jueves, 27 de octubre de 2011

ENTRADA 41

La fiebre de Elena está remitiendo bastante bien. A pesar de sus quejas, no la hemos dejado salir de la cama en dos días. Hemos encontrado, en la habitación del niño, un reproductor de DVDs portátil, seguramente el que usaban para entretener al pequeño en los viajes en coche, con unas cuantas películas Disney. Elena ha dado buena cuenta de ellas y está disfrutando muchísimo viendo Blancanieves y los siete enanitos o La Cenicienta.

Hoy, el día, ha amanecido con el cielo despejado. El sol del otoño ilumina la sierra mitigando, un poco, el frío que estos días nos ha estado acompañando. Por la mañana he decidido aventurarme por la urbanización, revisando las casas abiertas, con la esperanza de encontrar algo de material, o comida, que nos pueda servir.

Las casas colindantes, con la que ocupamos, están cerradas, una de las que tenemos en frente tiene algunos cristales rotos, pero no me voy a arriesgar a entrar, solo casas con la puerta abierta, esa era la condición para que Merche me dejara salir.

Por fin, después de diez casas, a unos setenta metros de la nuestra, encontré una con la puerta abierta. El interior estaba realmente desordenado. Rebuscando un poco, en las habitaciones, pude conseguir algunos analgésicos, unas aspirinas infantiles, tiritas y algunas vendas, también encontré en el baño un par de tubos de pasta de dientes, nos vendrían bien, en el polideportivo gastamos la que teníamos.

Pasé a la siguiente casa, también abierta. El desorden era menor pero no encontré nada que valiera la pena. Los dueños se habían llevado todo lo imprescindible.
Cuatro casas más, todas cerradas, fueron lo que encontré al salir de esta última.
Estaba llegando al final de la urbanización, al fondo de la calle veía como el campo comenzaba a invadir el asfalto y los tejados de las casas cercanas. Un ligero olor a quemado me llamó la atención, no me gustó nada la sensación. Recordé el tremendo incendio que provocamos en casa y que nos obligó a salir a toda prisa de ella para no caer bajo su poder de destrucción. El caso es que no veía humo por encima de los tejados. Continué andando, dejándome llevar por el olor. En la segunda calle, paralela a la principal, por fin vi un pequeño hilillo de humo sobre uno de los tejados. Aceleré el paso, estaba claro que no era un incendio en condiciones pero quería asegurarme de apagar los restos que quedasen para que no se reavivara.

Cuando llegué cerca del origen, pude ver que se había producido en el patio del instituto público que había pegado a la urbanización. Me acerqué a la verja que separa una zona de otra, subí al pequeño muro de hormigón que la sujetaba. Lo que vi no me lo esperaba, realmente fue algo que me dejó absolutamente alucinado a la vez que aterrado.

A lo largo de los campos de futbol, baloncesto y zonas de descanso del patio del instituto vi varios camiones y Humvees del ejército español. Los camiones eran para el transporte de tropas, conté unos treinta, todos ellos con la puerta trasera bajada y las lonas apartadas, en el interior, cientos de maletas, mochilas y bolsos se apelotonaban unos encima de otros. Varias mesas de madera, colocadas en hileras, se situaban a los lados de cada camión. Los Humvees estaban colocados, con sus enormes ametralladoras, en puntos estratégicos que vigilaban toda la zona. En el centro la escena era aterradora, había unos veinte montones, cada uno con de decenas de cuerpos, todos carbonizados, los habían quemado a todos, casi todos los cuerpos tenían los cráneos destrozados, seguramente los pobres fueron ejecutados y después amontonados para crear enormes piras funerarias. Hombres, mujeres y niños, nadie se salvaba de la purga. ¿Tan grave era la situación? ¿El ejército había decidido acabar con todos los posibles focos de infección? ¿Cuántas personas habrán muerto en manos de los que, se supone, eran sus salvadores?

Volví a casa, muy alicaído, la imagen de toda esa gente no se me iba de la cabeza. Se lo conté a Merche, quedó tremendamente afectada.

-Mañana vamos a buscar un coche con llaves.-Le dije.-Nos vamos de aquí.

1 comentario:

  1. Me lo he leido del tirón... Se puede mejorar, pero engancha. Sigue así Keishin.. ;)

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