Cogimos el coche y nos fuimos a casa.

Cómo resumir este día, tengo la sensación de que la humanidad ha llegado al tope de maldad posible. El final de la historia humana está cerca y creo que vamos todos a desaparecer.

viernes, 23 de septiembre de 2011

ENTRADA 17

Hoy es día veintitrés, es el cumpleaños de Merche, una fecha que siempre ha sido muy importante y hemos celebrado.

Las noticias se suceden con diversos focos de violencia en todo el mundo. Parece que en España de momento se está conteniendo bastante bien y los informativos no son muy alarmantes.

Después de desayunar he salido un momento a hablar con los guardias civiles.

-Buenos días - me saludaron los dos - ¿qué tal está? - me preguntó el mayor de ellos.

-Bien, bien, algo cansadillo de estar encerrado en casa pero bueno - respondí.

Ambos eran del cuartel de Galapagar. El mayor debía de tener unos cuarenta y cinco años; se le notaba muy rodado en el cuerpo; tenía la piel cuarteada por el sol en la cara y los brazos; su trato era muy cordial y educado a la vez que algo tosco. El joven no llegaría a los veintiún años, parecía recién salido de la academia. Recordé que en El Escorial tenemos un cuartel de cadetes. Tenía esos ojos de emoción que aparecen cuando te enfrentas a una situación que llevas esperando años encontrando, por fin, la razón por la que entras en la guardia civil.

-Quería preguntarles una cosilla - comencé. - ¿Cómo está la situación en Madrid?

-Pues parece que esta noche ha habido algunos disturbios en un par de barrios, sobre todo cerca de algunas sedes de los laboratorios para los que trabaja, pero la información que nos llega es que se están conteniendo bien. - me respondió el mayor.

-Les están dando bien a esos cabrones - saltó el joven emocionado - joder, ojalá estuviera allí.

-Cállese, Pérez, siempre le pierde esa bocaza que tiene. - le ordenó el mayor, visiblemente cabreado. No pude evitar sonreír ante la situación.

-Verán, hoy es el cumpleaños de mi novia y me gustaría bajar a Madrid a dar un paseo, ir a comer y estar un rato tranquilos - les comenté con un medio tono de suplica y de buenazo para que me hicieran caso.

-Uf, tendríamos que hablarlo con el comisario - respondió el guardia civil al mando - entiendo perfectamente que quieran salir un rato pero tenemos que velar por su seguridad ante todo.

-Lo entiendo, pero entiendan ustedes que estar encerrados no es agradable y menos en un día como hoy.

El guardia civil se dirigió al coche y realizó una llamada por radio. Tras unas cuantas idas y venidas de información con su interlocutor cortó la comunicación.

-Le permiten ir a Madrid, pero sólo si acepta que le acompañemos. - me informó - y dándonos un plan detallado de lo que quiere hacer y a dónde quiere ir.

-Eso es mejor que nada - le agradecí que no se hubiera negado de primeras y me fui a casa contento.

Planeamos un día en la capital. Queríamos ir a dar un paseo por el centro, la zona de Callao y Sol, para ir a algunas tiendas. Después teníamos la intención de ir al Hard Rock Cafe a comer, finalizando la tarde dando un paseo por la zona de Goya. Solíamos movernos por esa zona ya que, cuando yo vivía en Madrid, mi casa estaba en ese barrio. Cuando subiéramos queríamos ir a visitar a la familia de Merche para cenar con ellos y celebrar el cumpleaños.

No pusieron ninguna objeción al plan.

A las doce del medio día estábamos en Madrid. Cuando recorríamos la calle princesa con un Nissan de la guardia civil siguiéndonos, pude comprobar que en muchas esquinas se encontraban varios miembros de los cuerpos de seguridad del estado. Moncloa estaba tomada por los soldados del cuartel general del ejército del aire. En las salidas de metro, paradas de autobús y en todas las esquinas se encontraban por lo menos de dos a cuatro soldados perfectamente pertrechados para una acción militar. Bajando por Princesa, en la zona de Argüelles, se sucedían las patrullas de parejas de policía nacional o municipal. La zona centro era una de las más blindadas; tanquetas policiales y militares en los principales cruces vigilaban a los pocos transeúntes que se aventuraban por las calles. Me fijé que en una de las calles había un enorme grupo de personas, vecinos de la zona seguramente, tratando de acceder a la calle Gran Vía mientras eran parados por unos cuantos antidisturbios y militares. Pude leer en algunas pancartas "Como siempre sin razón ni explicación", "Nos tienen secuestrados en nuestras casas" y diversas protestas lógicas por no tener información de por qué no podían andar libremente por su ciudad.

La comida transcurrió tranquila. El Hard Rock estaba a medio rendimiento, cosa rarísima en este restaurante que suele tener una lista de espera de media hora por lo menos. El paseo por la calle Goya fue agradable y nos cruzamos con algo más de gente, todos caminando con rapidez, con caras de preocupación.

-En la hora central del día se permite más tráfico civil - me contó uno de los guardias civiles.

