martes, 11 de octubre de 2011

ENTRADA 33

Me he vuelto a despertar por culpa de los ladridos y aullidos. Lo que ha pasado estos días casi nos cuesta la vida a ambos. Queríamos pensar la posibilidad de solucionar el problema de los perros y conocer al hombre que vimos y al final nos hemos juntado con los dos problemas en uno.

Quizás nos hemos confiado y centrándonos en el hombre antes que en los perros ha sido un grave error, pero afortunadamente estamos bien. Hemos conocido al hombre y casi nos mata, hemos encontrado sin querer la guarida de los perros y lo mas intrigante, uno de ellos ha mostrado miedo ante el arma que le quitamos al caníbal.

Tal y como están las cosas y habiendo decido marcharnos, no sabemos si terminar con los perros o dejarlos en paz y que cada uno siga su camino, cosa que me preocupa también porque no me gustaría que nos siguieran el rastro. Los animales pueden ser muy obsesivos y, aunque recibiera una "paliza" el otro día, puede que tenga ganas de "venganza" y se obsesione con nosotros. Sé que solo es un perro, pero también sé que pueden llegar a obsesionarse con algo y si lo tienen localizado no lo van a dejar escapar.

Merche aun duerme, la verdad es que estamos agotados y hemos pensado en tratar de descansar lo más posible antes de aventurarnos en una salida que, a pesar de que en un día normal sería lo más simple del mundo, en esta situación puede convertirse en un peligro constante. No tenemos ni idea de qué nos podemos encontrar, basándonos en lo que hemos vivido, nos imaginamos algunas cosas pero está demostrado que nos quedamos cortos en las posibilidades cuando nos enfrentamos a la realidad.

Siento como los perros andan por la zona pero no se acercan demasiado, está muy claro que saben que cerca hay alguien pero afortunadamente, gracias a las ovejas y vacas que campan por la urbanización, suelen distraerse cuando tienen ganas de comer o simplemente de matar.

Tenemos todo cerrado lo mejor que podemos, puede ser una tontería enorme pero he decido quemar muchas varillas de incienso a la vez, aun me quedan unas cien varillas, así que iré quemando todos los días unas pocas con la esperanza de que oculten nuestro olor. Es una de esas ideas que te vienen a la cabeza que no sabes si tienen sentido pero que si no las haces no te quedas tranquilo.

Me vuelvo a la cama, aunque no me quede dormido quiero estar tumbado y cerca de Merche y las perritas.

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