lunes, 12 de diciembre de 2011

ENTRADA 67

La Pedriza Parte III

Habíamos conseguido llegar a una pequeña cueva que se abría entre dos enormes rocas. Estábamos agotados y sin aliento. Los gritos y chillidos se oyen por toda la montaña. Volví a cantar el mensaje por la emisora de radio.

-Código XXXXXX tenemos sus señales en nuestros monitores.-La misma voz de hace unos días respondía a mi mensaje.-Deben acercarse un kilometro más para poder darles apoyo.

-¿Cómo que un kilometro más? - Grité. -Estamos rodeados de infectados y nos van a cazar.

-Código XXXXXX deben proceder según las normas. Serán rescatados cuando se sitúen en nuestro sector.

Era increíble. Nos tenían localizados pero no nos rescatarían hasta que estuviéramos más cerca. Estábamos desesperados. La comunicación se cortó.

-¿De qué coño van? - La hermana de Merche estaba desesperada.

No sabíamos qué responder. Todos alucinábamos con la situación. Entre los árboles veíamos como los infectados corrían de un lado a otro buscándonos.

-¿Qué vamos a hacer? - Pregunto Merche.

Teníamos una difícil decisión por delante. Estábamos desorientados y sin brújula. Según nuestro interlocutor nos encontrábamos a un kilometro de la salvación pero ¿en qué dirección? Estaba claro que debíamos seguir la misma que habíamos tomado cuando huimos del cerco pero ¿hacia arriba? ¿Todo recto? ¿Tiramos por la calle de en medio y vamos en diagonal?

-Lo mejor va a ser eso.-Dijo Gonzalo.-Esta claro que tenemos que seguir por aquí, hagámoslo a mitad y mitad.

-Pero eso supone correr en pendiente.-Dijo la madre de Merche.-Estamos muy cansados.

-Creo que es la mejor, no, la única opción que tenemos.-Dijo Merche.

-Decidido.-Zanjé la conversación.

Nos preparamos. Bebimos un poco de agua y tomamos un pequeño bocado de comida. Decidimos quedarnos unos minutos más en esa cueva hasta que la luz fuera un poco más tenue sin llegar a caer la noche sobre la montaña. Con un poco de oscuridad tendríamos más oportunidades.

Lo gritos y chillidos se oían a lo lejos. Las siluetas no pasaban frente a nosotros. Era el momento de seguir.

-Vamos.-Grité.-Merche, Elena, Laura, Ana y Ana. Salid detrás de Gonzalo, yo cubro la retaguardia. No os paréis pase lo que pase.

-¡¡Vale!! - Respondieron todos al unisonó.

-Merche, toma.-Le tendí la radio.-Siempre que puedas da el código y pide ayuda.

Merche se engancho la radio en el abrigo. Al otro lado de vez en cuando sonaban chasquidos de conexión y se escuchan voces distantes.

Salimos corriendo de la cueva. Comenzamos a subir realizando una diagonal con respecto al camino que habíamos realizado antes. Pocos minutos después el cansancio hacia mella sobre nosotros. El ritmo fue bajando pero, sacando fuerzas de flaqueza, tratábamos de no parar. Merche cogió a Elena en brazos. La pequeña no podía más y el peso de Yuko le agotaba la poca energía que tenía. Ana, la hermana de Merche, y Laura comenzaron a bajar el ritmo bruscamente. Gonzalo, en la vanguardia, trataba de no tropezar con las piedras que tenía en el camino. La madre de Merche luchaba por mantenerse pegada a él pero el sobre esfuerzo que realizaba la hacía tropezar continuamente. Yo me apoyaba en cada árbol que pasaba tratando de coger un poco de impulso para continuar.

-Seguid... seguid.-Mi voz entrecortada por la falta de aliento trataba de dar ánimos al grupo.