Cuando estábamos llegando al cruce con Alcalá un sonido nos paró en seco. Los guardias civiles se echaron encima nuestro para protegernos. Mientras andábamos, más lentos, al llegar a la esquina, vimos el desastre; una docena de coches se habían estampado entre ellos provocando un accidente múltiple tremendo, se oían chillidos, gritos pidiendo ayuda, gritos de dolor, llantos, pero también insultos y amenazas. Dos hombres que salieron torpemente de sendos coches se liaron a puñetazos con una violencia endiablada. Lo que sucedió después fue aterrador... un autobús de la EMT apareció a toda velocidad y embistió la enorme masa de coches accidentados. Nos quedamos todos perplejos, el conductor del enorme vehículo se bajó ensangrentado y con un brazo colocado en una posición totalmente antinatural, empezó a gritar y se lanzó sobre los pocos supervivientes que había del accidente pateándolos y golpeándolos con un trozo de hierro que había arrancado de una de las vallas destrozadas de la acera. Ese hombre estaba matando a gente delante de nosotros, pero lo más increíble es que los otros dos que se estaban golpeando dejaron de hacerlo y se unieron al conductor en su festín de violencia y asesinatos, atacando a todos los curiosos que se habían agolpado en la zona.

-Tenemos que irnos de aquí, ¡¡rápido!! - gritó el guardia civil mayor que nos acompañaba. - ¡¡¡Pérez, dónde coño va!!! - gritó mientras el joven se lanzaba a proteger a los viandantes.

-¡¡¡Hay que hacer algo!!! - dijo el joven Guardia Civil mientras corría sacando su pistola de la funda.

-Mierda.-Musitó.-No se muevan de aquí.-Salió corriendo detrás de su compañero.

Lo que pasó entonces rozaba lo dantesco. Pude contar que ya había diez personas repartiendo golpes a diestro y siniestro, lanzándose como animales salvajes contra hombres, mujeres y niños, golpeando y arrancando miembros como si fueran mantequilla. Al lugar habían llegado tres coches de policía que trataban de abrirse paso para llevar a los sujetos y contenerlos. Se escucharon los primeros disparos. La reacción de la gente a los disparos es igual en el ochenta por ciento de los casos, te coges la cabeza, te encorvas y buscas un parapeto donde tirarte al suelo y sentirte protegido. El quince por ciento, por dar una cifra, reaccionará tratando de defender la posición, definir la procedencia de los disparos y tratar de suprimirlos, lo que harían los soldados y policías... ¿qué pasa con el cinco por ciento restantes? Me lo he reservado para esta ocasión; aquellos hombres y mujeres no tuvieron reacción alguna a los disparos. Algunos habían sido alcanzados y sangraban copiosamente pero no paraban de atacar y matar a todo lo que se moviera. Unos cuantos se dirigieron hacia los policías que continuaban disparando. Pude ver que dos de los atacantes caían al suelo, aparentemente muertos, tras recibir una docena de disparos cada uno en todo su cuerpo, pero los que consiguieron llegar a los policías se lo pasaron de lo lindo. Comenzaron a golpearles, algunos les quitaron las porras y las armas usándolas sin piedad contra ellos, se regodeaban en sus actos, disfrutaban haciendo sufrir a los policías disparándoles y golpeándoles tratando de no matarlos para alargar su angustia y dolor.

-¡¡Vengan por aquí!! - nos sacaron de nuestro trance de un empujón.

Nos metieron en un Nissan de la Guardia Civil que había aparecido poco después que la policía por la calle contigua a donde nos encontrábamos. En ese momento vi que dos personas se giraron hacia nosotros, tenían la cara ensangrentada y los ojos inyectados de odio.

-¡¡¡Que no escapen!!! - gritó uno de ellos. Era el conductor del autobús, pude identificarle a pesar de haber cambiado el color de su camisa azul por un rojo brillante.

Cuatro personas se lanzaron en una frenética carrera por coger el Nissan que ya avanzaba a toda velocidad bajando por Conde Peñalver. No consiguieron alcanzarnos pero lo que vimos mientras huíamos no fue mucho mejor; la escena vivida se repetía en múltiples calles por las que íbamos pasando: coches estrellados, peleas, matanzas, disparos y un sin fin de secuencias que iban pasando delante de nuestros ojos a toda velocidad.

Al llegar a Moncloa antes de coger la A6 nos detuvimos. Un enorme control militar nos cerraba el paso. Estaba dividido en tres secciones y nosotros pasamos directamente a la última de ellas.

-Esperen aquí - dijo un Guardia Civil que no era ninguno de nuestros protectores. Salió del coche y se dirigió al punto de chequeo, entregó unos papeles, entró en la garita y salió acompañado por un teniente.

-Buenas tardes, perdonen el tramite pero es necesario. Tenemos orden de no dejar salir a nadie de Madrid sin la documentación y permisos adecuados. - nos dijo mientras nos saludaba.

Estuvimos cinco minutos allí parados. Detrás de nosotros, la primera sección era ya un hervidero de coches y personas gritando y tratando de pasar el control.

