jueves, 27 de octubre de 2011

ENTRADA 40

No pude dormir ni un poco, estaba demasiado preocupado en nuestros perseguidores así que dejé que Merche durmiera tranquila con Elena. Estuve haciendo, mentalmente, una lista de todo lo que teníamos, seleccionando lo que debíamos llevarnos. Comida, armas, cuerda, navajas, Walkies, linternas, pilas, cerillas, botiquines, agua, ropa de abrigo, tienda, sacos de dormir, teníamos que meter todo en cuatro mochilas, como mucho, pensaba darle una pequeña a Elena con cosas poco pesadas y que, quizás, podríamos necesitar.

Cuando comenzó a amanecer avisé a las chicas, ambas se desperezaron, salimos fuera del coche, ya no llovía, nos lavamos un poco, desayunamos y preparamos las mochilas. Me asomé a la carretera, no había señales de vida. La idea era avanzar siguiendo la carretera, no queríamos ir campo a través, arriesgándonos a encontrarnos de frente con un rebaño de toros, muy usual en aquella zona. Estábamos bastante lejos de nuestro objetivo así que teníamos en la cabeza que, antes de que anochecerá, debíamos encontrar un lugar para refugiarnos.

Pasamos el muro de hormigón por un lateral, encontramos un pequeño hueco al lado de un muro de piedras. Detrás de él vimos unos cuantos coches en fila, aparcados en la cuneta ordenadamente, según pasábamos, cada uno de ellos, nos fijábamos en los interiores, totalmente vacios, ni cuerpos, ni pertenencias, ni llaves, nada de nada. Cuando llegamos al desvío de Alpedrete, nos llevamos una sorpresa, un Humvee del ejército español descansaba en el centro de la isleta. Corrí hacia él. “Ojalá tenga las llaves” pensé cuando abrí la puerta, pero no tuvimos suerte, “suficiente con la que nos ayuda a sobrevivir, ¿no?” me dije a mí mismo. Entré en el enorme vehículo, no había llaves que lo arrancaran pero encontré un par de cosas muy útiles, una radio de alta frecuencia y dos cargadores de G36 completos.

Tras revisar un par de coches más, nos metimos por el desvío que llevaba a las primeras urbanizaciones de Alpedrete. En esta zona ya no había coches, estaba extrañamente despejada. Poco a poco fuimos avanzando, en unas tres horas llegamos al pueblo. El avance no era demasiado rápido porque Elena se cansaba a menudo, normal siendo tan pequeña, y Boni es muy mayor para estas palizas. Al llegar al pueblo descansamos un poco en una pequeña plaza. Comimos, bebimos algo de agua y planeamos qué hacer, el día volvía a amenazar con lluvia así que decidimos buscar un chalet en las afueras, cerca de la carretera de Villalba.

Pasamos el pueblo y al llegar a la carretera comprobamos el porqué de la falta de coches en el camino, una nueva barrera de coches bloqueaba el camino. Tuvimos que rodearla y tardamos algo más de media hora en encontrar una vía por donde flanquearla. Al cabo de un rato de andar, esquivando coches, todos sin las llaves, llegamos a la última urbanización, entramos en ella, estábamos a unos metros de la rotonda de Navacerrada, eso significaba que nuestro objetivo estaba más cerca. Volvimos a tener algo de suerte, la primera casa de la colonia estaba abierta, entramos en ella, totalmente abandonada, todas las habitaciones tenían los armarios y cajoneras abiertos y revueltos por el suelo, sus dueños habían salido con muchísimas prisa. Pensamos que lo mejor era meternos en el garaje, no hacía demasiado frío dentro, cogimos un par de calefactores, que encontramos en la cocina, los colchones de las habitaciones, mantas, almohadas, alguna lámpara y montamos el campamento. Comprobé que la electricidad funcionaba correctamente y vi que en el salón tenían un modem de movistar, configuré la conexión wifi del portátil, Merche fue a la cocina y calentó agua para hacer un poco de sopa caliente.

-Borja.-Elena tiraba de mi abrigo.-Me duele la cabeza y estoy muy cansada.

-¿A ver pequeña?-Respondí mientras le tocaba la frente.-Dios, si estas ardiendo.

La pobre niña, con tanto esfuerzo y frío, no pudo aguantar y había pillado un buen resfriado. Tenía fiebre y temblaba. Se lo comenté a Merche, que trajo un termómetro que encontró en una de las habitaciones, y sopa caliente para la pequeña. Le dimos un tercio de ibuprofeno, era lo único que teníamos, la acostamos en un colchón, bien arropada y la dejamos dormir.

-¿Y si está infectada?-Pregunté a Merche.

-Haremos lo que haya que hacer, pero creo que realmente es un resfriado, es muy pequeña y la hemos forzado mucho.-Respondió Merche, que en el fondo se negaba a pensar que la niña estuviese infectada.

Y por eso estamos aquí, la pequeña se recupera, pero no queremos arriesgarnos a salir hasta que este del todo bien. Hemos encontrado algo de ropa de niño en una de las habitaciones, son de su talla, así que, aunque sean camisetas de gormiti o ben ten, podemos cambiarla y quitarle las ropa mojada y rota.

Creemos que en un par de días podremos continuar, de momento estamos bien aquí y ella está mejorando.

Me he conectado a los laboratorios y la web da error, no hay servidores activos. Las páginas de noticias no están muy actualizadas. Por fin me he puesto al día con lo sucedido, me preocupaba no poder contar las cosas al final del día, que se me acumulara la información y no consiguiera conectarme a internet en mucho tiempo. Haciendo un repaso mental de todo lo que ha sucedido hasta ahora, hay que estar muy aliviado de estar solo magullados y con pocas heridas, no muy graves, afortunadamente. Podría ser mucho peor.

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