Los gritos se comenzaron a oír a la altura de la cueva de la que habíamos salido. Giré la cabeza para comprobar el terreno que dejábamos atrás y vi lo inevitable. Más de una treintena de infectados se apostaban sobre las rocas y nos señalaban saltando y gritando excitados. En pocos segundos los teníamos corriendo detrás de nosotros.
Me pareció que ellos también estaban agotados pero no lo suficiente como para dejarlos atrás. Los golpes y empujones se sucedían entre ellos haciendo mella en sus filas obligándoles a muchos de ellos a recuperar el terreno perdido. Esas luchas fueron las que nos daban la ligera ventaja que nos separaba.

-¡¡Continuad!! - Grité.- No miréis atrás.

Me paré apoyado en un árbol y realicé varios disparos. Dos infectados habían despuntado del grupo y casi nos cogen antes de que me diera cuenta. Uno de ellos cayó colina abajo por la fuerza del impacto pero a unos cincuenta metros se levantó tambaleándose y continuó la persecución a trompicones. El otro, por fortuna, se quedó tirado muerto a unos metros de mí. Continué corriendo. El grupo estaba a unos setenta metros de mi posición. Los infectados nos ganaban terreno y se situaban ya a poco más de cien metros de mí.

La lluvia comenzó a caer. Era el efecto tétrico que nos faltaba en la persecución. Alguien en las alturas debió pensar que no teníamos suficiente con el terreno blando producido por las frías mañanas del invierno. Los charcos de agua y barro, los pequeños arroyos y las hojas empapadas nos complicaron cien veces nuestra huida. Los infectados parecían regocijarse con la situación. A pesar de todo ellos tenían más resistencia y, lo más importante, nos superaban en número. Cuando los primeros se cansaban y bajaban el ritmo, los de atrás tomaban la cabeza y tiraban del grupo.
Volví a pararme y a realizar unos cuantos disparos más. Esta vez tres infectados de la primera línea cayeron hacia atrás tirando tras de sí a otros tantos colina abajo. Abrí una pequeña brecha que nos dio unos metros más de ventaja. Cuando arranqué de nuevo comencé a contar mentalmente los disparos que había realizado para saber cuántas balas me quedaban aproximadamente. Solo dieciocho. No era mucho.

Entonces todo se fue a la mierda. Comencé a escuchar disparos frente a mí. Vi los destellos de los rifles de Merche y Gonzalo disparando hacia ambos lados. Los infectados nos habían adelantado o, seguramente, teníamos algunos por delante y no habíamos reparado en ellos. Traté de apurar el paso lo más que me permitían mis piernas. Tenía al grupo a unos treinta metros y vi varios cadáveres en mi camino. Se estaban enfrentando a una emboscada. Mientras subía comencé a realizar algunos disparos contra siluetas que se acercaban a ellos por sus flancos traseros. Diez balas. Por fin llegué hasta ellos. Se habían parado. La madre de Merche tenía una seria herida en la pierna. Habían transformado ramas en lanzas y una de ellas acertó en el muslo de Ana madre.

-¿Cómo está? - Pregunté cuando me puse a su lado.

-Mal.-Respondió Merche.-No puede andar y está muy metida... no me quiero arriesgar a sacarla.-Las lagrimas surgían de sus ojos.

-Dejadme aquí.-Dijo la madre de Merche.-Salvaos vosotros.

-Ni de coña.-Dijo Ana, la hermana de Merche.

Los infectados ganaban terreno.

-Vamos.-Dije mientras me agachaba y me colocaba a la madre de Merche a la espalda.-Tenemos que seguir.

-Yo os cubro.-Dijo Gonzalo disparando hacia la oleada de infectados que escalaban hacia nosotros.

Laura, Elena, Merche y yo con su madre a cuestas comenzamos a avanzar como pudimos. Merche se giraba de vez en cuando y disparaba una ráfaga para apoyar a Gonzalo.

-Mierda.-Dijo.-Ana se ha quedado con Gonzalo.

Giré la cabeza y vi que Ana estaba al lado de Gonzalo, con un cargador en la mano y arrojando piedras con la otra. Algún que otro infectado recibió una de ellas en su cabeza y cayó hacia atrás perdiendo unos metros de avance.