-Pasen, por favor - nos ordenaron.

-¿Dónde están los Guardias que nos protegían? - no pude evitar preguntarlo, pero sólo obtuve un silencio sepulcral por respuesta.

El Guardia Civil se montó en el coche y arrancó en dirección a nuestra casa. En ese momento comenzamos a escuchar los primeros disparos y gritos a nuestras espaldas.

ENTRADA 16

Son las tres de la mañana, acabo de tener una pesadilla con lo sucedido en Londres. Lo que más me asusta es que justo cuando nos van a atacar, cuando van a aparecer por la puerta, me despierto sobresaltado. Está claro que no sé a lo que nos enfrentamos en Londres ni lo que puede significar aquí en España.

Merche está preocupada y también tiene pesadillas con lo que hemos vivido hace pocos días. Me siento como si mi cambio de trabajo hubiera desatado algo muy grande y peligroso. No paro de darle vueltas y acabar de leerse el segundo libro de Apocalipsis Z no ayuda demasiado a que mi imaginación se quede tranquila.

Voy a tratar de dormir. No me apetece tener pesadillas pero el cansancio se está notando. Me he acercado a ver las armas. Aún están encima de la mesa, tal y como las dejamos hace unas horas cuando volvimos de comprarlas. He cogido la pistola, es bastante fría y algo pesada, en la otra mano he visto que tengo uno de los cargadores, lo he cogido inconscientemente. Me la he llevado al cuarto y la he dejado en la mesilla.

Hoy es el cumpleaños de Merche.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

ENTRADA 15

Como comenté ayer, hoy los guardias civiles nos han llevado "de compras". La verdad es que no hemos tenido que pagar nada y la lista es, cuanto menos, asombrosa.

Hemos comprado latas de comida envasada de la que caduca en tres o cuatro años. Por lo menos tenemos cien latas divididas en varios tipos; albóndigas, lentejas, judías, macedonia de frutas, melocotón en almíbar... unas veinte garrafas de agua, bombonas de camping, mecheros, linternas, algunos cuchillos, material vario y lo más sorprendente, una escopeta con unos cien cartuchos y una pistola con unas doscientas balas.

-Esto es por si acaso y no deben usarlo a no ser que sea extremadamente necesario - nos comentó uno de los guardias civiles - guarden estos documentos con sus nombres a buen recaudo, les permiten la tenencia de esas dos armas.

En casa hemos puesto todo sobre la mesa y lo miramos con autentica incredulidad, ¿nos están preparando para una guerra?

Hemos puesto la televisión y los boletines se suceden con información de confrontaciones entre civiles violentos y militares, con grandes bajas en ambos bandos. Dicen que los civiles están como enajenados y son extremadamente violentos, rápidos y fuertes.

No tengo ganas de escribir más, tengo la sensación de que nos va a pasar algo grave y quiero pasar tiempo con Merche.

martes, 20 de septiembre de 2011

ENTRADA 14

Acabo de leer lo que puso Merche de nuestra vivencia en Londres, han pasado cinco días desde entonces y estamos en Madrid de nuevo.

La verdad es que no sé por dónde empezar, tengo una libretilla con algunos apuntes del caos que hemos vivido en la isla pero, al leerlos, algunos no son muy coherentes y otros apenas los puedo entender.

El día que estuvimos en el laboratorio londinense y se fue la luz comenzó un caos tremendo que sacudió, o mejor dicho, está sacudiendo a toda Inglaterra.

Cuando nos quedamos a oscuras, sólo iluminados por las tenues luces de emergencia que marcaban la salida del edificio, se desató una escena digna de la mejor película de acción americana. Qué coño, lo superaba con creces.

A los quince minutos de oscuridad se comenzaron a escuchar chillidos y golpes tremendos en todo el edificio. Al cabo de un rato empezaron los disparos, imagino que de la docena de soldados que había en el exterior que por fuerza tuvieron que entrar en el edificio. Los presentes nos quedamos hacinados al fondo de la sala, protegidos por un par de mesas que volcamos entre algunos para darnos un pequeño parapeto en caso de que los disparos se dirigieran hacia nosotros. Hubo un silencio sepulcral después de treinta minutos de acción incesante de armas automáticas, gritos, golpes e incluso alguna que otra pequeña explosión.

-¿Qué deberíamos hacer? - preguntó uno de los científicos

-No se muevan de aquí - ordenó uno de los hombres trajeados que nos habían llevado allí mientras sacaba una pistola de su sobaquera - vamos a echar un vistazo.

Junto al hombre de la Interpol, salió de la sala y les perdimos de vista dejando de oír sus pasos mientras se alejaban por el pasillo.

-¿Qué tal estás? - le pregunté a Merche mientras la acariciaba el pelo.

-Asustada joder, ¿qué coño hacemos aquí y qué demonios ha pasado? - me dijo, muy cabreada pero siendo incapaz de ocultar su tremendo miedo.

-No te preocupes, seguro que no pasa nada y salimos bien de ésta. - casi no me creía mis palabras.

