lunes, 7 de noviembre de 2011

ENTRADA 50

Me está resultado muy complicado actualizar el blog estos días. Tener que ir a la casa de enfrente es un problema. La señal WIFI es imposible de usar, la antena del router está rota y no debe funcionar correctamente. Las lluvias están siendo cada vez más potentes. El frio en la iglesia es más difícil de combatir cada día. Pero lo que más me preocupa son unas criaturas que hemos visto rondando por la zona. Gonzalo me ha contado que no es la primera vez que aparecen, aunque ninguna de las veces anteriores las había visto tan de cerca. Las llamo criaturas por llamarlas de alguna manera. Está claro que eran humanoides, más que nada porque la cabeza era, todavía, reconocible.

Pudimos contarlos, eran cuatro. A pesar de los rasgos humanos de la cabeza, andaban casi a cuatro patas. La columna vertebral estaba exageradamente desarrollada, el más pequeño debía de medir unos dos metros. Se arqueaban sobre sí mismos, incapaces de mantenerse sobre las dos piernas unos minutos. Éstas mantenían su longitud natural pero los muslos mostraban unos músculos increíblemente desarrollados, al igual que los gemelos. Los pies habían tomado forma curva y andan casi de puntillas. Uno de ellos saltó hasta un tejado de una casa de dos pisos casi sin despeinarse. Los brazos los tenían medio pegados al cuerpo, parecía que les costaba moverlos pero, cuando lo hacían, demostraban una fuerza abrumadora. La caja torácica era lo más alucinante. Las costillas estaban expandidas hacia afuera. Algunas sobresalían por tremendos agujeros en la piel. La sangre, totalmente seca, decoraba la zona pectoral de cada una de las criaturas. Tuvo que ser algo muy doloroso. Algunos huecos dejaban entre ver los órganos internos. Eran realmente asquerosos. Respiraban bruscamente, inspiraban fuertemente por la nariz y lo soltaban, junto a cantidad de babas, por la boca, con unos suspiros que resultaban dolorosos. Sus ojos eran de ese maldito color rojizo. Dentro de profundas cuencas, sin parpados, se distinguían los globos oculares al completo.

Se comunicaban por gruñidos. Parecía como si hubieran vuelto a la edad de piedra. Escasamente vestidos, la piel estaba podrida por casi todo el cuerpo. Habían estado más de dos horas fuera, buscando comida. Cuando un gato apareció en una esquina, se volvieron absolutamente locos. Se pelearon entre ellos por tratar de cazarlo. El pobre animal trató de huir subiéndose a un árbol, plantado en un hueco de la acera, pero una tremenda embestida contra el tronco hizo que cayera de nuevo y no tuvo más oportunidad. Dos de las criaturas se lanzaron sobre él, tirando cada uno en una dirección, lo partieron en dos y comenzaron a comérselo. Tras unos minutos más de gruñidos y peleas, las cuatro salieron corriendo, atraídos por unos gritos que se escucharon en el monte cercano.

Tras comprobar que las criaturas habían desaparecido Merche y yo reunimos a todos en la sacristía. Era una zona pequeña pero, por eso mismo, era la más cálida de la iglesia. Les íbamos a contar nuestras intenciones.

-Veréis.-Comencé a hablar.-Como a muchos de vosotros, a nosotros, todo esto nos pilló por sorpresa. La diferencia puede ser que, Merche y yo, hemos vivido, posiblemente, el inicio de este tremendo caos. Pero la evolución de los problemas, todos y cada uno de nosotros, nos la hemos encontrado en la puerta de casa.

Mi intención era contarles lo que ya sabían pero sin darles a conocer el origen de toda esta mierda que nos rodeaba. Pensaba que ya no venía al caso contar que, nosotros, hemos vivido los ataques de estos infectados mucho antes que otras personas. Tenía la extraña sensación de que, si la gente se enteraba, nos tratarían de forma distinta. Si bien es cierto que, como sabrá cualquier persona que haya podido seguir este diario, es un secreto a voces todo lo que nos ha pasado.

-Sabemos de un lugar, cerca de aquí-continué-donde nos aseguran seguridad, comida, camas y las comodidades necesarias para afrontar todo este caos.

