miércoles, 26 de octubre de 2011

ENTRADA 39

Tuvimos el Walkie encendido toda la noche. De vez en cuando la voz nos decía algunas palabras, aunque la mayoría eran ininteligibles. El caso es que me resultaba conocida, no sabía cuándo pero esa voz la había escuchado antes y desde luego no fue de forma amigable.

-¿Cómo estáis?-Dijo una de las veces.- ¿Habéis encontrado muchas cosas en el supermercado?

-¿Y eso a ti que te importa?-Respondí.- ¿Qué quieres?

-Epa, tranquilo.-La voz me resultaba muy cargante.-Es solo curiosidad. ¿Sabes qué pasa? que nosotros íbamos a entrar en ese supermercado y os habéis adelantado.

-Lo siento mucho pero necesitamos comida.-Dijo Merche.-Seguramente tengáis otro en el pueblo.

-Jajajaja.-Rió fuertemente.- ¿Y arriesgarnos a encontrarnos con uno de esos locos infectados?

-Ese no es nuestro problema.-Comenzaba a cabrearme.-Dejadnos en paz y seguid vuestro camino.

-Me parece que no entiendes la situación.-La voz tomó un tono serio.-Hemos visto vuestras armas, hemos visto que has cogido comida, no creo que seáis muchos, sino no habríais ido tu solo.-Respiró un momento.-Queremos esa comida y esas armas.

-Venid a por ellas si tenéis cojones.-Gritó Merche cortando la comunicación

-¿Y ahora qué?-Nos preguntamos mutuamente.

Sí, ¿y ahora qué? estaba claro que no nos enfrentábamos a infectados. Aquellas personas les tenían miedo, pero nosotros no. No sabemos a cuantos nos podemos enfrentar, el grupo de la otra noche me vino a la cabeza, ¿nos habrían seguido? es posible, tampoco habíamos ido muy lejos y los ruidos de la puerta corredera al abrirse fueron bastante altos. Pensábamos lo más rápido posible. ¿Nos arriesgábamos a salir con el coche a toda velocidad? ¿Creábamos un fortín en el polideportivo a la espera de un posible ataque? No cabía duda, estaban cerca, habían visto la comida, me habían visto a mí.

Cuando amaneció, Merche subió a las gradas para mirar por el ventanal, en la zona trasera no vio nada, en la parte delantera, sí, había un par de siluetas en lo alto de la pequeña colina, por la que habíamos visto bajar la riada. Estaban inmóviles pero vigilantes, uno de ellos tenía unos prismáticos y observaba el polideportivo y las inmediaciones, el campo de futbol, la piscina, imagino que buscando una manera de entrar sin peligro de caer bajo nuestro fuego. Cuatro siluetas aparecieron al lado de las dos primeras, comenzaron a correr colina abajo armados con palos, hachas y palas. Merche se preparó para disparar.

-Espera-le dije- aun están muy lejos y quedan pocas balas en el fusil. Coge la pistola.-Le dije tendiéndosela.-Vamos a usar la escopeta.

-Elena.-Gritó Merche.-Coge todo lo que puedas y ve metiéndolo en el coche, cielo.

-Sí.-Respondió la niña, ilusionada por ser útil, torpemente comenzó a guardar las cosas en el citroën.

Yo cogí la escopeta y fui a comprobar que la puerta que daba al pasillo de los vestuarios continuaba bien cerrada. Después me dirigí corriendo hacia el pequeño ojo de buey que había al lado de la puerta corredera del polideportivo.

-¿Donde están?-Le pregunté a Merche.-Desde aquí no los veo.

-Dos vienen directos a la puerta, los otros dos han girado hacia el campo de futbol y no les veo.-Me informó Merche.-Los dos de la colina siguen ahí parados.

Unos cristales rotos llamaron nuestra atención. El sonido vino del fondo del pasillo. Seguramente estaban intentando entrar por las puertas que daban al campo de futbol. Antes de dirigirme hacia el pasillo, cogí un rollo de cuerda que teníamos en el coche, lo até a la manilla de la puerta y, dejándolo lo mas tirante posible, lo llevé hasta el poste de hormigón que sujetaba la canasta de baloncesto atándolo a él.

-Merche.-Dije.-Si ves la oportunidad, baja a colocar el coche de cara a la puerta por si hay que salir huyendo.

-Vale.-Me respondió sin apartar la mirada de la colina.