Recordaba que casi un mes antes de llegar a Londres hubo tremendos disturbios en casi toda la ciudad y murieron algunas personas. Me dio por pensar que las revueltas se habían reavivado y estábamos en medio de un enfrentamiento entre miles de encapuchados y una docena de soldados, que habrían disparado para tratar de ahuyentarlos o se habrían defendido de sus cócteles Molotov y batazos mientras se refugiaban en el edificio.

-¡¡Nos vamos de aquí, ya!! - nos chillaron desde la puerta.

Cuando me levanté pude ver que el hombre de la Interpol estaba en la puerta junto a tres soldados que parecían defender un perímetro.

-Hay que sacar a los españoles del país y ponerles a todos ustedes a salvo - ordenó rápidamente al científico más anciano, el que nos recibió cuando llegamos.

Todos nos levantamos y corrimos hacia la puerta, el otro hombre trajeado se asomó y nos pidió tranquilidad, debíamos hacerlo en orden y en silencio.

Nos dirigimos por el pasillo en dirección contraria a la que habíamos recorrido al entrar, el edificio seguía a oscuras, los soldados nos iluminaban el camino con sus linternas acopladas a sus fusiles de asalto y las luces de emergencia ayudaban a que se viera un poco mejor en la penumbra.

-Por aquí - nos dijo uno de ellos señalando unas escaleras que bajaban oscuras y silenciosas.

Nos quedamos todos bastante asustados pero nos trataron de tranquilizar diciendo que ese era el camino más seguro, la salida por los depósitos de suministro de agua a través de las trampillas de recarga. Bajamos todos ordenadamente, a nuestras espaldas se empezaron a oír pasos, no sabría decir cuántas personas ya que estaban en carrera y eran frenéticos.

-Vamos, vamos, vamos - chilló uno de los soldados mientras nos iba empujando por los hombros.

Merche y yo pasamos de los primeros y cuando llegamos al rellano del primer tramo uno de los soldados abrió fuego en dirección al pasillo dejándonos totalmente sordos por el eco de la escalera, parecía que estábamos bajo el agua, no podíamos oír nada claramente y solo veíamos a los soldados y hombres de traje haciendo señas como locos. Poco a poco recuperamos el oído gracias a que los teníamos tapados.

-No hay tiempo, ¡¡cierre la puerta ya!! - ordenó el hombre de la Interpol.

Mientras el soldado más cercano a la puerta la cerraba y la atrancaba destrozando el sistema de apertura, pude oír los gritos de varios científicos y soldados al otro lado suplicando que abrieran. En dos segundos esos gritos se transformaron en disparos y poco después en golpes y aullidos de dolor y pánico, que se apagaron durante unos segundos antes de que alguien (o algo) comenzara a golpear la puerta con una furia asombrosa.

-Vámonos. - ordenó el otro hombre de traje, empujándonos cuidadosamente, tratando de sacarnos de nuestro estado de shock y pánico.

Cuando conseguimos salir del edificio, el exterior era un hormiguero de soldados y tanquetas. La zona estaba siendo acordonada y las naves colindantes estaban siendo vaciadas de personas civiles sin demasiadas explicaciones, mientras los montaban en camiones militares.

A nosotros nos montaron en un humvee del ejército y nos llevaron al aeropuerto, donde nos montaron en el primer vuelo a España.

Llevamos cinco días en Madrid, sin salir de casa por orden del personal de seguridad de los laboratorios de España. Tenemos un coche de la guardia civil en la puerta, "es por su seguridad" nos dicen los agentes pero no nos dejan salir sin su compañía ni para pasear a las perras. He llamado a Juan pero no me coge el teléfono. A mi mail del trabajo han llegado una serie de correos en los que nos hacen varias recomendaciones de actuación y varios manuales de supervivencia biológica. Es muy intrigante y aterrador. Nos han dicho que mañana nos acompañarán a realizar una serie de compras necesarias, aún no sabemos dónde.

Tengo una anotación en el cuaderno que no entiendo muy bien, sólo consigo descifrar palabras sueltas "Científico ___ _____ derecha" "Alerta" "Sujetos ____dos sueltos _____" "her___" "América, Asia, Europa, ______" y poco más. La verdad es que dan miedo las posibilidades pero estoy tan saturado que no quiero ni pensar en ello.

Por cierto, no tengo conexión con mi equipo del laboratorio, no consigo conectarme con los servidores y cuando llamo los teléfonos no dan señal...

jueves, 15 de septiembre de 2011

ENTRADA 13

Era demasiado bonito para ser cierto, después de tres días de visitas por Londres no pudieron evitar llamarme al teléfono de emergencias. No sin el previo cabreo por parte de los dos por tener que cortar una visita al British Musseum. Cogí el teléfono secamente.

-¿Sí, quién es? - traté de que se notase un tono de molestia absoluta con respecto a esa llamada.

-¿Borja? Soy Juan perdona que te llame y no desde mi móvil. - Me dijo con voz de culpa. - Tenemos un grave problema aquí y necesitan que te pases por los laboratorios de Londres lo antes posible.