-Sigue, sigue.-Le dije a Merche.-Ahora vendrán no te preocupes.

Seguimos avanzando. Los gritos cada vez eran más fuertes. Gonzalo no pudo contenerlos por mucho tiempo. Se levantó de su sitio, cogió a Ana del brazo y comenzaron a correr hacia nosotros. De vez en cuando se giraba y descargaba una ráfaga contra sus perseguidores demasiado próximos a él.

-Hijos de puta.-Gritó Gonzalo a nuestras espaldas.

Nos giramos todos y vimos como Gonzalo hincaba la rodilla en la tierra. Una lanza le había atravesado el gemelo derecho. Se giró hacia los perseguidores y comenzó a descargar las balas que le quedaban en el cargador a discreción contra todo lo que se aproximaba a él. Un infectado le asaltó por su izquierda y le descargó un tremendo golpe con una rama de árbol en la espalda. Gonzalo se echó hacia delante gritando. Ana saltó sobre el infectado y le clavó el cuchillo desbrozador en la cabeza. La mala suerte quiso que el cuerpo cayera por la colina y se llevara consigo la única arma que tenía ella. Ana cogió un palo y se aproximó a Gonzalo. Los infectados comenzaron a rodearles. Gritaban, saltaban, de vez en cuando se acercaban a ellos y los golpeaban o empujaban.

-¡¡Noo!!-Gritó Merche.

Comenzó a disparar hacia el grupo de infectados que rodeaba a su hermana y su cuñado. Cuatro de ellos cayeron fulminados por tiros en la cabeza. Dos más cayeron colina abajo heridos. El arma dejó de funcionar. Ya no tenía balas.

-Mierda, mierda, mierda.-Grité.-Quedaos aquí escondidas, no os mováis.-Le dije a la madre de Merche mientras la dejaba en el hueco del tronco de un árbol.-No hagáis ruido.

Salí corriendo detrás de Merche. "Diez balas" Disparé contra los que se lanzaron contra ella. "Tres balas" Merche llegó hasta su hermana. Con la fuerza de la carreta estrelló la culata del fusil contra uno de los infectados que murió en el acto con medio cráneo hundido en su cerebro. El fusil voló de nuevo estrellándose contra otra cabeza. Tres disparos más le quitaron de encima a dos infectados que saltaron sobre ella a su espalda.

-¡¡Cabrones!! - Grité cogiendo el fusil por la bocacha quemándome las manos.

Descargué mi ataque contra uno de los infectados que se volvió hacia mí. Su mandíbula se desencajó y cayó muerto a mis pies. Sin ninguna esperanza comenzamos un combate anárquico cuerpo a cuerpo contra las decenas de infectados que llegaban constantemente a nuestra posición. Con los machetes hacíamos volar manos separadas de sus brazos. La sangre salpicaba por todos lados.

Nos superaban. Una nueva embestida hizo que Gonzalo cayera colina abajo unos cinco metros. Lo suficiente como para que tres infectados lo cogieran en volandas y huyeran con él tratando de escapar.

-¡¡Gonzalo!! - Gritó Ana, la hermana de Merche.

Cuando se dispuso a seguirles, dos infectados la agarraron del pelo y las piernas y tiraron de ella colina abajo. La bajada era rapidísima y no nos dio tiempo a reaccionar.

-¡¡Noooo!! ¡¡Noooo!!- Merche gritó desesperada.

Los infectados nos rodearon. No teníamos sitio para blandir los machetes desbrozadores con fuerza y efectividad. Recibí un tremendo golpe en la cabeza. Caí al suelo y traté de darme la vuelta lo más rápido posible. Una nueva patada en el estomago me ayudo a ponerme boca arriba. Vi como cuatro infectados cogían a Merche y trataban de arrancarle la ropa.

-¡¡¡Os mataré!!! - Grité lleno de ira pero sin casi poder moverme.