-¿Cómo sabes eso?-Preguntó uno de los vecinos.

-Gracias a lo poco que ha estado funcionando internet estos días.-Contesté.-Tratando de investigar sobre lo que estaba pasando, encontré información de puntos seguros "extra"-simulé las comillas con las manos- donde se está alojando a los supervivientes de cada zona.

Las caras no eran de mucha credibilidad. De hecho parecían bastante escépticas.
Pensé que era totalmente normal después de lo vivido con los militares en el pueblo.

-Sabed que estos puntos que hemos encontrado son privados.-Traté de convencerles.-No tienen nada que ver con los militares.

En este punto caí en que tendría que inventarme una manera de hacerles creer que podrían entrar una vez nos encontrásemos ante a sus puertas. Por norma general la gente piensa que "privado" es lo mismo que "pagar" con lo que no creerían que pudieran entrar en los puntos sin tener que dar algo a cambio. La siguiente pregunta lo confirmó.

-Pero, si son empresas privadas ¿algo pedirán a cambio de nuestra seguridad, no?-Una voz sonó al fondo.

-No os preocupéis.-Respondí.-Podemos llevar algunas cosas de valor con nosotros.

Pero, por lo que he leído, lo que piden a cambio es que podamos funcionar como mano de obra. Necesitan gente para mantener en pie esos lugares. Así que con tratar de parecer necesarios, podremos quedarnos con ellos.

Creo que la excusa de los "oficios" ayudó. El murmullo fue general.

-Por ejemplo.-Pensé que poner algunos ejemplos sería de utilidad.-La madre de Merche trabajaba en un jardín de infancia. Seguro que agradecen que haya personas que se encarguen de los pequeños.- Primer ejemplo.- Bea e Igor han trabajado con los cuerpos anti incendios de la comunidad, eso será muy útil seguramente. Pensad qué se os da bien y engrandecedlo para que sea algo necesario.

Por fin las caras de escepticismo habían desaparecido. Pensar en poder formar parte, de nuevo, de una comunidad supuso un rayo de esperanza para los allí presentes.

Decidimos dejarles en la sala para que deliberaran sus opciones.

-Que quede clara una cosa.-Concluí antes de abandonarla.-Nosotros.-Dije haciendo un gesto sobre Merche, Elena y yo.-Nos vamos lo antes posible, con o sin vosotros. No obligo a nadie a venir, sólo creo que esto es una buena oportunidad. Mejor que quedarse aquí esperando la salvación, la muerte o lo que sea que creáis que estáis esperando.

Salimos los tres de la habitación. Noté que Merche estaba un poco triste, seguramente por la forma tan tajante que tuve de cerrar la charla sin incluir a su familia.

-Sabes que aún no nos han confirmado que vayan a venir, ¿no?-Le pregunté

-Sí, lo sé.-Respondió visiblemente afligida.

-También sabes que no es viable quedarse aquí esperando.-Continué.-Antes de que llegáramos casi no tenían comida y no salían en su busca. Además...

-Ya basta.-Me gritó.-Lo sé todo, no hace falta que me digas lo que ya conozco.

Cogió a Elena y me dejó allí. Pensé en que quizás me habría pasado. Nos había costado mucho llegar hasta allí y, seguramente, la idea de continuar sin su familia era algo que la dolía demasiado como para pensar en ella. Me quedé unos minutos allí de pie. Antes de que la gente saliera de la sala me fui detrás de Merche. Ambas se habían metido en la habitación donde estaban las camas. Elena jugaba con las perritas mientras Merche la miraba.

-Merche.-Dije por lo bajo mientras me sentaba a su lado.-Lo siento. Sé que la situación no es como para...

En ese momento me abrazó y me besó.

-Cállate.-Me dijo, abrazada a mí.- Tienes toda la razón pero ya sabes lo que pienso en estos casos.

Elena se vino con nosotros, junto a las perritas, que la seguían. Nos quedamos los cinco allí un buen rato.

-No dejaré que os pase nada a ninguna.-Les prometí.-Llegaremos al punto seguro y estaremos a salvo.