-Joder, estoy en plena visita - dije cabreado.

-Lo entiendo y ya me gustaría no haber tenido que llamarte - me dijo con voz apagada - ¿tienes todos los documentos de identificación encima?, pasaporte, DNI, tarjeta del laboratorio, los billetes de avión... - ese cambio de tema radical me dejó fuera de juego.

-Los billetes de avión no, están en el hotel - respondí sorprendido.

-Antes de ir al laboratorio pasa por el hotel a por ellos - un largo silencio - por si acaso...

-Juan, ¿qué pasa? Me estás dando miedo.

-Te lo contarán allí - se notaba que trataba de terminar la conversación - trata de ir lo antes posible. - Colgó.

Cuando se lo dije a Merche lógicamente se cabreó, pero cuando vio mi cara de preocupación entendió que no quedaban más cojones y nos teníamos que ir de allí. Ni yo pensaba dejarla sola ni ella quería estarlo.

El viaje al hotel fue corto, pero los pensamientos no dejaban de pasar por mi cabeza, ¿qué demonios habrá pasado? ¿Habría vuelto a haber disturbios? ni idea. Al llegar subimos rápidamente a la habitación, cogimos toda la documentación del viaje, cerré las maletas como pude mientras Merche daba un último vistazo y bajamos a la consigna.

(Comentaros que hasta aquí lo he escrito yo antes de salir de la habitación, lo siguiente lo irá poniendo Merche según van sucediendo las cosas y de lo que se pueda enterar)

-¿Le importaría que dejásemos las maletas en consigna en lugar de en la habitación? - Le preguntó Borja al gerente del hotel. - Ha pasado algo en mi trabajo y tengo que irme rápidamente a una reunión y como no sabemos qué pasará preferimos que las tengan a mano por si nos las tienen que enviar de algún modo. - Mientras terminaba su frase dos tipos totalmente trajeados y con pinganillos en los oídos se acercaron a la recepción.

-No habrá problema en absoluto míster Laita - dijo uno de ellos dirigiéndose a Borja - de hecho pueden llevarse las dos maletas con ustedes si lo prefieren. - Dijo señalando un coche que nos esperaba fuera mientras le mostraba una identificación de los laboratorios donde trabajaba, pero de su filial inglesa, y el otro hombre se identificaba como de la Interpol.

-Ella viene con nosotros, por supuesto - dijo Borja sin separarse de mi mientras me agarraba fuertemente de la mano.

-Por supuesto, no pensamos dejarla aquí. - Le respondió el hombre de la Interpol

Joder, la Interpol, estaba cayendo ahora mismo, uno de los organismos de seguridad mundial más potentes estaba delante de nosotros y nos trataban como si fuéramos personas de lo más importante. Se me hizo muy raro y a la vez me dio muchísimo miedo.

En treinta minutos llegamos a una nave a las afueras de Londres, no sabría identificar donde. Varias personas nos esperaban en la puerta, pude ver que había una docena de soldados británicos acompañados de cinco personas con batas blancas.

-Bienvenidos a las instalaciones de XXXXX en Londres - dijo un hombre mayor con cara de haber estado trabajando desde hacía siglos sin parar - espero que no les haya supuesto demasiado problema tener que acudir y que nuestros compañeros - señalando a los hombres trajeados que nos acompañaban - no les hayan molestado.

-Hombre, no es agradable que te corten las vacaciones pero que le vamos a hacer cuando te invitan tan amablemente... - respondió Borja estrechándole la mano con desgana e ironía en sus palabras.

-Le entiendo perfectamente. - Respondió con una media sonrisa mientras me saludaba y nos invitaba a entrar. - Imagino que usted es la que mas disgustada debe estar.

-No se imagina cuanto - respondí con visible cara de cabreo. No me ando por las ramas cuando me molestan y Borja lo sabe, lo confirma con su mirada con una sonrisilla cómplice.

Pasamos un pequeño control, rutinario según ellos, y nos metieron en una sala de reuniones. Allí hicieron que me sentara unos sitios alejada de ellos y le plantaron un par de ordenadores portátiles en frente mientras una serie de personas se interesaban por mis necesidades y mi estado, preguntando si necesitaba algo, atendiéndome servicialmente.

-Por favor - comenzó a hablarle uno de los científicos de la sala - conéctese con el laboratorio de España, con el nuestro y abra una conferencia de video con el doctor Montero. - solicitó amablemente.

Supuse que Borja se conectó con España a través del equipo que tenía en frente para poder sacar informes. Un hombre de unos treinta y cinco años estaba a su lado informándole de cómo conectarse con sus servidores de datos mientras que con el otro portátil comenzaba con las invitaciones para la conferencia de video.

La luz hizo un raro, parecía como si nos fuéramos a quedar sin ella en breve. Le hice un gesto a uno de mis "guardaespaldas" que a su vez se lo comentó a los científicos de la sala, uno salió corriendo como un loco con cara aterrada mientras los que nos rodeaban se comenzaban a poner nerviosos.

