miércoles, 28 de septiembre de 2011

ENTRADA 24

Nos hemos levantado tarde, no es que hayamos dormido demasiado pero estar tirados en la cama también ayuda a que el cuerpo descanse. Le damos vueltas a cómo deshacernos de los cuerpos, la idea de quemarlos en un contenedor gana fuerza pero no queremos hacerlo cerca de casa así que la idea es tirar los cuerpos por la ventana al jardín de atrás, meternos en un contenedor que hayamos traído, parte peligrosa, y llevarlo un par de calles abajo para prenderle el fuego y dejarlo consumirse con la esperanza de que no se propague a ninguna casa.

Estamos preocupados con los dos elementos que vimos ayer, puede que sean más y no queremos llamar la atención de un grupo peligroso pero el olor se está haciendo muy pesado y eso que tenemos un piso entre medias.

En fin, el plan es salir cuando empiece a oscurecer, coger un contenedor de la calle de atrás, están como a cincuenta metros de la salida del jardín, traerlo haciendo el menor ruido posible, ponerlo bajo la ventana y tirar los cuerpos desde el piso, con suerte habrá bolsas de basura que amortiguaran el sonido. Esta vez vamos a ir armados los dos, Merche con la pistola y yo con la escopeta, además llevaremos un cuchillo de cocina cada uno, dejaremos a las perras en casa preparadas junto a un par de mochilas, si hay que correr cogeremos todo y saldremos pitando. Vamos a probar una pequeña trampa que hemos pensado.

Son las 17.30 casi, estamos empezando a estar nerviosos por lo que nos espera pero no queremos adelantar los planes, la calle está bastante tranquila, he estado observando lo más posible por si hubiera alguien vigilando o en las casas cercanas.

Hemos puesto la televisión, no hay noticias, solo una serie de textos con zonas seguras, recomendaciones y directrices de defensa personal y primeros auxilios, parece que el problema se ha extendido bien por el mundo.

Las 20.00, es la hora, el sol ya ha desaparecido y el cielo está iluminado de forma tenue, en breve será de noche y si todo va bien las farolas se encenderán en un par de horas. Salimos de casa, las perras se están portando muy bien y no ladran cuando nos vamos. Bajamos las escaleras, hemos decidido salir por uno de los huecos del garaje en lugar de abrir la puerta. Todo despejado, nada de ruido. Nos hemos vestido completamente de negro, gorro y guantes incluidos, y nos hemos pintado la cara con tinte negro que tengo de jugar al airsoft, no llevamos linterna para no tener la tentación de encenderla.

Cruzamos al otro lado del jardín y nos pegamos a la pared de los edificios que tenemos enfrente del nuestro, vamos avanzando pegados y poco a poco por las rendijas de los desagües tratando de no hacer ruido. Paramos en la esquina del jardín que da a la verja, miro al fondo, el piso primero de ese edificio es donde vi el otro día las sombras humanas moverse en la cocina. Nos quedamos unos cinco minutos mirando, no pasa absolutamente nada. Decidimos que es momento de seguir, cuando llegamos a la puerta de la verja nos paramos y preparamos la trampa, hace poco tuvimos que comprar una batería de coche para poner en el Saab de mi padre pero no tuvimos tiempo de llevársela, con unas pinzas de coche la conectamos a la alambrada, el chispazo ha sido considerable, imaginamos que si alguien la toca se llevara un buen latigazo.

Salimos del jardín abriendo la puerta con un palo dejándolo atravesado sujetándola abierta para cuando volvamos con el contenedor simplemente retirarlo y que se cierra la puerta sola. Avanzamos por los jardines agazapándonos en los matorrales y arboles, no pasa nada de nada, no se oye nada de nada. Estamos a cinco metros del contenedor detrás de unos setos, la situación es complicada, el contenedor se encuentra en un cruce de cuatro calles, esta todo oscuro y no se ve nada de nada, pero tenemos la sensación de no estar solos, espero que sea solo eso.

Merche se queda vigilando y me acerco al contenedor, comienzo a empujarlo, se oyen dentro unas pocas bolsas pero no pesa y se mueve fácilmente y sin hacer el ruido de vibración de cuando están vacios. Vamos bien, sigo avanzando y Merche va reculando, cada dos o tres metros que avanzo yo, protegiéndome. Hemos llegado sin problemas a la puerta del jardín, primer obstáculo, hay que subirlo a la acera y tener cuidado de no tocar la verja.

