lunes, 14 de noviembre de 2011

ENTRADA 52

Martes 8 Noviembre. La Huida (Gonzalo)

El puto Guardia Civil había huido cuando las criaturas nos atacaron en la calle. Tras acabar con ellas, mientras continuábamos el camino, más lentos porque Borja estaba con el tobillo malherido, apareció tras una esquina y trató de quitárselo de en medio. El desconcierto reinó en el grupo cuando el Guardia Civil trató de anular a Borja haciendo ver a los demás que, en su estado, sería un problema. Podrían llegar ellos hasta el refugio sin él. No entiendo cómo la gente es tan influenciable, sobre todo por una persona que ante un problema no ha dudado en abandonar al grupo por su propia seguridad. Pero lo cierto era que algunos de ellos miraron a Borja con recelo, tragándose cada una de las palabras que salían por la boca de aquel capullo vestido de verde.

La imagen pasó a cámara lenta ante mis ojos. El Guardia Civil sacó su pistola. En una decima de segundo apretó el gatillo y una bala salió del cañón dirigiéndose con fuerza hacia el pecho de Borja. Merche, que estaba ayudando a Borja a andar, se puso delante de él. La bala le entró por el hombro. El movimiento hizo que ambos se ladearan y al salir la bala, a la altura de la clavícula, ésta se alojo en el pulmón derecho de Borja. Ambos cayeron al suelo. Un pequeño charco de sangre comenzó a formarse a su alrededor. El puto Civil se quedó atontado mirando la escena. Seguramente no se esperaba eso.

-¡¡Hijo de puta!! - Ana, la hermana mayor de Merche, se lanzó hacia el Guardia Civil.

Este reaccionó le apuntó con la pistola.

-Quieta, quieta.-Dijo chulamente.-No quiero tener que disparar de nuevo. Necesitamos las balas.

La situación se tornó terriblemente tensa. La familia estábamos realmente enfurecidos, incapaces de hacer algo pero pensando rápidamente buscando una salida.

-Para empezar.-Continuó el bastardo.-Tú y tú, me vais a dar toda la comida.-Apuntó a Ana, la madre de las hermanas, y a Laura.-Y cuidadito con hacer tonterías.-Se dirigió hacia Igor.-Tira la escopeta, ahora.

Igor arrojó la escopeta al suelo con rabia. ¿Qué coño podíamos hacer?

-Vais a darme todas las armas.- Pretendía abandonarnos a todos los que teníamos algo que ver con Merche y Borja.-Vosotros-se dirigió a los amigos de la madre de las hermanas y a la veterinaria-podéis venir conmigo, pero haréis todo lo que yo diga. Yo soy la ley aquí.

Viéndole actuar cada vez estaba más convencido de que había perdido la cabeza. Tenía la cara desencajada, los ojos abiertos como platos y gotas de sudor le recorrían todo el rostro.

-No hacía falta dispararles.-Dijo la veterinaria. Maria se había acercado a Borja y a Merche y estaba comprobando su estado.

Ambos respiraban. Borja se había desmayado. Imaginé que su cuerpo no pudo aguantar tanto dolor a la vez. Merche estaba consciente y lloraba. Preguntaba por el estado de Borja y se dolía del hombro. Su herida era limpia. La bala atravesó de lado a lado su cuerpecito pero no había tocado ningún órgano o arteria vital. Borja estaba peor. La veterinaria pensaba que la bala había sido frenada por el cuerpo de Merche y se había quedado alojada muy cerca de un pulmón, seguramente lo habría alcanzado pero no podía asegurarlo, aunque las pompas de sangre que salían de la boca de Borja con cada expiración no dejaban lugar a dudas.

-Déjales.-Ordenó el Guardia Civil a la veterinaria.-Vente conmigo, tendrás más oportunidades. Yo te protegeré.-Su mirada se tornó lasciva.