Sentí como me clavaban una lanza en cada brazo. Me crucificaron en el suelo. Merche gritaba, pateaba tratando de quitarse a los atacantes de encima. Apareció Laura detrás de ellos con una piedra en las manos. Le reventó la cabeza al más próximo. Cuando trató de atacar al segundo, éste la esquivó y la golpeó tan fuerte que cayó inconsciente al suelo.

Un infectado se aproximó a mí con una enorme piedra entre las manos. Mi visión se nublaba por momentos y apenas podía mantener los ojos abiertos. El dolor en mis brazos era cada vez más fuerte y se propagaba por todo mi cuerpo. Noté como uno de ellos movía las lanzas clavadas en mis brazos.

A punto de desmayarme la última visión que tuve fue la cabeza del infectado desapareciendo de encima de sus hombros y dejando caer la piedra a mi lado. Un chorro de sangre cayó encima de mí y vi como el otro infectado que me torturaba caía acribillado al suelo. Antes de cerrar los ojos me giré hacia Merche. Estaba acurrucada sobre sus rodillas. Lloraba. Tenía la camiseta hecha girones. Aun mantenía los pantalones intactos. Tres cuerpos yacían a sus pies. Tras ella dos siluetas vestidas con pantalones de color Kakhi, gorras y chalecos tácticos se aproximaban disparando ordenadamente y lanzando granadas. Una voz sonó a mi lado.

-Asegurad el perímetro.-Comenzó.-Traed los equipos de evacuación. Eliminadlos hasta dejar veinte metros de seguridad. Moveos, moveos.

Un hombre con gorra, gafas de sol y abundante barba blanca se inclinó sobre mí.

-Código... XXXXXX.... Siete... Personas... Ayuda.-No aguanté más. Me desmayé.

4 comentarios:

  1. Es bueno saber que aun estan vivos.
    He estado leyendo tus publicaciones. Supongo que es parte de los factores que me mantienen cuerdo.
    Mi nombre es Jesus Eduardo tengo 20 años de edad soy de Mexico, al igual que a ti, la infeccion convirtio mi anterior vida en solo un recuerdo.
    Afortunadamente, yo dispuse de varias facilidades para enfrentarme a la situacion.
    Incluso poseia un arma, la cual aun conservo, que salvo mi vida en mas de una ocacion.
    De momento, aun me encuentro en Mexico, Baja California, despues de muchos sucesos y mucho pensarlo, decidi, que lo mas sensato seria quedarme aqui.
    Aqui la comida y el agua, son algo asequibles, antes de esta catastrofe tome algunos cursos de supervivencia, los cuales me resultaron mas utiles de lo que pense que podrian llegar a ser. El asunto es, que no puedo ir a ninguno de los puntos seguros que mencionaste, Hawai fue el sitio designado para Estados Unidos y Canada, estoy seguro que no se me permitira la entrada, supongo que la nacionalidad aun en estos tiempos sigue siendo un problema. Las Islas Maldivas, se encuentran a mas de medio continente de distancia. No hay punto seguro para mi.
    Estoy solo, no he tenido contacto humano, al menos no de un ser en sus plenas facultades, hay momentos en los que siento que cerrando los ojos y abrirlos un momento despues, me haran despertar de esta situacion. Nunca sucede.
    Me converti en un superviviente, en un soldado, un constructor, un cazador, un espia. Me volvi un guerrero.
    Espero poder volver a leer alguna de tus publicaciones, es increible el efecto que tiene tu blog de hacer las veces de "pellizcos" que me regresan a la realidad.
    Me despido, resiste, no solo por ti, sino por tus seres cercanos. Envidio esa compañia.
    Alguien con quien convivir, debe ser realmente maravilloso.
    Que Dios te de fuerzas y bendiciones. Sigue en pie.

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  2. Ufff.... trepidantes entradas, sobre todo esta !! Espero que sigais bien, y ánimo !!

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  3. Quiero maaaas!!
    Acojonante, que pasada!!!
    El libro para cuando??!!

    Enhorabuena!!

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  4. Llevamos casi un mes esperando!!!
    Esperamos mas entradas!!
    Un saludo

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