- Rápido, antes de que pase algo con la luz, saque el informe d

domingo, 11 de septiembre de 2011

ENTRADA 12

¡¡¡¡Me piro de vacaciones!!!!

Actualizaré el blog cuando pueda y, sobre todo, si pasa algo. Lógicamente aprovecharé que me llaman y que seguramente me tendré que conectar a los laboratorios, para poner unas líneas aquí continuando con mi pequeño diario de trabajo... cómo se nota que estoy a nada de desconectar por unos días, no me alargo tanto como en otras entradas.

Pasadlo bien todos, me reclaman para terminar de montar el equipaje.

sábado, 10 de septiembre de 2011

ENTRADA 11

La cosa es tremenda, nada más empezar mi nuevo curro parece que se avecina un apocalipsis y ahora llevamos unos días en los que podríamos definir el trabajo como uno de lo más normal.

Ayer por la noche me conecté para comprobar el estado de los servidores y la carga de datos, ya que Juan me informó de que trabajarían hasta tarde algunos científicos, confirmando que estaba todo correcto. No había demasiadas transacciones y no hubo ninguna petición de informes.

A media mañana me han metido en una reunión con unos investigadores ingleses. Me la están liando me temo, a sabiendas de que me voy para allá mañana. Les han comentado mi actuación ante los acontecimientos de nivel uno que pasaron hace un par de días y el contento general que hay respecto a mi persona y mi trabajo.

Los británicos han comentado que la situación en sus laboratorios sigue siendo complicada aunque la están consiguiendo contener, no sin tener muchísimos problemas. Además han informado de que una de las filiales en oriente, no recuerdo el país que han nombrado, ha dejado de reportar la situación de la investigación desde hace tres días y la preocupación se está extendiendo entre los inversores, que han decidido mandar una compañía de científicos americanos, españoles, franceses e ingleses apoyados por una unidad de los marines americanos, no sólo por la seguridad del equipo en las instalaciones, sino porque parece que la situación del país es de por si peligrosa, estando al borde de un golpe de estado.

Al terminar, los ingleses me han dado sus teléfonos y, lógicamente, me han solicitado el mío de urgencia. Me han deseado que pase una feliz estancia en Londres y esperan no tener que avisarme mientras esté disfrutando de mis vacaciones.

Juan me ha dicho que me pire para casa y me prepare tranquilamente para mi viaje, no quiere que pase horas muertas en el trabajo pudiendo estar en casa, además, me ha comentado que durante dos días el laboratorio permanecerá cerrado para realizar unas obras en las plantas superiores. Este es un buen jefe.

viernes, 9 de septiembre de 2011

ENTRADA 10

Creo que no lo comenté cuando inicié el blog, pero soy de esas personas que se van de vacaciones cuando todos vuelven y curiosamente en este trabajo no me dieron ningún problema a cogerme unos días nada más entrar.

Eso sí, me han preparado un ordenador portátil, un pincho 3G y un par de móviles: uno para cosas sin "importancia", vamos que si no lo cogía tampoco pasaba nada, y otro de urgencias "tremendamente importante" me dijo Juan. Si me llamaban a ese teléfono tendría que hacer el esfuerzo (recordemos que estaré de vacaciones) de cogerlo y atender la petición lo antes posible dentro de mis posibilidades.

Me voy a Londres unos días y me han comentado que allí hay un laboratorio que trabaja con nosotros y está realizando las mismas investigaciones. Me preguntaron si me importaría tener que acercarme algún día y realizar el mismo trabajo que aquí, me lo compensarían económicamente. Sin problemas siempre y cuando no abusen mucho, no quiero joderle las vacaciones a Merche.

El trabajo sigue igual de tranquilo, hoy los cubículos están llenos de voluntarios y el laboratorio es un continuo ir y venir de científicos, bandejas con viales, guardias de seguridad en cada esquina... pero de mi parte poca cosa, he sacado un par de informes y recuperado una serie de backups de bases de datos que parece que se habían tocado más de lo normal y erróneamente.

Por fin hemos visto a Jesús, hoy estaba en su puesto, con una cara de susto que no pegaba con alguien de semejante estatura y corpulencia. No quiso contar mucho de su experiencia pero básicamente lo encerraron para hacerle unas pruebas y un interrogatorio más profundo. Al recordar esto me pareció que se estremecía de miedo.

A las tres de la tarde Juan decidió que podíamos irnos a casa sin ningún problema, tras reunirse en su despacho con tres científicos.

-Necesitan que esta noche las bases de datos estén bien. - me dijo - por lo demás, poco más hay que tener en cuenta.

jueves, 8 de septiembre de 2011

ENTRADA 9

Finalmente hoy ha sido un día de lo más normal, como se espera que sea un día de curro cualquiera, aunque después de lo que ha pasado estos días es una especie de falsa tranquilidad, sobre todo por pequeños detalles.

No pudimos evitar comentar los interrogatorios a los que nos sometieron. Según parece, Jesús, no se lo tomó muy bien y ahora está retenido en una de las habitaciones. Primer pequeño detalle. Eso sí, no le han inyectado nada ni le han hecho nada o eso nos ha dicho Juan.