Corrí hacia la puerta del pasillo, pasando antes por el coche de Manuel para coger un cóctel molotov. Los ruidos de golpes tratando de abrir la puerta se estaban intensificando. Mire por el ojo de buey, todo estaba tranquilo, no había nadie dentro. Me fije en una escalera que estaba pegada a la pared, esta subía hasta el techo, acabando en una pequeña plataforma, donde estaba el marcador, con un pequeño ventanal cuadrado que daba al campo de futbol. "Bien" pensé mientras me cruzaba la escopeta por debajo de la camiseta enganchándola con el cinturón. Subí por la escalera, cuando llegué arriba supliqué porque, desde ese ventanal, se viera la puerta de entrada al pasillo, "demasiada suerte estamos teniendo" pensé al ver a los dos individuos en la puerta, golpeándola con un hacha y una pala. Encendí el trozo de tela, abrí poco a poco el ventanal y arrojé el cóctel sobre ellos, de inmediato, ambos, comenzaron a arder rápidamente, gritaban, corrían, como gallos sin cabeza, de un lado a otro, uno de ellos cayó al suelo y dejó de moverse, el otro salió corriendo a la carretera.

Bajé rápidamente las escaleras. En la puerta corredera se comenzó a oír las voces de los otros dos atacantes mientras trataban de abrirla.

-No puedo, está cerrada con llave.-Dijo uno.

-No, esta atrancada con algo, ¿no ves que se mueve un poco?-Respondió el otro.-Tira fuerte.

Cargué la escopeta, por el Walkie le dije a Merche que preparara todo para salir pintado de allí. Dos habían caído y nos quedaban otros dos, que supiéramos, en la puerta principal. Merche bajo corriendo por las gradas, cuando llegó a mi lado me dijo que los tíos de la colina ya no estaban, se habían ido en dirección contraria.

-Prepárate, voy a hacer una locura y nos vamos de aquí a toda leche.-Le dije.

Me miro con cara de miedo, temía mucho mis planes locos. La sonreí y me fui a la puerta. Preparé la escopeta, cuando vi que Merche me daba el OK y estaba lista, dentro del coche con Elena y las perritas, comencé con la locura. Solté un poco la cuerda, esto hizo que tuviera poca resistencia a los envites que realizaban los atacantes al otro lado para tratar de abrirla, me acerqué a la puerta, en ese momento consiguieron abrirla, un grito de júbilo salió de ellos pero quedó enmudecido cuando me vieron frente a ellos. Apreté el gatillo de la escopeta, uno de ellos salió disparado hacia atrás por el terrible impacto que recibió en el pecho, se estrelló contra el muro que formaba la verja principal y calló, deslizándose por la pared, al suelo dejando un enorme rastro de sangre. El otro, salpicado por la sangre, se quedó inmóvil mirándome, no sabía qué hacer, se arrodillo y comenzó a llorar, suplicando que no le matara.

-Por favor, no me mates, no me... mates... no... me mates.-Balbuceaba.

-¿Cuantos sois?-Grité, me acerque a él.

-No, no, no.-Se arrastró hacia atrás.-Te lo diré pero no me mates.-Su llanto cada
vez era mayor.

-¿Cuantos sois y dónde estáis?-Estaba perdiendo la paciencia.

Merche arrancó el coche y comenzó a acercarse a mí.

-Somos unos doce.-Respondió.- Estábamos en el Carrefour de Villalba, la otra noche atacasteis a algunos de nosotros.

-¿Y qué coño queréis?-Le amenacé más violentamente.

-Solo comida, solo comida.-Estaba realmente acojonado.-Pedro pensó que si os pillábamos podíamos quitaros la comida, los coches, las armas, todo lo que tengáis.

-Entonces no ibais al supermercado.- Mantuve mi tono de amenaza.

-No, no.-Respondió-Os seguimos desde el muro, vimos que parasteis en el puente y luego entrasteis aquí.

En ese momento se oyó el eco de un disparo, el hombre que tenía enfrente cayó al suelo fulminado y la bala rebotó a mi lado, unos centímetros más y me habría alcanzado en la pierna. Merche aceleró, poniéndose a mi lado, entre rápidamente en el coche, un nuevo disparo destrozo la ventanilla de mi puerta, por los pelos no me habían alcanzado de nuevo.

-Vámonos de aquí.-Grité en cuanto cerré la puerta.