En ese momento, Ana, la hermana mayor, entró en la sala, seguida de toda la familia.

-Merche.-Dijo.-No te preocupes por nosotros. No nos vamos a quedar aquí.
Toda la familia confirmó que vendría con nosotros. Cuatro vecinos entraron unos minutos después.

-No sabemos a qué nos enfrentaremos allí fuera.-Dijo uno de ellos.-Pero seguro que no es mucho peor que estar aquí esperando a morir.

Dos de ellos eran guardias civiles, habían sido destinados al pueblo en los primeros controles policiales cuando la infección comenzó a extenderse. Cuando los militares atacaron no quisieron abandonarlo. Decidieron ayudar, en la medida de lo posible, a la gente atrapada.

Otros dos eran amigos de la madre de Merche. Uno de ellos solía cazar antes de la infección. Facilitó varias armas a sus amigos. Al comienzo del contagio eran siete personas pero cayeron bajo el fuego de los militares cuando trataron de abandonar el pueblo.

Tres personas más confirmaron su adhesión al grupo. Ninguno veía futuro en el horizonte pero no querían morir sin haber intentado, por todos los medios, tratar de sobrevivir. El cura del pueblo y dos personas más decidieron quedarse en la iglesia. "Dios proveerá" Fueron sus palabras.

Los tres eran vecinos del pueblo. Uno de ellos era el dueño de los establos donde la familia de Merche tenía a la yegua. Otra era una de las veterinarias de la clínica a donde llevábamos a las perritas. El tercero era el dueño de uno de los bares del pueblo, conocido de toda la vida por la familia de Merche.

Finalmente éramos dieciséis personas. Teníamos siete escopetas, dos rifles y tres pistolas. Sin contar con la comida para los que se quedaban, conseguimos reunir lo suficiente para alimentarnos durante unos cinco días, quizás siete si lo racionábamos bien.

Aún no hemos decidido cuándo saldremos de aquí, pero no esperaremos mucho. No nos rendiremos, es más, pido a todos los supervivientes que no se rindan. Por muy pequeña que sea la luz de la esperanza, no debemos dejar que se apague.

1 comentario:

  1. Hola...
    Me llamo Bea y tengo 19 años, soy una superviviente al parecer...
    Llevo toda la mañana leyéndoos, y vista la fecha de la última publicación, me temo lo peor ¿ Estáis bien?.
    Yo he conseguido sobrevivir escondiéndome, no soy tan valiente como vosotros, vivo (bueno... vivía) en Alicante, y creo que sigo viva por pura suerte, ya que cuando toda esta mierda comenzó, me encotraba trabajando con un contrato de verano en la Isla de los Periodistas (esa que esta en benidorm) alli no hay nada de nada, solo un restaurante donde trabajaba (bueno y residía).
    Cuando todo esto empezó, yo y 3 chicas rumanas nos quedamos aquí y hundimos los barcos, había comida de sobra para varios meses. Lamentablemente un grupo de 4 "marineros" decidieron saquear este restaurante, y no solo eso, violaron y mataron a mis compañeras, yo me escondí en un subsuelo del patio trasero y no me vieron...lamentable.
    Por desgracia he tenido que volver a tierra firme, aquí no queda nada de nada, así que con una zodiac de emergencia que hay, he vuelto a Benidorm...desolador.
    Nunca antes había visto zombies (yo los llamo así), y aunque no hay muchos esto es un pozo de putrefacción. Creo que no les gusta la costa, la sal y la humedad les corrompe por dentro.
    Ahora estoy en un media markt completamente desolado y no se ven infectados en kilometros.
    Ayer vi algo que me desoló...creo que no quiero seguir viviendo en un mundo así...2 zombies (aunque por lo que he leido son totalemene connscientes de sus actos, son humanos locos y mutados...pero para mi son zombies...estan muertos, no pertenecen a este mundo)...se me saltan las lagrimas...estaban desayunando un bebe de no mas de 8 o 9 meses...hijos de perra.

    Bueno, llevo aqui muchas horas...creo que me voy, suerte para vosotros...yo no se lo que me espera...igual vuelvo a la isla.

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