El laboratorio estaba funcionando normalmente, había cuatro cubículos donde unos científicos experimentaban con jaulas llenas de ratas blancas, inyectándolas una sustancia y metiéndolas de dos en dos en otras jaulas más pequeñas. Vi que había dos voluntarios humanos, bastante relajados y con los típicos pijamas de hospital, con una ligera diferencia con los primeros que conocí, estos tenían el pijama algo desgastado y con alguna mancha de lo que podría ser café o sangre seca, segundo pequeño detalle.

-Parece que estos son algunos de los “evadidos” – me dijo Juan mientras se situaba a mi lado – no deberías cotillear tanto lo que pasa en el laboratorio.

-Tengo la cabeza hecha un lio - le dije mientras me apoyaba en el cristal - la policía, las pruebas, los interrogatorios, el hecho de que se hable de "desaparecidos" - dije haciendo como que le ponía comillas a la palabra - Este trabajo no es complicado, es muy raro - continúe - da la sensación de ser incluso peligroso.

-Y puede que lo sea, pero son ellos - señalando a los científicos - los que se deben preocupar de los problemas, ten en cuenta que quien juega a ser "dios", por llamarlos de alguna manera, se arriesga a que sus creaciones se vuelvan en su contra -se quedó pensativo un rato - y además, tratándose de investigaciones que tienen que ver con la guerra, el tema se vuelve más arriesgado todavía.

-Pero ésta se supone que es una empresa de farmacología, o por lo menos así es como se me presentó - comenté.

-Y lo es. Aquí se investiga de todo, hay una planta en la que tienen gente que se ofrece a beber durante tres días todo el alcohol que puedan, otros que no les importa esnifarse un par de rayas de cocaína y otros - hizo un gesto con la mano abarcando todo el laboratorio - se dejan inyectar sueros que son simplemente un número. - Me miró. - En estos tiempos, cualquier cosa que de pasta es un buen recurso. Hay muchos desesperados ahí fuera que por quinientos euros se dejarían inyectarse mierda, literalmente, para poder vivir y mantener a su familia.

-Tiene sentido - las palabras de Juan me estaban dando mucho que pensar y era la primera vez que le oía hablar tanto. - pero para alguien nuevo esto es muy extraño.

-¿Sabes que el sesenta por cierto de los que se presentan a estas pruebas son "voluntarios" de los ejércitos de todo el mundo? - los datos se iban agolpando en mi mente y cada vez eran más sorprendentes. - hay ocasiones en las que se llevan las pruebas a campos de batalla reales. Afganistán, Irak, Libia son solo algunos ejemplos y a saber lo que hacen allí. El ser humano es violento por naturaleza. Imagina que te inyectan algo que convierte esa violencia en algo primario y extremadamente necesario para el cerebro.

Demasiado, ya tenía demasiada información, ¿me está diciendo que las revueltas populares que se ven en la tele, tan sangrientas, con tan poco respeto por la vida, son inducidas por países que quieren probas sus productos químicos en campos reales?

-Por cierto, que sepas que al doctor Montero le has caído en gracia por cómo te has portado estos días y por tus respuestas en el interrogatorio - me comentó dándome unas palmadas en el hombro - eso es muy bueno. - Y se marchó, mirando al laboratorio como buscando a alguien o algo.

Me quedé pensativo durante un momento y me fui a mi sitio. Juan me había contado muchas cosas al igual que el entrevistador de ayer. Era información muy perturbadora, ¿hasta qué punto es capaz el ser humano de machacarse a sí mismo para conseguir lo que quiere? ¿Ciertamente el respeto de los lideres por sus seguidores, civiles o soldados es tan nimio?, no sé, me duele la cabeza sólo de tratar de procesar tantas preguntas, tantas posibilidades y tantos datos.

Hace unos días no paraba y hoy... ¿La calma que precede a la tempestad? No pude evitar pensar en esa famosa frase… Algunos informes, esta vez bastante normales, sobre depósitos de material y poco más es lo que hice hoy.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

ENTRADA 8

Volvimos al trabajo al día siguiente, todos llegamos a las nueve de la mañana, el lugar estaba tranquilo. La puerta estaba vigilada por varios policías nacionales y un par de tanquetas. La verdad es que dio un poco de miedo entrar en el laboratorio.

Cuando entramos en el hall principal la cosa no era mejor: ocho policías armados hasta los dientes y unos diez científicos pasando unos aparatos extraños por cada una de las personas que queríamos acceder al interior mientras varios guardias de seguridad nos vigilaban desde diversos puntos del enorme hall de entrada. Cuando lográbamos entrar, en vez de ir por el pasillo habitual, nos dirigían por unas escaleras que bajaban al sótano, siempre con decenas de ojos vigilantes alrededor.