- A la de tres – me dice Merche.

Yo he levantado el contenedor y ella ha empujado para dejar dos ruedas sobre la acera, cambiamos posición y ahora ella tira y yo empujo y levanto, bien, el contenedor esta dentro del jardín, damos una patadita al palo. Nos quedamos los dos helados y paralizados. Un grito se comienza a oír a lo lejos, parece que está en la zona del Mercadona. Dos gritos más se unen al primero, uno lo situamos, creemos, en la calle de la estación, dos calles más abajo, el tercero no logramos situarlo. Son como audillos, llenos de energía, se van moviendo pero no conseguimos saber hacia dónde. De repente se comienzan a oír golpes tremendos en la zona del Mercadona, parece que están tratando de romper la verja y los cristales, eso nos da un respiro, están entretenidos. Comenzamos a empujar los dos el contenedor hacia nuestro edificio, esta vez vamos con más prisa, queremos acabar cuanto antes.

- Vale, aquí está bien, subo a tirar los cuerpos y tu vigilas desde casa, te parece – le propongo a Merche.

- Si – me responde aliviada – prefiero estar dentro y abrazarme a Yuko un rato – abrazar a nuestra perrita pequeña la relaja.

Subo al tercero, entro en la cocina y comienzo a meter los trozos de los niños en bolsas de basura, es muy tétrico pero me han facilitado el trabajo. Después me dirijo a la habitación donde sucedió todo ayer y abro la ventana. Tiro las cuatro bolsas que he preparado en la cocina, dos entran en el contenedor sin hacer apenas ruido y dos se quedan a los pies. Envuelvo al padre en papel transparente de cocina y lo apoyo contra el quicio de la ventana, el hecho de que este vacío lo libera muchísimo de peso. Lo lanzo al contenedor, ha hecho algo más de ruido porque ha golpeado contra los laterales antes de partirse y quedar hecho una V en el interior. Ahora lo más difícil, la madre esta entera salvo la cabeza, además ese brazo hiperdesarrollado parece muy molesto y pesado. Me ha costado un buen rato dejarla caer por la ventana, desafortunadamente ha hecho que el contenedor se vuelque y queden todos tirados por el jardín.

- Joder – me dije a mi mismo mientras me volvía a la habitación buscando un poco de relajación y descanso.

Me quede mirando las paredes y pensé que mañana deberíamos tratar de subir la manguera del jardín delantero y darle un buen repaso, espero que llegue.

Baje a casa, avise a Merche y salimos de nuevo al jardín, en veinte minutos recogimos todos los cuerpos y los metimos en el contenedor. Ahora no se escuchaba nada, el silencio había vuelto y la oscuridad dominaba a nuestro alrededor.

- ¿Dónde los llevamos? – preguntó Merche.

- Uf, no sé, el haber escuchado esos gritos me ha dejado preocupado y no oír nada ahora me acojona más todavía. – respondí.

- Me pasa igual – me confirmo Merche – pero en algún momento tendremos que hacer algo con ellos, además, habiendo llegado hasta aquí serie una tontería no seguir.

- Tienes toda la razón – estaba claro que no podíamos rendirnos ahora – que te parece si los llevamos a la calle de al lado que es en cuesta, y los dejamos caer hasta donde lleguen, sin prender fuego ni nada.

- Me parece perfecto – respondió Merche comenzando a acercarse a la verja para abrirla con el palo.

Comencé a empujar el contenedor y llegamos hasta la esquina de la calle objetivo, empujamos el contenedor y comenzó a deslizarse calle abajo, nos quedamos un rato mirando como iba cogiendo velocidad y bajando la calle en línea recta.

- ¡¡¡Eh!! ¿Quién hay ahí? – grito una voz en la calle de abajo cuando paso el contenedor por ella.

Solo pudimos salir corriendo y volver a casa, no nos paramos a saber si era por nosotros, si nos habían visto, si era una persona normal o uno de los locos asesinos que vimos ayer. Nos encerramos en casa, dejamos la batería en la calle, nos preocuparemos de ella mañana y estando conectada nos dará algo de seguridad, ahora mismo queremos no dar ni una señal de vida, ni siquiera nos hemos preocupado de comprobar que no nos seguía nadie, mierda de miedo, no deja pensar con claridad.

Dejo de escribir, tengo que vigilar el jardín trasero por si aparece alguien.

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