Tiramos, todos, las armas al suelo. El agente estaba fuera de sí. Los que hace un momento habían casi aceptado su invitación, ahora le miraban con miedo y culpa. Haber pensado en unirse a semejante elemento demostraba un gran error por su parte, posiblemente morirían antes de llegar a La Pedriza. Abandonados o a manos de aquel chiflado.

-Yo me largo.-Dijo mientras se preparaba para coger las mochilas.-Venid si queréis, desgraciados.

En ese momento se colgó todas las mochilas en los hombros. Al tratar de colocarse la última, todas las que se había colgado al hombro de la mano con la que sujetaba la pistola se le cayeron y la golpearon, haciéndole perder el objetivo al que apuntaba. Igor, un amigo de la madre de las hermanas y yo nos lanzamos sobre él. Trató de recomponerse pero fue tarde para él. Igor le había golpeado en el estomago. Cuando se arqueó, Sergio le lanzó una tremenda patada contra la cara. El Guardia Civil saltó hacia atrás, cayendo de culo. Aproveché ese momento para recoger el bate de baseball que tenía en el camino hacia el Guardia Civil. Con la fuerza que me dio la carrerilla que llevaba solté un tremendo golpe contra su cabeza. Un enorme hueco se abrió en su frontal mientras restos de cerebro salían por los aires. El cuerpo quedó sentado, dejando caer más trozos de cerebro sobre su regazo junto a chorros de sangre.

-¡¡Tengo que operarle ya!! - Gritó la veterinaria.- Si no le saco la bala, comenzara a infectarse y eso es muy serio.

Igor y yo salimos corriendo hacia la gasolinera. Estaba a poca distancia del grupo, unos cuarenta metros, y queríamos tratar de conseguir un coche para bajar a Borja a la clínica. Cuando llegamos a la esquina vimos algo muy interesante. Un par de ambulancias descansaban en la cuneta. Nos acercamos a ellas, rompimos los cristales de la cabina de conducción para abrir la parte trasera. Pudimos comprobar, para nuestro respiro, que ambas tenían todo el material.

-Ve a por ellos.-Me dijo Igor.-Yo voy preparando todo.

Corrí hacia el grupo. Merche estaba de pie. La veterinaria le había curado allí mismo. Había limpiado la herida, desinfectado y cosido. Llevaba un cabestrillo hecho con vendas y una camiseta vieja. Los demás habían puesto a Borja sobre la tapa de un contenedor, acolchada con ropa.

-Vamos, hay dos ambulancias aquí al lado.-Les dije a todos.-No hace falta que vayamos a la clínica.

Cuando llegamos a las ambulancias, Igor había dispuesto la gran mayoría de las cosas necesarias. Preparó suero, puso sobre una bandeja de metal los utensilios y tenía dispuesto un kit de transfusiones.

Tras cuatro horas dentro de la ambulancia, por fin, Maria asomó por la puerta.

-Ya está.-Dijo aliviada.-Le he sacado la bala y los restos de hueso astillado. No ha perdido demasiada sangre, afortunadamente, y con el suero que hay de momento creo que valdrá. De todos modos estad preparados por si hay que hacerle una transfusión.

-¿Qué tal esta? -Pregunté.

-Bueno.-Respondió.-Esta sedado, las constantes son buenas y el haberse desmayado ha ayudado a operarle, porque no había anestesia. Deberíamos descansar aquí.

Nos acercamos a la urbanización de chalets que había al lado de la gasolinera. Tiramos una de las puertas abajo y nos metimos todos en la casa. Dejamos a Borja y a Merche en la habitación grande, con el sistema de monitorización y los sueros. María dispuso mucho material en la habitación para limpiarle la herida y cambiar los vendajes.

-Tenemos pocos antibióticos inyectables.-Nos informó.-Tengo que intentar que despierte lo antes posible.

Nos repartimos las habitaciones y el salón. Decidimos dormir aquella noche en esa casa. Ha sido un día tremendamente duro.

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