Merche arrancó rápidamente y cogimos la carretera que subía hacia el pueblo. Un nuevo disparo se oyó pero no llegó a alcanzarnos.

-Vamos, vamos.-Gritaba Merche mientras conducía.-Mierda.-Dijo cuando miró por el retrovisor.

Me di la vuelta y vi como un cuatro por cuatro saltaba a la carretera desde la colina. Nos estaban siguiendo. Llegamos a la rotonda del pueblo y Merche giró a la derecha, en dirección Alpedrete. El todoterreno hizo lo mismo y se iba acercando a nosotros. Nos golpearon por detrás, Merche casi pierde el control pero consiguió mantenerse en la carretera. Aceleró lo más posible. Cogimos un badén y volamos por los aires, oí como, detrás, Elena se quejaba y Yuko lloriqueaba.

-Mierda.-Dije mientras rebuscaba en la mochila. Cogí el último cóctel molotov que nos quedaba.

El conductor del todoterreno intentaba ponerse a nuestro lado, tratando de hacernos derrapar y perder el sentido de la marcha mientras nos daba golpes por el costado. La ventanilla izquierda bajó y un tío se asomó por ella, llevaba una palanca de metal con la que comenzó a golpear el coche. La carretera del pueblo se nos acababa y el comiendo de la nacional seis desde Guadarrama era muy peligroso, dos curvas ciegas, rodeadas por muros de granito, iniciaban un recorrido muy sinuoso, cuesta arriba.

-Merche, trata de mantenerte a su lado, no le permitas que nos golpee muy fuerte.-Le dije mientras encendía el trapo del cóctel.

-No es tan fácil.-Dijo manteniendo el coche lo más estable posible.

-Lo sé, pero lo estás haciendo de puta madre.-Las palabras finas ya no tenían cabida.

Con el codo, rompí lo que quedaba de ventanilla, el disparo la había resquebrajado entera y no me costó mucho deshacerme de ella. Como pude me coloqué sentado en la puerta, mirando al tío que golpeaba el coche con la palanca, estaba enajenado, me sonreía como un loco y me amenazaba sin parar, no estaba infectado pero se le había ido la cabeza totalmente. Cuando se dispuso a golpear de nuevo el coche, apartando la vista de mí, saqué el cóctel y lo lancé contra él. La botella rompió en su cabeza y se expandió hacia el interior, el coche comenzó a arder rápidamente, es increíble la acción de la gasolina, el fuego y las telas. Ambos pasajeros se revolvían como locos dentro, el tío que nos estuvo golpeando se arrojó por la ventanilla, golpeándose contra el asfalto y rodando varios metros, una bola de fuego. El conductor no conseguía salir, comenzó a dar bandazos, las llamas salían por las ventanillas, en uno de ellos se echó sobre nosotros, Merche no pudo evitarlo, me agarré como pude, los dos coches salieron de la carretera, el todoterreno se estrelló contra el muro de la fábrica de Mahou, Merche consiguió frenar pero no pudo evitar chocar contra una farola.

En pocos minutos conseguimos reaccionar, el coche estaba algo abollado pero funcionaba todavía, solo había saltado mi airbag, que casi me hace caer fuera del coche.

-¿Estáis bien?-Preguntó Merche.

-Sí.-Respondí.

-Sí.-Respondió Elena.- Boni y Yuko también.

-Menos mal.-Suspiró Merche.

Increíblemente habíamos escapado. Era alucinante lo que habíamos vivido, era increíble que estuviéramos vivos. Dentro de lo que cabe estamos saliendo bien de casi todos los problemas.

Salí del coche e indiqué a Merche para que sacara el coche de la cuneta. Cuando terminamos, vimos las luces de un coche, estaba parado a lo lejos, cuando nos giramos, se dio la vuelta y desapareció rápidamente en dirección Guadarrama.

Arrancamos y nos dirigimos hacia Alpedrete. Antes de llegar al desvío tuvimos un grave problema. No podíamos continuar con el coche, el ejercito había levantado, cortando la carretera, varios muros de hormigón, estaban flanqueados por lo parecían unas garitas de control, pero, al abandonarlo, habían cerrado el único paso con más bloques.

Aparcamos en coche en una finca, tras el muro de rocas y los arboles, la noche estaba sobre nosotros e ir andando no era un plan muy agradable. Descansaríamos allí, turnándonos para vigilar y al amanecer continuaríamos el camino.

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