lunes, 21 de noviembre de 2011

ENTRADA 56

Hoy por fin ha salido un poco el sol y los paneles solares consiguieron obtener un poco de energía. Llevábamos dos días sin luz. La comida congelada está a punto de terminarse. Pero no podemos salir de aquí. No por el momento. El sábado volvieron los helicópteros del ejército. No fueron sólo los Apache, también llegó un Chinook, un helicóptero de transporte de tropas y material. Desde unos treinta metros de altura descolgó varias cuerdas y las tropas salieron de su interior. No debían ser más de una veintena de soldados. Tras dejarlos en el suelo, los cinco helicópteros abandonaron la zona rápidamente. A la media hora comenzaron los disparos y las explosiones. Primero cerca del muro por el que saltamos para huir del pueblo. Poco a poco se fueron alejando en un compás rítmico y organizado. A las tres horas, dos Apaches aparecieron tras el monte y sobrevolaron una zona del pueblo descargando su artillería. Así durante todo el día. De vez en cuando, varios pequeños helicóptero biplaza, seguramente de reconocimiento, sobrevolaban toda la zona. Tras ellos el Chinook descargaba cajas de munición y abastecimiento.

Lo preocupante del asunto es que, desde nuestra posición, los ecos de disparos y explosiones no venían sólo del pueblo del que huimos. Tras el monte, más allá de las fincas que nos rodeaban, en la dirección en que la carretera se perdía. Toda la sierra de Madrid ha sido un hervidero de disparos acompasados, explosiones y helicópteros yendo y viniendo durante horas.

Daba la sensación de que lo poco que quedaba del ejército había sido desplegado para acabar con los restos de los pueblos clausurados. Sobre todo después de lo sucedido hace unos días cuando explotó la casa y acabamos con las criaturas.

La noche del sábado al domingo pasó tranquilamente. La actividad era mucho menor pero la noche estaba tremendamente iluminada. Cientos de incendios decoraban los horizontes por encima de las copas de los árboles. En la mañana del domingo se repitió el mismo acto que tuvo lugar el día anterior. Helicópteros, disparos y explosiones se sucedieron a lo largo del día. Pudimos ver cómo un Chinook izaba varias camillas tras desplegar algunos soldados más. Para desgracia de los militares allí destinados, los reemplazos eran menores en número que los evacuados. Estaba claro que no tendrían mucho futuro en el caso de tener que alargar su estancia más de lo necesario.

A lo largo de esta mañana los disparos han sido más contados. Los helicópteros han sobrevolado la zona menos veces y sólo para llevarse heridos y lanzar material. Ya no hay más soldados para realizar reemplazos.

Por nuestra parte, estamos bastante preocupados. Cuanto más tardemos en llegar a La Pedriza, más peligroso será. A pesar de tener bastante ropa de abrigo, el frio está siendo cada día más intenso y sin comida puede ser realmente peligroso no recuperar las calorías que nuestros cuerpos necesiten.

Sinceramente, estos días de "tranquilidad" también son de agradecer. Merche y yo nos estamos recuperando muy bien de la herida de bala que recibimos cada uno. Los demás están descansando. Creemos que lo más sensato será salir de noche atravesando fincas. Esperemos que los campos de minas sólo se sitúen en las cercanías del muro.

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