En el sótano pudimos comprobar que había unos cuantos monitores donde se veían varios nombres y ciudades de todo el mundo. Parece que lo nuestro había sido poco, como mucho pude contar quince nombres españoles, cinco de ellos en Madrid, siete en Barcelona y tres en A Coruña. Recordé lo que me dijo Juan ayer “el número de desaparecidos, la última vez que hubo una alerta de este tipo, no fue mal del todo”. Reparé en que en Reino Unido tuvieron algo parecido y las “desapariciones” fueron cuarenta y siete, lo mismo en Nueva York y en Los Ángeles con ciento setenta y tres personas “desaparecidas”. Miré a Juan totalmente alucinado por el tema, lo único que recibí fue la misma mirada.

-Jamás había pasado algo simultáneamente en todo el mundo – me comentó por lo bajo.

Según avanzábamos subimos unas escaleras que terminaban en un enorme auditorio con un impresionante escenario coronado por una gran pantalla de cine. Sobre el escenario se podían ver casi un centenar de científicos sentados o de pie aquí y allá. Nos fueron pasando y pidiendo que nos sentáramos.

-Por favor, vayan tomando asiento – nos dijo el doctor que estaba haciendo la presentación el día de mi “importante reunión” – tenemos que comentarles una serie de puntos importantes sobre lo sucedido ayer y las directrices de actuación para los niveles cuatro en adelante.

Tardamos como cuarenta y cinco minutos en estar todos sentados y en silencio. Pude ver que en cada puerta se apostaban dos guardias de seguridad y los policías nacionales paseaban por el patio de butacas.

-Como saben, ayer les pedimos que no asistieran al trabajo por motivos de seguridad. – Comenzó a hablar el doctor. – El motivo fue que una serie de sujetos del proyecto Sansón escaparon de sus habitaciones y trataron de salir a la calle. – Un murmullo generalizado, sobre todo entre los estudiantes y algunos científicos de nivel cuatro, tomó el eco del auditorio. – Por favor, silencio, – gritó el doctor – nos hemos puesto en contacto con los demás laboratorios del resto del mundo y al parecer el intento ha sido generalizado. – El murmullo se tornó casi en chillidos de preocupación y miedo. – Eso sólo puede significar que han tratado de sabotear el proyecto, por eso tenemos tantos policías y vigilantes hoy aquí.

La verdad que lo siguiente fue algo raro, los científicos y estudiantes se pusieron muy nerviosos, algunos trataron de salir corriendo del auditorio pero los guardias lo impidieron.

-Ahora por favor, quiero que los niveles uno a cuatro se queden en el auditorio y los niveles cinco a ocho vayan con la policía – dando por finalizado el pequeño reporte.

Nos levantamos todos los que pertenecíamos a esos niveles y pasamos a nuestros sitios de trabajo habitual, en cada mesa nos esperaba un trajeado personaje con un cuaderno donde ya estaba apuntado datos.

-Necesito que responda a una serie de preguntas. – Me dijo – En su caso serán pocas ya que tenemos pruebas de que estuvo colaborando con su trabajo en los informes de contención y no hubo ningún dato incorrecto.

Me quedé flipando. Al ser el nuevo lo normal sería que fuera uno de los sospechosos más claros pero, por el mero hecho de hacer mi trabajo, me salvé de una situación que seguro habría sido desagradable.

-¿Cuántas llamadas recibió ayer? – comenzó.

-Pues si no recuerdo mal unas trece llamadas – respondí de memoria – creo que hice como una veintena de informes.

-Correcto, fueron quince llamadas y veinticuatro informes así que cuadra. – afirmó mientras marcaba la primera de las hojas. – ¿Cuántos códigos de seguridad le facilitaron?

-Si no recuerdo mal, creo que sólo se pusieron en contacto conmigo cuatro personas, así que recibí cuatro códigos diferentes.

-¿Podría identificarlos? – me dijo enseñándome una lista con más de cincuenta códigos

-Pues para asegúralo tendría que verlo en la base de datos, pero creo que son estos cuatro. – marqué con un subrayador en la hoja.

-¿Podría comprobarlo por favor? – me solicitó.

-Por supuesto, pero necesitaría un código de acceso válido para una petición de este tipo – dije, siendo prudente. El personaje sonrió y dio por terminada la “entrevista”.

-Muchísimas gracias por su colaboración – finalizó y me extendió la mano – puede estar tranquilo.

-¿Puedo preguntarle algo? – le paré antes de que se levantará.

-Sí, claro.

-¿Qué demonios pasa con la gente con la que hacen las pruebas? – pregunté muy preocupado.

-Sólo le puedo decir que se hacen pruebas para crear unos compuestos que hagan más fuertes a los soldados en combate, lo malo es que está siendo un camino largo y peligroso. Muchos de los voluntarios sufren episodios de violencia extrema, resistencia a las armas y fuerza sobre humana… algo que se persigue pero es incontrolable – se quedo pensando un momento – y ya le he dicho más de lo que debiera - dando por finalizada la conversación, miró a su alrededor preocupado y se marchó.

Cuando todos terminamos, nos dijeron que volviéramos a casa y descansáramos, mañana volvería la rutina. La verdad es que estoy mosqueado con el tema, esto se va pareciendo a una película de terror. Espero no ver zombies ni infectados… qué chorrada.